– Eres el unico de la tripulacion que no lleva el chaleco salvavidas.

El capitan se miro el chubasquero amarillo y sonrio.

– Tenia tantas cosas en la cabeza que se me olvido. -Se volvio hacia el puente y hablo a traves del microfono-: Senor Maverick…

– ?Senor?

– El barco es suyo. Tiene el mando.

– Si, capitan, el puente tiene el mando.

– Bien, caballeros, hoy habeis salvado unas cuantas vidas -dijo Barnum a Pitt y Giordino-. Ha sido un acto de autentico heroismo traer los cables hasta el Sea Sprite.

Las expresiones de Pitt y Giordino reflejaron el embarazo que les producia la alabanza. Pitt fue el primero en reaccionar.

– En realidad, no fue nada extraordinario -replico con un tono divertido-. Otra mas de nuestras muchas hazanas.

Barnum no se dejo enganar por la replica. Conocia a los dos hombres lo bastante bien como para saber que preferirian morir antes que vanagloriarse de lo que habian hecho.

– Alla vosotros si quereis quitaros meritos, pero insisto en que habeis hecho un trabajo de primera. Bueno, basta de charla. Vayamos al puente. No me vendria mal una taza de cafe.

– ?No tienes algo mas fuerte? -pregunto Giordino.

– Creo que te podre complacer. Me hice con una botella de ron de mi cunado la ultima vez que estuvimos en puerto.

– ?Se puede saber cuando te casaste? -dijo Pitt.

Barnum se limito a sonreir como unica respuesta y camino hacia la escalerilla que conducia al puente.

Antes de tomarse su bien merecido descanso, Pitt entro en la sala de comunicaciones y le pidio a Jar que llamara a Dirk y Summer. Despues de intentarlo varias veces, Jar sacudio la cabeza.

– Lo siento, senor Pitt. No responden.

– Eso no me hace ninguna gracia -dijo Pitt pensativamente.

– Sera consecuencia de algun problema de menor importancia -comento Jar, sin perder el optimismo-. Es probable que la tormenta estropeara las antenas.

– Confiemos en que eso sea todo.

Pitt fue hasta el camarote del capitan. Barnum y Giordino estaban bebiendo una copa de ron Gosling.

– No hay comunicacion con el Pisces -les dijo.

Barnum y Giordino intercambiaron una mirada de preocupacion. El tono festivo desaparecio en el acto. Despues Giordino procuro tranquilizar a Pitt.

– El habitaculo esta construido como un tanque. Joe Zavala y yo lo disenamos. Tiene todos los sistemas de seguridad posibles. Es imposible perforar el casco, y mucho menos a una profundidad de quince metros. Lo construimos para que resistiera a una profundidad de ciento cincuenta.

– Te olvidas de las olas de treinta metros -senalo Pitt-. El Pisces quiza quedo al aire con el paso de un seno, y luego pudo verse arrancado de sus pilotes por la siguiente ola y acabar lanzado contra las rocas. Un impacto de esas caracteristicas podria romper facilmente la ventana.

– Es posible -admitio Giordino-, pero no probable. Mande que hicieran la ventana con un plastico reforzado capaz de resistir el impacto directo de un proyectil de mortero.

Sono el telefono de Barnum; era Jar, desde la sala de comunicaciones. El capitan escucho el mensaje y colgo.

– Hemos recibido un mensaje del capitan de uno de los remolcadores del Ocean Wanderer. Acaban de salir del puerto y esperan estar aqui dentro de hora y media.

Pitt se acerco a la mesa de cartas y cogio las reglas. Midio la distancia entre su actual posicion y la equis que marcaba en la carta la posicion del Pisces.

– Una hora y media para la llegada de los remolcadores -manifesto con un tono pensativo-. Otra media hora para soltar los cables y ponernos en marcha. Despues otras dos horas hasta el habitaculo, quiza menos si navegamos a toda maquina. En total poco mas de cuatro horas para llegar al sitio. Rezo a Dios por que los chicos esten bien.

