Una recepcionista uniformada aparecio en el umbral y senalo en la direccion de Victor. Un hombre alto saludo con la cabeza, paso junto a la mujer y se acerco. Victor le indico un sillon al otro lado de la mesa y empezo a hablar por el telefono desconectado. Era un viejo truco en sus interrogatorios, porque le permitia observar al testigo o al sospechoso durante un minuto entero, y retratarle mentalmente. Mas importante aun, era una oportunidad para observar habitos y peculiaridades que podian ser empleados mas tarde para lograr una posicion de ventaja.

El hombre sentado delante de Victor tenia unos treinta y siete o treinta y ocho anos, aproximadamente un metro noventa de estatura y noventa kilos de peso, cabellos negros ligeramente ondulados y sin el menor indicio de gris. La piel estaba tostada por su exposicion al sol durante todo el ano. Las cejas eran negras y bastante pobladas. La nariz, recta y estrecha; los labios, firmes, con las comisuras inclinadas hacia arriba en una ligera pero fija sonrisa. Llevaba una chaqueta deportiva de color azul claro, pantalon blanco y camisa polo de un amarillo palido y con el cuello desabrochado. Todo de buen gusto, sencillo y no demasiado caro, comprado probablemente en Saks y no en una tienda de lujo. No fumaba, pues no se veia el bulto de la cajetilla en la chaqueta o en la camisa. Tenia los brazos cruzados, indicando tranquilidad e indiferencia, y las manos eran estrechas, largas y curtidas. No llevaba anillos ni otras joyas, sino solamente un viejo reloj sumergible de esfera naranja y con munequera de acero inoxidable.

No era un tipo comun. Los otros que se habian sentado en aquel sillon se ponian nerviosos al cabo de un rato. Algunos disimulaban su nerviosismo con una actitud arrogante, y la mayoria miraba a su alrededor, a traves de las ventanas, los cuadros que pendian de las paredes y a los otros oficiales que trabajaban en sus despachos, y cambiaban de posicion, cruzando y descruzando las piernas. Por primera vez en mucho tiempo, Victor se sintio incomodo y en desventaja. Su rutina le habia fallado, su comedia perdio rapidamente eficacia.

El visitante no estaba turbado en absoluto. Miraba a Victor con distraido interes a traves de unos ojos verdes opalinos que poseian una cualidad magnetica. Parecian pasar a traves del detective y, al no encontrar nada de interes, examinar la pintura de la pared de detras de este. Despues miro el telefono.

– La mayoria de los departamentos de policia emplean el Sistema de Comunicaciones Horizon -dijo en tono llano-. Si quiere usted hablar con alguien, le sugiero que apriete el boton correspondiente.

Victor miro hacia abajo. Uno de los cuatro botones estaba encendido, pero no apretado.

– Es usted muy astuto, senor…

– Pitt, Dirk Pitt. Si es usted el teniente Victor, teniamos una cita.

– Soy Victor. -Se interrumpio para colgar el telefono-. Usted fue la primera persona que entro en la cabina de mandos del dirigible Prosperteer, ?no?

– Cierto.

– Gracias por venir, especialmente tan temprano y en domingo. Agradecere su colaboracion para aclarar unas cuantas cuestiones.

– No hay de que. ?Tardaremos mucho?

– Veinte minutos, tal vez media hora. ?Tiene que ir a alguna parte?

– Tengo que tomar un avion para Washington dentro de dos horas.

Victor asintio con la cabeza.

– Tendra tiempo de sobra. -Abrio un cajon y saco un magnetofono portatil-. Vayamos a un sitio mas reservado.

Condujo a Pitt por un largo pasillo hacia un pequeno cuarto de interrogatorios. El interior era espartano; solamente una mesa, dos sillas y un cenicero. Victor se sento e introdujo una cassete nueva en el magnetofono.

– ?Le importa que registre nuestra conversacion? Tomando notas, soy terrible. Ninguna de las secretarias es capaz de descifrar mi escritura.

Pitt se encogio cortesmente de hombros.

Victor puso la maquina en el centro de la mesa y apreto el boton rojo.

– ?Su nombre?

– Dirk Pitt.

– ?Inicial intermedia?

– E, de Eric.

– ?Direccion?

– 266 Airport Place, Washington, D.C. 2001.

– ?Un telefono al que pueda llamarle?

Pitt dio a Victor el numero de telefono de su oficina.

– ?Profesion?

– Director de proyectos especiales de la Agencia Maritima y Submarina Nacional (AMSN).

– ?Quiere describir lo que ocurrio la tarde del sabado 20 de octubre?

Pitt conto a Victor como habia visto el dirigible fuera de control durante la regata maraton de windsurfing; la loca carrera aferrado a la cuerda de amarre, y la captura a pocos metros de un posible desastre. Termino con su entrada en la barquilla.

– ?Toco algo?

– Solamente los interruptores de encendido y de las baterias. Y apoye la mano en el hombro del cadaver sentado a la mesa ante el navegante.

– ?Nada mas?

– El unico otro sitio donde pude dejar una huella digital fue la escalerilla de embarque.

– Y en el respaldo del asiento del copiloto -dijo Victor, con una ironica sonrisa-. E, indudablemente, en los interruptores.

– Veo que se han dado prisa. La proxima vez me pondre guantes de cirujano.

– El FBI se mostro muy diligente.

– Admiro su eficacia.

– ?Se llevo usted algo?

Pitt miro fijamente a Victor.

– No.

– ?Pudo entrar alguien mas y llevarse algun objeto?

Pitt sacudio la cabeza.

– Cuando yo me marche, los guardias de seguridad del hotel cerraron la barquilla. La primera persona que entro despues fue un oficial de policia uniformado.

– Y entonces, ?que hizo usted?

– Pague a uno de los empleados del hotel para que fuese a buscar mi tabla a vela. Tenia una pequena furgoneta y tuvo la amabilidad de llevarmela a la casa donde me hospedaba con unos amigos.

– ?En Miami?

– Coral Gables.

– ?Puedo preguntarle que estaban haciendo en la ciudad?

– Termine un proyecto de exploracion en el mar para la AMSN y decidi tomarme una semana de vacaciones.

– ?Reconocio a alguno de los cadaveres?

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