Se hallaba bajo el trampolin y yo en el lado estrecho de la piscina, como si tuviera miedo de acercarme, asi que me fui aproximando a ella lentamente, como sin darme cuenta. Ya me habia acostumbrado a la oscuridad y podia distinguir sus facciones. Miraba hacia el agua. El gorrito blanco le sentaba realmente bien. Y parecia mas alta que cuando iba vestida.
Asi permaneci largo rato junto a ella, hasta que me parecio una falta de tacto y me sente bruscamente. «Eres un tarugo», me burle de mi mismo'. Pero no logre que se me ocurriera nada. Las nubes eran mas densas y la oscuridad tambien, pero no parecia que fuera a llover.
Hacia bastante fresco.
— ?No tiene frio?
— No. ?Senor Bregg?
— ?Si?
— El agua no da la impresion de estar subiendo.
— Porque he abierto el desague…, pero ahora ya es suficiente. Voy a cerrarlo de nuevo.
Cuando volvi de la casa se me ocurrio la idea de que podia llamar a Olaf. Era una idea tan tonta que casi me eche a reir. De modo que tenia miedo de ella…
Di un salto plano y emergi casi en seguida.
— Creo — que ahora esta bien. Si he exagerado un poco la nota, digamelo y anadire agua caliente.
Ahora se veia claramente como bajaba el nivel del agua, ya que el desague aun estaba abierto. La muchacha — vi su esbelta sombra y las nubes en ultimo termino — parecia indecisa.
Tal vez ya no deseaba banarse. Tal vez queria volver a la casa, pense con rapidez, y senti una especie de alivio. Pero en el mismo momento, salto sobre las piernas y emitio un ligero grito, porque el agua ya era muy poco profunda; yo no habia tenido tiempo de avisarla. Debio de chocar contra el fondo con los pies; se tambaleo, pero no cayo. Salte en su ayuda.
— ?Le ha pasado algo?
— No.
— Es culpa mia. Soy idiota.
Ahora estabamos ambos en el agua, que nos llegaba a la cintura. Ella se puso a nadar. Fui hasta el borde, corri hacia la casa, cerre el desague, y volvi. No podia verla en ninguna parte.
Me meti en el agua sin hacer ruido, nade hasta el otro extremo de la piscina, me puse de espaldas y, moviendo ligeramente los brazos, me sumergi hasta el fondo. Cuando abri los ojos vi la oscura superficie del agua, rizada por pequenas olas. El agua me hizo flotar y empece a nadar en posicion vertical, y entonces la vi. Estaba junto a la pared de la piscina. Nade hacia ella. El trampolin se encontraba en el lado opuesto; aqui el nivel del agua era mas bajo, y pronto pude moverme sobre los pies. El agua rumoreaba a mi paso. Vi su rostro; me miraba.
Quiza por el impetu de mis ultimos pasos — puesto que es dificil caminar por el agua, y tampoco es facil detenerse de repente —, el caso es que de improviso me encontre muy cerca de ella. Tal vez no hubiera pasado nada si hubiese retrocedido, pero permanecio donde estaba, con la mano apoyada en el primer escalon que sobresalia del agua, y yo estaba ya demasiado cerca para poder decir algo, ocultarme detras de un dialogo…
La abrace con fuerza; estaba fria, resbaladiza como un animal extrano y desconocido. Y de improviso, en este contacto fresco y casi inanimado, encontre una mancha ardiente — su boca-; ella no se movio y yo la bese, la bese una y otra vez; fue el mas puro delirio. Ella no se defendio, no ofrecio ninguna resistencia; parecia realmente como si estuviera muerta. La agarre por los hombros, levante su rostro para verlo, para mirarla a los ojos, pero ya era tan oscuro que apenas habria podido adivinar su figura si no la hubiera tocado. No temblaba. Solo habia unos latidos; mi corazon o el suyo, no lo sabia. Asi permanecimos hasta que ella, lentamente, empezo a liberarse de mis brazos. La solte inmediatamente. Subio los peldanos; la segui, la abrace de nuevo; ahora si que temblaba. Quise decir algo, pero no encontre la voz.