– Hablas como el padre de una hija quinceanera que no ha vuelto a casa pasada la medianoche -comento Giordino, en un intento por aliviar los temores de Pitt.

– Estoy de acuerdo -dijo Barnum-. El arrecife de coral tuvo que protegerlos de lo peor de la tormenta.

Pitt no acababa de convencerse. Comenzo a pasearse por el camarote.

– Espero que esteis en lo cierto -opino en voz baja-, pero las proximas horas seran las mas largas de mi vida.

Summer se tendio en la colchoneta de la litera que habia colocado en la pared del habitaculo ahora convertida en suelo. Respiraba lentamente, procurando no hacer ningun esfuerzo para ahorrar el maximo de aire. Miraba a traves de la ventana los brillantes peces de colores que habian reaparecido despues de la tormenta y que ahora nadaban alrededor del habitaculo y observaban con curiosidad a las criaturas que se encontraban en el interior. Por mucho que lo intentara, no podia evitar preguntarse si aquella seria su ultima vision antes de morir por asfixia.

Dirk se estrujaba el cerebro intentando encontrar una via de escape. No la habia. Utilizar la botella de aire que les quedaba para llegar a la superficie no era una idea practica. Aun cuando encontrara la manera de abrir la salida principal, algo dudoso aunque hubiese tenido un martillo neumatico, la presion del agua a una profundidad de cuarenta metros era de cuatro kilos por centimetro cuadrado. Entraria en el habitaculo con la fuerza de un canonazo y los aplastaria contra la pared.

– ?Cuanto aire nos queda? -pregunto Summer en voz baja.

Dirk echo una ojeada a los indicadores.

– Dos horas, quiza algunos minutos mas.

– ?Que ha pasado con el Sea Sprite? ?Por que Paul no ha venido a buscarnos?

– Es probable que el barco ya este aqui -respondio Dirk, sin mucha conviccion-. Nos estaran buscando, solo que todavia no saben que estamos metidos en el fondo de un canon.

– ?Crees que el huracan lo envio a pique?

– No hay huracan capaz de hundir al Sea Sprite -afirmo Dirk.

Permanecieron en silencio mientras Dirk intentaba de nuevo reparar el equipo de radio averiado, en un inutil intento de conseguir que funcionara. No habia nada que reflejara su inquietud mientras reparaba las conexiones. Lo hacia con una concentracion absoluta. Los hermanos no hablaban porque asi economizaban el aire.

Las dos horas siguientes les parecieron eternas. En la superficie, el sol iluminaba de nuevo el banco de la Natividad. A pesar de su obstinacion, Dirk no conseguia reparar el equipo de radio y acabo por renunciar a sus intentos.

Noto que cada vez le costaba mas respirar. Por enesima vez rniro los indicadores que senalaban la cantidad de aire que quedaba en los tanques. Todas las agujas estaban a cero. Dirk se acerco para sacudir suavemente a Summer, que se habia quedado dormida debido a la escasez de oxigeno en el interior del Pisces.

– Despierta, hermanita.

Summer abrio sus ojos grises y lo miro con una serenidad que desperto en Dirk el amor fraternal que es tipico entre los hermanos mellizos.

– Despierta, dormilona. Tenemos que respirar de la botella. -Coloco la botella entre los dos y le paso la boquilla del regulador-. Las damas primero.

Summer comprendio con todo el dolor del alma que se enfrentaban a una situacion que no podia modificar. La sensacion de impotencia era algo desconocido para ella. Siempre habia tenido el control de su vida. En esos momentos, en cambio, no habia nada que pudiera hacer, y eso la desmoralizaba.

Dirk, por su parte, se sentia mas frustrado que impotente. Lo dominaba la sensacion de que los hados desbarataban todos sus intentos por escapar del habitaculo, que se habia convertido en una camara de ejecucion. No dejaba de pensar en que encontraria una salida antes de dar la ultima bocanada, pero todos los planes que se le ocurrian lo llevaban a una via muerta.

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