cantidad de gallinas. Asi podriamos torcerles el pescuezo.
— Para de decir tonterias. Pues bien, ese medico me dijo cosas muy sensatas. Que no tenemos… amigos de nuestra misma edad, y, naturalmente, no nos quedan familiares, por lo que solo tenemos a las mujeres. Pero que ahora una mujer es mucho mas dificil de encontrar que varias. Y tiene razon. Ya me he convencido de ello.
— Hal, se que eres mas inteligente que yo. Siempre has hecho cosas tan…, tan imposibles.
Cosas que debian de ser increiblemente dificiles, para que no pudieras conseguirlas asi como asi, sino tras inauditos esfuerzos. Nunca te gusto lo facil. No me mires de ese modo. No me das miedo, ya lo sabes.
— Gracias a Dios. Solo faltaria eso.
— Bueno, pues…, ?que iba a decirte? ?Ah, si! Al principio pense que eras un solitario y que por eso te distraias con tus estudios, y que tambien querias ser algo mas que un piloto y un hombre que vigila que el cacharro funcione. Esperaba el momento en que empezarias a arrugar la nariz ante todos nosotros, y debo decir que crei que ya empezabas a hacerlo cuando llevaste a Normess y Venturi hasta la desesperacion con tus diversas preguntas y te mezclaste tan discretamente en sus discusiones tecnicas. Pero entonces se produjo la explosion, ?recuerdas?
— Si. Durante la noche.
— Exacto. Y luego Kerenea y Arturo y aquella luna. Amigo mio, aun sueno de vez en cuando con esa luna, y una vez me cai de la cama sonando con ella. ?Ah, esa luna! Pero ?que queria decir…? Ya empiezo a chochear, me olvido continuamente de todo… Ah, si, entonces paso todo aquello y yo comprendi que me habia equivocado contigo. Eres asi, no puedes ser de otro modo. ?Recuerdas que pediste a Venturi su ejemplar de aquel libro rojo? ?Que clase de libro era?
— La topologia del hiperespacio.
— Eso mismo. Y el dijo: «Esto es demasiado dificil para usted, Bregg. No tiene los conocimientos basicos…» Me eche a reir, porque Olaf imito estupendamente la voz de Venturi.
— Y tenia razon, Olaf. Era demasiado dificil.
— Si, entonces, pero despues has logrado entenderlo, ?no?
— Si, pero… sin satisfaccion. Ya sabes por que. Un pobre diablo, el tal Venturi.
— No digas nada. No se quien ha de compadecer a quien, a la vista de los sucesos posteriores.
— El ya no puede compadecer a nadie. Aquel dia tu estabas en la cubierta superior, ?verdad?
— ?Yo? ?En la cubierta superior? ?Muchacho, estaba justo a tu lado!
— Si. Si de pronto no lo hubiera soltado todo a la refrigeracion, quiza el resultado habria sido unas simples quemaduras. Como en el caso de Arne. Debio de perder la cabeza.
— Desde luego. ? Vaya, no tienes precio! ?Arne murio exactamente igual!
— Cinco anos despues. Cinco anos son siempre cinco anos.
— ?De aquellos anos?
— Ahora hablas asi, y antes, en el agua, cuando lo he dicho yo, me has reconvenido.
— Porque habia sido insoportable, aunque tambien magnifico. Vamos, confiesa…, pero no, ?para que? Cuando saliste de aquel agujero, en Kere…
— ?Deja en paz de una vez ese agujero!
— No, no, porque fue entonces cuando comprendi que hay dentro de ti en realidad. En aquella epoca no nos conociamos tan bien como despues. Cuando, un mes mas tarde, Gimma me dijo que Arder volaria contigo, pense… ?Bueno, ya no me acuerdo! Fui a verle, pero no dije una palabra. Como es natural, el lo adivino en seguida. «Olaf — me dijo —, no te enfades.