La aprete con fuerza contra mi pecho y asi nos quedamos hasta que ella volvio a intentar desasirse, sin empujarme, como si yo no estuviera alli. Mis brazos cayeron. Ella se aparto. A la luz que salia de mi ventana le vi recoger el albornoz, que no se echo sobre los hombros, y dirigirse a las escaleras. En la puerta y en el vestibulo aun habia luz. Vi gotas de agua en su espalda y sus caderas. Entonces cerro la puerta y desaparecio.
Durante un segundo tuve la tentacion de saltar al agua y no emerger nunca mas.
Realmente, nunca habia tenido una idea semejante. Era todo tan insensato, tan imposible. Y aun habia algo peor: ignoraba que ocurriria y que haria yo ahora. Y ella… ?por que se habia portado de modo tan…, tan… singular? ?Quiza el miedo la habia paralizado? Ay, solo miedo y nada mas que miedo. No, era otra cosa. Pero ?que? ?Como podia saberlo? Tal vez Olaf. Pero ?acaso era yo un mozalbete de quince anos, que besa a una chica y en seguida ha de correr a pedir consejo a un amigo?
«Pues, si — pense —, eso es exactamente lo que voy a hacer.» Entre en la casa, despues de sacudir la arena de mi albornoz. En el vestibulo habia mucha luz. Me acerque a su puerta.
«Tal vez me permita entrar», pense. Si lo hacia, quiza dejaria de importarme. Quiza seria el fin. O recibiria una bofetada. Pero no. Son buenos, estan betrizados, no pueden hacerlo. Solo me dara un bombon, lo que seguramente me hara bien.
Me quede asi durante unos cinco minutos y pense en las cuevas subterraneas de Kerenea, en aquel famoso agujero del que tanto hablaba Olaf. ?Bendito agujero! Al parecer era un antiguo volcan. Arder quedo atrapado entre unas rocas, sin poder moverse, y la lava ya empezaba a subir. En realidad no era lava, pues como afirmo despues Venturi, aquello era una especie de geyser. Arder… Oimos su voz. Por radio. Entonces yo baje y le saque de alli. ?Dios mio! Preferia diez veces mas aquello que esta puerta. Ningun ruido. Nada.
Si al menos la puerta tuviera un picaporte. No, esto era una pequena placa. En mi puerta de arriba no habia este sistema. Apenas sabia si era algo parecido a una cerradura o si se abria empujando. Seguia siendo el mismo salvaje de Kerenea.
Levante la mano y me detuve, indeciso. ?Y si la puerta no se abre? Solo la suposicion de semejante fracaso me daria mucho que pensar durante largo tiempo. Y senti que a medida que pasaba el rato, me iba debilitando, como si las fuerzas me abandonaran. Toque la placa. No cedio. Aprete mas.
— ?Es usted? — pregunto su voz. Tenia que estar muy cerca de la puerta.
— Si.
Silencio. Medio minuto, un minuto entero.
La puerta se abrio. Ella estaba en el umbral, vestida con una bata de tela esponjosa. Los cabellos se le esparcieron sobre el cuello de la bata. Era dificil de creer, pero hasta ahora no me habia dado cuenta de que eran castanos.
Solo habia abierto una rendija y tenia la mano en la puerta. Cuando avance un paso, ella retrocedio. La puerta se cerro detras de mi, sola y sin el menor ruido.
Y de pronto, como si me cayera una venda de los ojos, me fije en lo que me rodeaba. Ella, palida, inmovil, tenia la mirada fija en mi y sostenia con ambas manos el escote de la bata; yo estaba frente a ella, desnudo, chorreando agua, con el banador negro de Olaf y un albornoz rebozado de arena en una mano, y la miraba fijamente…
De improviso, todas estas cosas me hicieron sonreir. Sacudi el albornoz, me lo puse y me sente. Vi dos manchas humedas en el lugar donde me habia detenido. Pero no tenia absolutamente nada que decir. ?Que iba a decir? De repente lo supe. Fue como una inspiracion.
— ?Sabe quien soy?
— Si.
— ?Ah, si? Estupendo. ?Por la agencia de viajes?
— No.
— Es igual. Soy un salvaje, ?lo sabe?
— ?De verdad?
— Si. Horriblemente salvaje. ?Como se llama usted?
— ?Es que no lo sabe?
— Su nombre de pila.
— Eri.
— Te llevare conmigo, lejos de aqui.
— ?Que?