Clark condujo a Pitt hasta el fondo por una larga escalera y, despues, por un pasadizo que discurria por debajo de casi dos manzanas de la ciudad y terminaba en un pozo de escalera. Subieron por ella y salieron a un probador de una tienda de modas.
La tienda habia cerrado hacia seis horas y las prendas exhibidas en el escaparate impedian que pudiese verse desde fuera el interior. Sentados en el almacen habia tres hombres agotados y de aspecto macilento que apenas dieron muestras de reconocer a Clark al entrar este con Pitt.
– No hace falta que sepa los verdaderos nombres -dijo Clark-. Le presento a Manny, a Moe y a Jack.
Manny, un negro corpulento de rostro fuertemente marcado con arrugas, vistiendo una vieja y descolorida camisa verde y unos pantalones caqui, encendio un cigarrillo y se limito a mirar a Pitt con la indiferencia del hombre que esta cansado del mundo. Parecia haber experimentado lo peor de la vida y perdido todas sus ilusiones.
Moe estaba estudiando a traves de sus gafas un libro de frases rusas. Tenia el aire de un academico: expresion perdida, cabellos revueltos y barba perfectamente cuidada. Saludo con la cabeza y sonrio despreocupadamente.
Jack era el prototipo del latino de las peliculas de los anos treinta: ojos chispeantes, complexion vigorosa, dientes blanquisimos, bigote triangular. Lo unico que le faltaba era un bongo. Fue el unico que pronuncio unas palabras de saludo.
–
– Caballeros, les presento… a Sam. Ha presentado una teoria que arroja nueva luz sobre la busqueda.
– Sera mejor que valga la pena de habernos sacado de los muelles - gruno Manny-. No podemos perder tiempo con teorias estupidas.
– Ahora estan mas cerca de encontrar la bomba de lo que estaban hace veinticuatro horas -dijo pacientemente Clark-, Sugiero que escuchen lo que tiene que decir.
– ?Vayase al diablo! -dijo Manny-. Precisamente cuando habiamos encontrado la manera de subir a bordo de uno de los cargueros, nos ha hecho volver.
– Podrian haber buscado hasta el ultimo rincon de esos barcos sin encontrar un ingenio nuclear de una tonelada y media -dijo Pitt.
Manny volvio su atencion a Pitt, mirandole de los pies a la cabeza como un jugador de rugby midiendo a un adversario.
– Muy bien, sabelotodo, ?donde esta nuestra bomba?
– Tres bombas -le corrigio Pitt- y ninguna de ellas nuclear.
Se hizo un silencio en la estancia. Todo, menos Clark, parecian escepticos.
Pitt saco el mapa de debajo de su camisa y lo desplego. Tomo unos alfileres de un maniqui y fijo el mapa en la pared. No iba a dejarse impresionar por la actitud indiferente del grupo de agentes de la CIA. Sus ojos le mostraban que aquellos hombres eran despiertos, exactos y competentes. Sabia que poseian una notable variedad de recursos y la absoluta determinacion de hombres que no se tomaban el fracaso a la ligera.
– El
– Esto no es mas que un fertilizante -dijo Manny.
– Es tambien un producto quimico sumamente volatil -siguio diciendo Pitt-. Si esta cantidad de nitrato de amonio estallase, su fuerza seria mucho mayor que la de las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Estas fueron arrojadas desde el aire y buena parte de su fuerza destructora se perdio en la atmosfera. Cuando el
Exteriormente, Manny, Moe y Jack parecieron no comprender, pues las expresiones de sus caras permanecieron inescrutables. Por dentro, estaban aturdidos por el increible horror de aquella vision infernal de Pitt.
Moe miro a Clark.
– Creo que ha dado en el blanco, ?sabe?
– Yo estoy de acuerdo. Langley interpreto mal el proyecto de los sovieticos. Pueden conseguirse los mismos resultados sin necesidad de recurrir a la fuerza nuclear.
Many se levanto y agarro los hombros de Pitt con sus manos como tenazas.
– Tengo que reconocerlo, hombre. Usted sabe realmente donde esta la mierda.
Jack hablo por primera vez.
– Es imposible descargar aquellos barcos antes de la fiesta de manana.
– Pero pueden ser trasladados -dijo Pitt.
Manny reflexiono durante un momento.
– Los cargueros podrian sacarse del puerto, pero no apostaria yo a sacar a tiempo el petrolero. Necesitariamos un remolcador solo para dirigir su proa hacia el canal.
– Cada milla que pongamos entre aquellos barcos y el puerto significara un ahorro de cien vidas -dijo Pitt.
– Deberiamos tener tiempo bastante para buscar los detonadores -dijo Moe.
– Si pueden ser encontrados antes de que lleguemos a mar abierto, tanto mejor.
– Y si no -murmuro hoscamente Manny-, sera como si todos nos suicidasemos.
– Ahorraras a tu esposa los gastos del entierro -dijo Jack, con sonrisa de calavera-. No quedara nada que enterrar.
Moe parecio dudar.
– Andamos escasos de personal.
– ?Cuantos maquinistas navales podrian encontrar? -pregunto Pitt.
Moe senalo con la cabeza.
– Manny ha sido jefe de maquinas. ?Quien mas se te ocurre, Manny?
– Enrico sabe lo que tiene que hacer en una sala de maquinas. Y tambien Hector, cuando no esta borracho.
– Son tres -dijo Pitt-. ?Y
– Quince, diecisiete incluyendo a Moe y a Jack -respondio Clark.
– En total veinte, y yo soy el veintiuno -dijo Pitt-. ?Y practicos del puerto?
– Todos esos bastardos estan en el bolsillo de Castro -gruno Manny-. Tendremos que gobernar nosotros los barcos.
– Un momento -tercio Moe-. Aunque dominemos las fuerzas de