Eres mi mejor amigo, pero ahora volare con el y no contigo porque…» ?Sabes que me dijo?
— No — conteste. Tenia un nudo en la garganta.
— «…Porque ha sido el unico que ha bajado. Y completamente solo.» Nadie creia que se pudiera bajar. El tampoco. ?Acaso tu pensaste que volverias?
Guarde silencio.
— ?Lo ves! Me dijo: «O volvera conmigo, o no volvera ninguno de los dos…» — Y volvi yo solo… — murmure.
— Si, volviste solo. No te reconoci. ?Vaya susto que me diste! Estaba abajo, junto a las bombas…
— ?Tu?
— Si. Y entonces vi… a un desconocido. Un hombre totalmente desconocido. Pense: «Es una alucinacion.» Ademas, tu traje era rojo.
— Por el orin. Mi tubo se habia reventado.
— Ya lo se. ?A quien se lo cuentas? Yo mismo arregle despues ese mismo tubo. Vaya aspecto que tenias. Y un poco despues…
— ?El incidente con Gimma?
— Si. No figura en las actas. Y el propio Gimma corto las bandas sonoras una semana despues. Pense que ibas a estrangularle. Por todos los cielos.
— No me hables de eso — dije. Sentia que pronto empezaria a temblar —. ?No hables mas de eso, Olaf, te lo ruego!
— No te pongas asi. Arder era mas amigo mio que tuyo.
— Mas o menos amigo…, ?que tiene que ver aqui? Eres un idiota. ?Si Gimma le hubiese dado un aparato de repuesto, ahora estaria aqui con nosotros! Pero Gimma siempre queria economizar en todo; tenia miedo de quedarse sin transistores. ? En cambio no tenia miedo de quedarse sin hombres! Yo… — me interrumpi —. ?Olaf, esto es una locura! No sigamos.
— Hal, me parece que no podemos dejarlo, al menos mientras estemos juntos. Entonces Gimma no tenia mas…
— ?Dejame en paz con Gimma, Olaf! Basta, se acabo. ? No quiero oir ni una palabra mas!
— ?Tampoco puedo hablarte de mi?
Me encogi de hombros. El robot blanco se acerco para quitar la mesa, pero solo miro desde el vestibulo y se fue. Tal vez le habia asustado el tono exagerado de nuestras voces.
— Hal, dime. ?Por que estas tan enfadado?
— No te hagas el tonto.
— No, dime la verdad.
— ?Que quiere decir «por que»? Fui yo quien tuvo la culpa.
— ?Que?
— Si, de lo de Arder.
— ?Que? — repitio.
— Claro. Si antes de la salida me hubiese negado, Gimma habria tenido que…
— ?Vamos! ?Como podias saber que se le estropearia precisamente la radio? ?Y si hubiera sido otra cosa?
— Si, si… Pero no fue otra cosa. Fue la radio.
— Espera. ?Y has llevado esto dentro durante seis anos sin decir nada?
— ?Que iba a decir? Creia que estaba suficientemente claro, ?no?
— ?Por todos los cielos! ?Que dices, hombre! Reflexiona un poco. Si lo hubieras dicho, todos se habrian dado un golpe en la frente. ?Y acaso tambien fue culpa tuya que a Ennesson se le desfocalizara el haz? ?Eh?
— No. El… Las interferencias ocurren.
— ?No voy a saberlo! Lo se todo, igual que tu. No te preocupes, Hal, pero no estare tranquilo hasta que me digas…
— ?Que quieres ahora?
— Que todo esto no son mas que fantasias tuyas. Es una verdadera locura. El propio Arder te lo diria, si pudiera.
— Muchas gracias.
— Hal, si ahora te propinara un…
— Cuidado. Peso mas que tu.
— ?Pero yo estoy mas furioso! ?Comprendes, idiota, ahora?
— Olaf, no grites tanto. No vivimos solos aqui.