planto cerca de la puerta principal mientras una serie de camiones cargados de sulfato amonico, cloruro potasico y estiercol entraban en la planta, y salian otros tranquilamente por el camino de tierra que llevaba a la carretera. Espero unos quince minutos hasta que aparecio un camion de marca rusa lleno de estiercol y se dirigio a la fabrica. Pitt se planto en medio de la carretera e hizo senal de que se detuviese.
El conductor iba solo. Miro interrogadoramente desde la cabina. Pitt le hizo ademan de que bajase y senalo energicamente debajo del camion. El chofer, curioso, se apeo y se agacho junto a Pitt que estaba mirando atentamente el eje de transmision. Al no ver nada anormal, se volvio en el mismo instante en que Pitt le descargaba un golpe en la nuca.
Se derrumbo y Pitt se lo cargo al hombro. Subio al inconsciente cubano a la cabina del camion y despues subio el rapidamente. El motor estaba en marcha y metio la primera y se dirigio hacia el arbol que ocultaba al Chevrolet de quienes viniesen por el aire.
– ?Todos a bordo! -dijo, saltando de la cabina.
Jessie se echo atras, asqueada.
– Dios mio, ?que hay ahi?
– Por decirlo delicadamente, estiercol.
– ?Espera que me revuelque en esa inmundicia? -pregunto Velikov.
– No solamente que se revuelque -respondio Pitt-, sino que van a enterrarse en ella. -Tomo el fusil de manos de Jessie y pincho al general, no con mucha suavidad, en los rinones-. Arriba, general, probablemente ha frotado con cieno a muchas victimas de la KGB. Ahora es su turno.
Velikov lanzo una mirada asesina a Pitt y despues subio a la caja del camion. Jessie le siguio de mala gana, mientras Pitt empezaba a despojar de su ropa al conductor. Era de numero muy inferior a su talla y tuvo que dejar desabrochada la camisa y abierta la bragueta del pantalon para caber en ellos. Puso rapidamente su uniforme de campana al cubano y subio a este a la caja del camion con los otros. Devolvio el fusil a Jessie. Esta no necesito instrucciones para apoyar el canon en la cabeza de Velikov. Pitt encontro una pala en un lado de la cabina y empezo a cubrirles.
Jessie sintio nauseas y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no vomitar.
– Creo que no podre aguantarlo.
– Da gracias a Dios de que sea de caballo y de ganado y no de las alcantarillas de la ciudad.
– Esto es facil de decir, para ti que vas a conducir.
Cuando todos fueron invisibles y apenas si podian respirar, Pitt volvio a la cabina y condujo el camion hacia la carretera. Se detuvo antes de entrar en ella, al ver a tres helicopteros militares volar encima de su cabeza y pasar a toda velocidad un convoy de soldados armados en la direccion del destrozado Zil.
Espero y despues giro a la izquierda y entro en la carretera. Estaba a punto de llegar a los limites de la ciudad de Matanzas cuando se encontro con un puesto de control donde habia un coche blindado y casi cincuenta soldados, todos ellos con aire hosco y resuelto.
Se detuvo y tendio los papeles que habia quitado al conductor. Su plan funciono aun mejor de lo que habia imaginado. Los guardias ni siquiera se acercaron al apestoso camion. Hicieron sena de que siguiese adelante, contentos de verle alejarse y felices de respirar de nuevo aire fresco.
Una hora y media mas tarde, el sol se habia ocultado en occidente y se habian encendido las luces de La Habana. Pitt llego a la ciudad y subio por la Via Blanca. Salvo por el aroma del camion, se sintio seguro al pensar que pasaria inadvertido entre el ruidoso y bullicioso trafico de la hora punta. Tambien le parecio mas seguro entrar en la ciudad cuando se habia hecho de noche.
Sin pasaporte ni dinero, su unico recurso era establecer contacto con la mision americana en la Embajada suiza. Alli podrian quitarle a Jessie de encima y mantenerle oculto hasta que su pasaporte y sus documentos de entrada fuesen enviados por via diplomatica desde Washington. En cuanto se convirtiese en turista oficial, podria tratar de resolver el enigma del tesoro de La Dorada.
Velikov no era ningun problema. Vivo, el general era un enemigo peligroso. Seguiria matando y torturando. Muerto, solo seria un recuerdo. Pitt decidio matarle de un tiro en un callejon desierto. Cualquiera que fuese lo bastante curioso para investigar atribuiria simplemente el estampido a un petardeo del tubo de escape del camion.
Se metio en una calle estrecha entre dos hileras de almacenes desiertos, cerca de la zona portuaria, y detuvo el vehiculo. Dejo el motor en marcha y se dirigio a la parte de atras del camion. Al subir a el, vio la cabeza y los brazos de Jessie que sobresalian de la carga de estiercol. Manaba sangre de un pequeno corte en la sien y el ojo derecho se estaba hinchando y amoratando. Las unicas senales de Velikov y del conductor cubano eran unos huecos en los lugares donde Pitt les habia encerrado.
Habian desaparecido.
El la ayudo a salir de entre el estiercol y lo limpio de sus mejillas. Ella abrio los ojos y le miro y, al cabo de un momento, sacudio la cabeza de un lado a otro.
– Lo siento, lo he echado todo a perder.
– ?Que ocurrio? -pregunto el.
– El conductor volvio en si y me ataco. No grite para pedirte auxilio porque tuve miedo de provocar una alarma y de que nos detuviese la policia. Luchamos por el fusil y este salto por encima de un lado del camion. Entonces el general me agarro de los brazos y el conductor me golpeo hasta que perdi el conocimiento. -De pronto se le ocurrio algo y miro furiosamente a su alrededor-: ?Donde estan ellos?
– Debieron saltar del camion -respondio Pitt-. ?Puedes recordar donde o cuando ocurrio?
El esfuerzo de concentracion de Jessie se reflejo en su semblante.
– Creo que fue aproximadamente cuando entrabamos en la ciudad. Recuerdo haber oido el ruido de un trafico intenso.
– De esto hace menos de veinte minutos.
La ayudo a pasar a un lado de la caja del camion y la bajo delicadamente al suelo.
– Sera mejor que dejemos el camion y tomemos un taxi.
– Yo no puedo ir a ninguna parte oliendo de este manera -dijo sorprendida ella-. Y fijate en ti. Estas ridiculo. Llevas todo abierto por delante.
Pitt se encogio de hombros.
– Bueno, no me detendran por escandalo publico. Todavia llevo puestos los shorts.
– No podemos tomar un taxi -dijo desesperadamente ella-. No tenemos ni un peso cubano.
– La mision americana en la Embajada suiza cuidara de ello. ?Sabes donde esta?
– La llaman Seccion de Intereses Especiales. Cuba tiene algo parecido en Washington. El edificio tiene vistas al mar y esta en una avenida llamada el Malecon.
– Nos ocultaremos hasta que sea de noche. Tal vez podamos encontrar una fuente donde puedas limpiarte. Velikov ordenara un registro a gran escala de la ciudad para encontrarnos. Probablemente tendran vigilada la Embajada; por consiguiente, tendremos que encontrar la manera de deslizamos a hurtadillas en ella. ?Te sientes lo bastante fuerte para echar a andar?
– ?Sabes una cosa? -dijo ella, con una sonrisa de dolor-. Si me lo preguntas, te dire que estoy terriblemente fatigada.
65