La posibilidad de que murieran alli adentro se estaba convirtiendo rapidamente en una realidad indiscutible.

14

El sol se ocultaba detras del horizonte y solo faltaban unos minutos para el crepusculo. La velocidad del viento habia amainado hasta convertirse en una brisa fuerte del este que ondulaba y oscurecia el mar. La tension habia ido en aumento entre los tripulantes cuando corrio la noticia de que se habia perdido toda comunicacion con el Pisces, y ahora se cernia sobre el Sea Sprite como una nube negra.

El temor de que Dirk y Summer hubiesen sido victimas del huracan crecia por momentos. Solo una de las lanchas neumaticas con fondo rigido habia resistido la furia del huracan, aunque con averias. Las otras tres lanchas que completaban la flotilla que llevaba el Sea Sprite habian sido engullidas por las olas. Mientras navegaban a toda velocidad al fondeadero anterior en el banco de la Natividad, habian reparado la lancha para que pudiera transportar a tres buceadores. Pitt, Giordino y Cristiano Lelasi, un buceador e ingeniero italiano que se encontraba a bordo del barco de la NUMA para dirigir las pruebas de un nuevo sumergible automatico, se encargarian de la operacion de busqueda y rescate.

Los tres hombres estaban reunidos con la mayor parte de la tripulacion y los cientificos en la sala de conferencias de la nave. Escuchaban con atencion mientras Barnum les explicaba las caracteristicas del fondo marino a Pitt y Giordino. Hizo una pausa para mirar al gran reloj instalado en uno de los mamparos.

– Tardaremos otra hora en llegar a la posicion anterior.

– Dado que no hemos tenido contacto radiofonico -comento Giordino-, partiremos del supuesto de que el Pisces resulto averiado por el huracan. Si la teoria de Dirk es correcta, todo apunta a que las olas pudieron apartar el habitaculo de su ultima posicion conocida.

– Si cuando lleguemos a la posicion anterior el habitaculo no esta alli -manifesto Pitt-, comenzaremos la busqueda siguiendo la cuadricula hecha por el ordenador GPS. Nos desplegaremos. Yo ire en el centro, con Al a mi derecha y Cristiano a la izquierda. Recorreremos el banco en direccion este.

– ?Por que hacia el este? -pregunto Lelasi.

– Era la direccion que seguia la tormenta cuando paso por el banco de la Natividad -respondio Pitt.

– Acercare el Sea Sprite al arrecife el maximo posible -manifesto Barnum-. No echare el ancla, de forma que podamos movernos sin demora si es necesario. El primero que vea el habitaculo, que informe de la posicion y el estado.

– ?Alguna cosa mas? -le pregunto Pitt a Lelasi.

El fornido italiano sacudio la cabeza.

Todos miraron a Pitt con una expresion de profunda solidaridad. No buscaban a unos desconocidos. Dirk y Summer habian sido sus companeros durante los ultimos dos meses y eran mucho mas que unos simples conocidos. Eran aliados en el estudio y la proteccion del mar. Nadie estaba dispuesto a aceptar que los hermanos se habian perdido para siempre.

– Pues entonces, adelante -dijo Pitt-. Dios os bendiga por vuestra ayuda.

Pitt solo deseaba una cosa: encontrar a sus hijos sanos y salvos. Aunque no habia sabido de su existencia durante los primeros veintidos anos de sus vidas, los queria con locura desde el momento en que habian aparecido en la puerta de su casa. La unica pena que lo atormentaba era no haber estado con ellos durante su infancia. Tambien lo apenaba profundamente no haber sabido que la madre habia estado viva durante todos aquellos anos.

La otra persona en el mundo que habia llegado a querer a Dirk y Summer tanto como Pitt era Giordino. Se habia convertido en su tio adoptivo, y era para los muchachos un refugio al que acudir cuando el padre se mostraba empecinado o sobreprotector.

Los tres buceadores salieron de la sala y se dirigieron a la rampa sujeta a la borda que llegaba hasta el agua. Un tripulante se habia encargado de bajar la maltrecha lancha y habia puesto en marcha los motores fuera de borda.

