dejarlo para ir a buscar ayuda o meterlo en el coche.

Sabia que podia agravar su estado si intentaba moverlo, dependiendo de cuales fueran sus heridas, pero no podia dejarlo abandonado en la carretera.

Lily penso en el conductor del vehiculo que acababa de ver. Se habia alejado a toda velocidad al comprobar que se acercaba para pedir ayuda. Su extrano comportamiento, y la manera en que habia aparecido el chico, de repente, le hacia pensar que estaba huyendo de algo.

De repente, penso en otra posibilidad y se estremecio. Tal vez aquel hombre se encontrara observando la escena a una distancia prudencial, esperando para ver si dejaba solo al chico.

Por primera vez sintio el frio de la noche. Penso que los delincuentes no tenian por costumbre permanecer en la escena del crimen para ver lo que pasaba. Generalmente ponian tierra de por medio. Con todo, la idea de dejar solo al chico la asustaba.

En aquel momento el joven gimio de nuevo y abrio los ojos.

– ?Te encuentras bien? -pregunto, con voz temblorosa- no te vi. Al dar la curva me encontre de repente contigo. Intente parar, de verdad. Lo siento tanto… ?Donde te duele? maldita sea, ?donde estan los medicos cuando se los necesita? o te preocupes, ire a buscar ayuda.

Lily intento alejarse, pero el chico agarro su mano con una fuerza sorprendente. La mujer lo miro, sorprendida. Victor miro hacia la carretera y ella comprendio lo que queria.

– Se ha marchado. Cuando me detuve, salio disparado a toda velocidad. Si es amigo tuyo creo que deberias elegir mejor…

– No era amigo mio -dijo con dificultad.

– Mira, necesitas ayuda. Tengo que dejarte aqui, pero vivo justo al otro lado de la carretera. Llamare a una ambulancia.

– No, no, estoy bien…

Observo horrorizada al chico, que hizo un esfuerzo sobrehumano para sentarse a pesar del evidente dolor que sentia.

– No es cierto, no estas bien. Puede que estes gravemente herido, hijo.

– No soy su hijo -susurro.

Lyly noto la amargura de su voz, una amargura que le dijo mas sobre aquel joven de lo que Victor habria querido. Pero con un chico asi no podia mostrar debilidad.

– Estas herido -dijo con firmeza-. Y no se hasta que punto. Si me ayudas a subirte al coche, te llevare a un hospital. Si no, llamare a la policia para que envie una ambulancia.

– No llame a nadie -rogo con debilidad-. Estoy bien, de verdad.

Como para probar lo que decia, intento levantarse. Pero solo consiguio quedarse de rodillas, doblado hacia delante.

Lily sintio panico.

– Puedes ser todo lo obstinado que quieras, pero no puedo dejarte aqui. No lo hare. Al atropellarte te has convertido en mi responsabilidad.

– No, por favor, olvidelo. Estoy bien, pero… no llame a nadie.

Resultaba evidente que el chico estaba huyendo de algo o de alguien. Tal vez de la ley, aunque no lo creia. No tenia aspecto de delincuente. Aunque bien pensado, pocos delincuentes lo tenian.

Por si fuera poco, estaba herido. Podia tener heridas internas, o una conmocion. Apenas podia hablar, y no conseguia ponerse en pie.

Entonces, tomo una decision. Tenia cierta amiga que no haria ninguna pregunta. Pero no pensaba decirselo todavia.

– No debes temer de mi. No llamare a nadie si vienes conmigo. Comprende que no puedo dejarte aqui. Elige. O vienes conmigo o llamo a la policia. Y no creo que tengas fuerzas para huir de ellos. Si crees que me equivoco, intentalo.

Lily tomo su silencio por un acuerdo tacito.

– Como acabo de decir, vivo al otro lado de la carretera. Me asegurare de que estas bien. Estaras a salvo conmigo hasta que puedas continuar tu camino.

