encontrado un bosque apartado de los senderos, desde donde se veian las luces de la ciudad. Lin podia entonces quitarse sus medias de seda, que eran particularmente fascinantes. Este tipo de articulo de lujo solo lo vendian en las tiendas reservadas al personal que trabajaba para una mision en el extranjero y era imposible encontrarlo en las tiendas normales. Ya no tenian tiempo de subir a la colina, se contentaron con quedarse de pie bajo la sombra de un gran arbol que no estaba lejos de la entrada. Tenia que hablar claramente con Lin, decirle que tenian que poner fin a esa relacion. Pero Lin se puso a llorar y el no sabia que hacer; le tomo la cara con las dos manos y le seco las lagrimas de las mejillas. Sin embargo, Lin lloraba cada vez con mayor desconsuelo. La beso y se abrazaron como amantes, con el corazon roto. No pudo evitar besar su cara, sus labios, su cuello, sus senos y su vientre, cuando se oyo desde los altavoces:

– ?Camaradas, prestad atencion, por favor!

En aquella epoca, en todos los parques habia altavoces estridentes que hacian vibrar los timpanos de los viandantes cuando los ponian en marcha. Los dias festivos emitian sin parar cantos revolucionarios, pero en dias laborables solo funcionaban durante el cierre de las puertas para echar a los visitantes.

– ?Camaradas, prestad atencion, por favor! ?Es hora de desalojar el parque y cerrar las puertas!

Le rompio las medias bajo el vestido, penso que seria la ultima vez. Lin lo estrecho contra ella con fuerza, le temblaba todo el cuerpo. Sin embargo, no seria la ultima vez; pero dejaron de dirigirse la palabra en el trabajo. En las citas posteriores, antes de separarse, debian fijar un lugar de encuentro preciso, en un punto concreto de un muro, o bajo un arbol que no estuviera iluminado por la luz de las farolas. En cuanto estaban en la calle, primero subia uno y luego el otro en la bicicleta, y respetaban una distancia de unos veinte metros entre ellos. Cuanto mas secreta se hacia su relacion, mayor gusto le cogia a los amores adulteros, y veia con mayor claridad que aquello tenia que acabar un dia u otro.

12

Te despierta el timbre del telefono, no sabes si responder o no.

– Debe de ser una mujer, ?has olvidado alguna cita? Con la cabeza apoyada sobre la almohada, te mira con los ojos adormilados y la cara vuelta hacia ti.

– Deben de llamar de recepcion -dices tu.

– Mientras dormias, han llamado a la puerta -te dice con voz cansada.

Levantas la cabeza, un rayo de sol da sobre el respaldo de un sillon a traves de la colgadura de terciopelo y las cortinas de gasa blanca. Han pasado el periodico por debajo de la puerta. Extiendes la mano para descolgar el auricular, pero el telefono deja de sonar.

– ?Hace mucho que te has despertado? -preguntas. -Estaba agotada, has roncado mientras dormias. -Me tendrias que haber despertado. ?No has dormido nada?

Acaricias sus hombros redondos; ahora su cuerpo te resulta familiar, al igual que su dulce olor.

– He visto que dormias tan bien que he preferido dejarte, ya que hace dos noches que no pegas ojo.

Un velo cubre sus ojos profundos y su mirada se pierde.

– Te ha ocurrido lo mismo a ti, ?verdad?

Tu mano se desliza por su hombro hacia abajo, agarras sus senos y los aprietas el uno contra el otro.

– ?Me quieres volver a follar? -pregunta ella con cierto abatimiento, inclinando la cabeza hacia ti.

– ?No, mujer! Margarita…

No sabes como explicarte.

– Ya te has desahogado suficiente; has dormido tranquilamente sobre mi cuerpo.

– Vaya, ?como si fuera un animal!

– No pasa nada, todos los hombres sois como animales, pero las mujeres necesitamos sobre todo sentirnos seguras. -Se rie con dulzura.

Le dices que te sientes bien con ella, que es realmente generosa.

– Eso depende de con quien estoy; no mimo a cualquiera.

– ?Esta claro!

Le dices que le agradeces que sea tan buena contigo.

– Sin embargo, tarde o temprano me olvidaras -te dice-. Bueno, dentro de nada, manana mismo, ya que probablemente deben de ser ya las doce, lo que significa que vuelvo manana a Alemania, y tu tienes que volver a Paris. No podremos estar juntos.

– ?Seguro que nos volveremos a ver!

– Si nos volvemos a ver, sera solo como amigos; no quiero convertirme en tu amante.

Te aparta las manos de su pecho.

– Pero ?por que, Margarita?

Te sientas sobre la cama y la miras.

– Tienes una mujer en Francia -dice ella-, es imposible que no tengas pareja.

Su voz chirria. No sabes que decir. El rayo de sol que daba sobre el respaldo del sillon ha descendido ligeramente.

– ?Que hora es?

– No se.

– ?Y tu, no tienes pareja? Seguro que si.

Eso es todo lo que se te ocurre responderle.

– No me apetece continuar esta relacion sexual contigo, pero pienso que podemos seguir siendo amigos, e incluso buenos amigos. No pense que todo podria complicarse tanto de golpe.

– ?Que ocurre?

Le dices que la quieres.

– No, no me digas eso, no me lo creo, cuando un hombre hace el amor con una mujer, siempre dice lo mismo.

– Margarita, contigo no es lo mismo.

Te gustaria tranquilizarla.

– Es unicamente porque soy judia. ?No has salido nunca con una? Tan solo me has necesitado durante un tiempo, pero no me entiendes en absoluto.

Le dices que te encantaria comprenderla, pero permanece callada; tu le dices muchas cosas, pero sigue sin decir nada, te acuerdas de lo que murmuraba mientras haciais el amor.

– Has deseado mi cuerpo, no a mi.

Despues de decir eso, se encoge de hombros; pero le dices que te encantaria comprenderla, conocer su vida, sus sentimientos, quieres saberlo todo de ella.

– ?Para poder escribir sobre eso?

– No, para que seamos buenos amigos, ya que no podemos ser amantes.

Le dices que ha despertado en ti muchas sensaciones, no solo sexuales, creias haber olvidado todos esos recuerdos que ella ha reavivado.

– Creias haberlos olvidado, pero en realidad simplemente no pensabas en ellos. Es imposible borrar el sufrimiento, olvidar esas cosas.

Esta tumbada de cara, tiene los ojos muy abiertos, sus ojos parecen de un gris azulado, sin maquillaje; en su pecho destacan los pezones rosa con sus palidas aureolas. Se tapa con la sabana y te dice que no la mires asi. Odia su cuerpo, ya te lo dijo mientras haciais el amor.

– Margarita, eres realmente preciosa, tu cuerpo tambien es muy hermoso.

Dices que te gustan las mujeres atractivas de los cuadros de Klimt y que te gustaria que el sol iluminara su cuerpo para verlo mejor.

– ?No corras la cortina! -te retiene.

– ?No te gusta el sol? -preguntas.

– No quiero ver mi cuerpo a la luz del dia.

– ?Eres realmente especial! No pareces una occidental, sino una china.

– Porque todavia no me entiendes.

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