Pitt y Giordino se vistieron esta vez con trajes enteros, reforzados en las rodillas, los codos y los hombros para protegerlos del filo del coral. Tambien habian decidido utilizar botellas en lugar del respirador de circuito cerrado. Antes de colocarse las mascaras verificaron el funcionamiento de los equipos de comunicacion. Luego, con las aletas en una mano, descendieron por la rampa y subieron a la lancha con sus equipos. Mientras se acomodaban, el marinero se encargo de mantener la lancha contra la rampa. Pitt se sento en el puesto de mando y acelero los motores en cuanto el marinero solto las amarras.

Pitt habia introducido en el aparato GPS las ultimas coordenadas conocidas del Pisces y se dirigio directamente al lugar, que estaba a menos de cuatrocientos metros. Ansioso por llegar hasta alli y asustado por lo que pudiera encontrar, Pitt acelero al maximo y la embarcacion comenzo a planear sobre las olas a una velocidad de casi setenta kilometros. Cuando los numeros en la pantalla del GPS le indicaron que estaba cerca, redujo la velocidad al minimo y dejo que el impulso los llevara hasta el lugar exacto.

– Tendriamos que estar en la vertical -anuncio.

No habia acabado de decirlo cuando Lelasi se dejo caer por la borda con un suave chapoteo y desaparecio en las profundidades. Al cabo de tres minutos salio a la superficie. Se sujeto con una mano del cabo que rodeaba la borda y de un solo envion se subio a la lancha, sin quitarse las botellas de aire.

Giordino observo la hazana con una expresion divertida.

– Me pregunto si aun podria hacerlo.

– Yo seguro que no -afirmo Pitt.

Se arrodillo junto a Lelasi, que sacudio la cabeza y le respondio a traves de la radio.

– Lo siento, signore -dijo con un fuerte acento italiano-. El habitaculo no esta. Solo he visto unos pocos bidones y objetos pequenos.

– No hay manera de saber cual es la posicion exacta -comento Giordino con tono sobrio-. Las olas han podido arrastrarlo mas de un kilometro.

– Entonces lo seguiremos -afirmo Cristiano animosamente-. Tenia razon, senor Pitt. El coral se ve aplastado en un rastro que va hacia el este.

– Para ahorrar tiempo, buscaremos desde la superficie. Asomad la cabeza por encima de la borda. Al, tu a estribor. Cristiano, a babor. Guiadme oralmente y senalad el rastro del coral roto. Yo pilotare de acuerdo con vuestras indicaciones.

Colgados por encima de las bordas de la neumatica, Giordino y Lelasi miraron a traves del cristal de sus mascaras y siguieron el camino del habitaculo arrastrado por la tormenta. Pitt pilotaba como un hombre en trance. Mantenia mecanicamente la proa en el rumbo que le indicaban Giordino y Lelasi, mientras su mente repasaba los ultimos dos anos, cuando sus hijos habian entrado en su aventurera existencia, algunas veces solitaria.

Recordo el momento en que habia conocido a la mujer que seria su madre en el viejo hotel Ala Moana en la playa de Waikiki. Estaba sentado en el bar del hotel en compania del almirante Sandecker cuando ella aparecio como una vision, con los largos cabellos rojos que le caian sobre los hombros. Cubria su cuerpo escultural con un ajustado vestido chino de seda verde, con un corte a cada lado que llegaba hasta los muslos. El contraste cortaba el hipo. A pesar de ser un solteron recalcitrante que nunca habia creido en el amor a primera vista, comprendio en el acto que se habia enamorado perdidamente. Por desgracia, creyo que ella se habia ahogado cuando la vivienda submarina de su padre en la costa norte de Hawai se habia desmoronado como consecuencia de un terremoto. Habia nadado con el hasta la superficie, pero despues, antes de que pudiera detenerla, habia vuelto a sumergirse en un intento por rescatar a su padre.

No la habia vuelto a ver nunca mas.

– El rastro en el coral se acaba dentro de quince metros -grito Giordino, que saco la cabeza fuera del agua.

– ?Has visto el habitaculo? -pregunto Pitt.

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