– Las primeras noticias nos daran por muertos y desaparecidos. Mas tarde, seremos descubiertos entre los heridos.
– ?Muy mal herido?
– Solo lo bastante para que sea convincente. Uniformes desgarrados, un poco de sangre y algunas heridas artificiales cubiertas con vendas.
– Como dos gamberros que han destrozado los camerinos de un teatro.
– Una metafora muy poco adecuada.
Kolchak se volvio y miro tristemente por la ventana de su despacho la bulliciosa ciudad de La Habana.
– Es imposible -dijo en tono deprimido- creer que manana a esta hora sera todo eso un campo arrasado y humeante de miseria y de muerte.
El presidente trabajo hasta muy tarde en su mesa. Nada podia preverse en todos sus detalles, nada era absolutamente claro. El trabajo del jefe ejecutivo exigia una transaccion tras otra. Sus victorias sobre el Congreso eran diluidas con enmiendas forzosas; su politica exterior, alterada por otros lideres mundiales hasta que quedaba poco de la intencion original. Ahora estaba tratando de salvar la vida a un hombre que, durante treinta anos, habia considerado a los Estados Unidos como su enemigo numero uno. Se pregunto si esto tendria consecuencias dentro de doscientos anos.
Dan Fawcett entro con una cafetera y unos bocadillos.
– El Salon Oval nunca duerme -dijo con forzada animacion-. Aqui tiene lo que mas le gusta: atun con tocino. -Ofrecio un plato al presidente y despues sirvio el cafe-. ?Puedo ayudarle en algo?
– No, gracias, Dan. Solo estoy redactando mi discurso para la conferencia de prensa de manana.
– Estoy en ascuas por ver las caras que pondran los representantes de la prensa cuando les revele la existencia de la colonia lunar y les presente a Steinmetz y los suyos. He visto algunas de las cintas de video con sus experimentos en la Luna. Son increibles.
El presidente puso el bocadillo a un lado y sorbio reflexivamente el cafe.
– El mundo esta patas arriba.
Fawcett dejo de comer.
– ?Perdon?
– Piense en esta terrible incongruencia. Estare informando al mundo de la mas grande hazana moderna del hombre en el mismo momento en que La Habana sera borrada del mapa.
– ?Alguna noticia de ultima hora de Brogan, desde que Pitt y Jessie LeBaron aparecieron en nuestra Seccion de Intereses Especiales?
– Ninguna desde hace una hora. El tambien esta en vela en su despacho.
– ?Como diablos consiguieron Pitt y Jessie llegar hasta alli?
– Recorriendo trescientos kilometros a traves de una nacion hostil. No lo comprendo.
Sono el telefono de la linea directa con Langley.
– Diga.
– Soy Martin Brogan, senor presidente. Me informan de La Habana que los investigadores no han detectado todavia ninguna senal radiactiva en ninguno de los barcos.
– ?Han subido a bordo?
– No. Las medidas de seguridad son extremas. Solo pueden pasar en coche frente a los dos barcos amarrados en el muelle. El otro, un petrolero, esta anclado en la bahia. Han dado vueltas a su alrededor en una pequena barca. ^
– ?Que quiere usted decir, Martin? ?Qlie la bomba ha sido descargada y escondida en la ciudad?
– Los barcos han estado bajo estrecha vigilancia desde que llegaron al puerto. No se ha descargado nada.
– Tal vez la radiacion no puede filtrarse a traves de los cascos de acero de los barcos.
– Los expertos de Los Alamos me aseguran que puede filtrarse. El problema esta en que nuestros hombres en La Habana no son expertos profesionales en radiacion. Tambien es un inconveniente que tengan que emplear contadores Geiger comerciales que no son lo bastante sensibles para registrar una senal ligera.
– ?Por que no tienen alli expertos cualificados y provistos del equipo necesario? -pregunto el presidente.
– Una cosa es enviar un hombre en una mision diplomatica y llevando solo un maletin, como su amigo Hagen, y otra muy distinta introducir disimuladamente todo un equipo con doscientos cincuenta kilos de aparatos electronicos. Si tuviesemos mas tiempo, habriamos podido inventar algo. Los desembarcos clandestinos y el lanzamiento de paracaidistas tienen pocas probabilidades de exito, habida cuenta de la muralla defensiva de Cuba. Entrar disimuladamente en barco es el metodo mejor, pero para esto se necesitaria al menos un mes de preparativos.
– Hace usted que esto parezca una enfermedad de la que no se conoce ningun remedio.
– Esto es una buena comparacion, senor presidente -dijo Brogan-. Casi lo unico que podemos hacer es permanecer sentados y esperar… y ver lo que sucede.
– No, no puedo permitirlo. Tenemos que hacer algo en nombre de la humanidad. No podemos dejar que muera toda esa gente. -Hizo una pausa, sintiendo un nudo cada vez mas apretado en el estomago-. Dios mio, no puedo creer que los rusos hagan estallar realmente una bomba nuclear en una ciudad. ?No se da cuenta Antonov de que nos esta hundiendo cada vez mas en un pantano del que no habra manera de salir?
– Todavia existe la esperanza de que Ira Hagen pueda llegar a tiempo hasta Castro.
– ?Cree realmente que Fidel se tomara en serio a Hagen? No es muy probable. Pensara que no es mas que una intriga para desacreditarle. Lo siento, senor presidente, pero tenemos que acorazarnos contra el desastre, porque no podemos hacer nada para remediarlo.
El presidente ya no le escuchaba. Su cara revelaba una terrible desesperacion. Hemos instalado una colonia en la Luna, penso, y sin embargo, los habitantes de la Tierra insisten todavia en matarse los unos a los otros por razones estupidas.
– Convocare una reunion del Gabinete para manana a primera hora, antes del anuncio de la colonia lunar -dijo, desalentadamente-. Tendremos que concebir un plan para rebatir las acusaciones de los sovieticos y los cubanos y recoger las piezas lo mejor que podamos.
67
Salir de la Embajada suiza fue ridiculamente facil. Veinte anos antes se habia excavado un tunel que pasa a treinta metros por debajo de las calles y de las alcantarillas, muy fuera del alcance de cualquier sondeo que hubiesen podido intentar los agentes de seguridad cubanos alrededor de la manzana. Las paredes habian sido impermeabilizadas, pero unas bombas silenciosas funcionaban continuamente para eliminar las filtraciones.