Santos dudo, como si considerara la posibilidad de resistirse, pero no lo hizo. Se dirigieron hacia el coche, aunque apenas podia caminar y necesitaba apoyarse en ella todo el tiempo.

Tardaron varios minutos en llegar al vehiculo, pero al final lo consiguieron. Lily lo ayudo a subir a la parte delantera y arranco. Doscientos o trescientos metros mas adelante, tomo el camino que llevaba a la mansion. Solo entonces miro al joven que la acompanaba. Miraba fijamente hacia delante, y estaba tenso cormo si en cualquier momento, si observaba algo peligroso, fuera capaz de saltar del coche.

Sintio una terrible lastima por el. Sabia lo que significaba ser un marginado, no pertenecer a ninguna parte, estar solo.

No en vano, habia pasado sola toda la vida. Apreto las manos sobre el volante, dominada por un in tenso dolor que no la habia abandonado ni un solo dia de su existencia. No podia olvidar a Hope, ni a su amada Glory. Deseaba estar con ellas y compartir sus vidas.

A veces subia al coche y esperaba ante el hotel Saint Charles solo para poder verlas durante un segundo. La ultima vez, habia conseguido su objetivo. Hope y Glory salieron del hotel, y durante un segundo el sol ilumino sus rostros. El simple hecho de verlas la lleno de alegria. Pero no era suficiente. Las necesitaba, y su querencia rota la carcomia dia y noche.

Cerro los dedos. Solo habia deseado una cosa: que su hija tubiera una buena vida, una vida alejada de la que ella habia llevado. Y lo habia conseguido. Hasta comprendia que su hija no quisiera saber nada sobre ella. Queria mantener las distancias, y entendia su actitud aunque le hubiera negado a Glory la posibilidad de conocer a su abuela, aunque se avergonzara de ella.

No en vano, Lily tambien se avergonzaba de si misma.

Aunque la prostitucion fuera, en el fondo, un trabajo como otro cualquiera. Un trabajo que, como todos, generalmente no se le elegia.

Sin embargo, su capacidad de comprension no aliviaba el dolor que sentia. Sabia que hasta el dia de su muerte estaria condenada a sufrir de nostalgia, a llorar lo que habia perdido, a vivir sola.

Al llegar al final del camino, detuvo el vehiculo.

– Ya hemos llegado. Espera. Te ayudare a salir.

– Puedo hacerlo solo.

– Muy bien.

Lily salio del vehiculo y Victor la miro, pero no dijo nada.

Era un chico muy obstinado. No obstante, la mujer sintio una profunda admiracion por su actitud. Aun herido y asustado se mantenia en sus trece.

Habia conocido a otras personas como el, a las que tambien habia ayudado. Chicos solos, hombres solos. Y comprendia su comportamiento.

Entraron en la casa por la puerta de atras. Lily encendio la luz de la cocina. Entonces vio que tenia una gran mancha de sangre en el muslo izquierdo.

– Sientate aqui -dijo, asustada-. Voy a buscar unas vendas.

– Me prometio que no llamaria a nadie…

– Lo se. No te preocupes -lo miro-. Vuelvo enseguida.

Minutos mas tarde regreso con un poco de alcohol, vendas y una toalla de bano. Lleno un bol con agua templada y mojo la toalla.

– Tendras que quitarte los pantalones. No podre curarte la herida si no lo haces.

El chico se ruborizo.

– Senora, no pienso quitarme los pantalones.

Lily hizo un esfuerzo por no sonreir. Su rubor no encajaba en la imagen de chico duro que pretendia dar.

– Te aseguro que he visto a muchos hombres sin pantalones. No tienes nada que temer de una vieja como yo. Toma la toalla. Puedes taparte con ella si te sientes mejor.

Santos la tomo y Lily se dio la vuelta, sonriendo.

– Ya esta.

El chico habia regresado a la silla, y se habia cubierto con la toalla.

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