todavia?
— ?Que haces?
— Nada.
— ?Ah, no? ?Y que tienes ahi? ?No lo escondas!
— Nada…
— ? Ensenamelo!
— No.
— Ya lo sabia. ?Tipo asqueroso! No habia esperado este golpe. Abri los dedos, el asa me resbalo de la mano y los dos empezamos a luchar; me abalance sobre el, el salto sobre mi, la mesa se volco, la lampara se estrello contra la pared y toda la casa retemblo. Ahora le tenia debajo, no podia moverse, solo la cabeza; oi un grito, era de ella; le solte y retrocedi de un salto.
Ella estaba en el umbral.
Olaf logro arrodillarse.
— ?Queria matarse! ?Por ti! — jadeo.
Se agarro el cuello con ambas manos. Yo volvi la cara y me apoye en la pared, las piernas me temblaban. Estaba avergonzado, terriblemente avergonzado. Ella nos miro, primero al uno, luego al otro. Olaf seguia agarrandose el cuello.
— Salid de aqui — dije en voz baja.
— Antes tendras que acabar conmigo.
!Por el amor de Dios!
— No.
— Se lo ruego, senor, vayase — dijo ella.
Enmudeci, con la boca abierta. Olaf, incredulo, la miro con fijeza.
— Muchacha, el…
Ella nego con la cabeza.
Olaf nos miro, dio unos pasos a un lado, luego retrocedio un poco y desaparecio. Ella no dejaba de mirarme.
— ?Es cierto eso? — pregunto.
— Eri… — gemi.
— ?Es preciso? — volvio a preguntar.
Asenti, pero ella nego con la cabeza.
— ?Por que? — inquiri, y repeti otra vez, con voz algo entrecortada-: ?Por que? — Ella callo. Me acerque y vi que inclinaba la cabeza sobre el hombro y que las manos, que sostenian el borde de la bata, temblaban —. ?Por que, por que tienes tanto miedo de mi?
Volvio a negar con la cabeza.
— ?No?
— No.
— Pero estas temblando.
— No es por eso.
— Y… ?te iras conmigo?
Asintio dos veces, como una nina. La abrace tan suavemente como pude. Como si fuera de cristal.
— No tengas miedo — dije —. Mira…
Ahora mis manos tambien temblaban. ?Por que no habian temblado cuando encaneci esperando a Arder? ?A que reservas, a que ocultos rincones habia llegado ahora para conocer por fin mi propio valor?
— Sientate — rogue —, aun estas temblando. Oh no, ?espera!
La eche sobre mi cama y la tape hasta el cuello.
— ?Estas mejor asi?
— Si, mejor — asintio.
Yo ignoraba si estaba tan callada debido a mi presencia o a que era algo inherente a su naturaleza. Me arrodille junto a la cama.
— Hablame de algo — murmure.
— ?De que?
— De ti. Quien eres, que haces, que quieres, o mejor, que querias antes de que yo me abalanzara sobre ti.
Se encogio levemente de hombros, como si quisiera decir: «No hay nada que contar.» — ?No quieres hablar de nada? ?Por que? Tal vez…
— No es importante — dijo.
Como si me hubiera golpeado con estas palabras, retrocedi, apartandome de ella.
— ?Por que, Eri, por que? — logre tartamudear. Pero yo lo comprendia. Demasiado bien.
Me puse en pie de un salto y empece a pasear de un extremo a otro de la habitacion.
— Asi no lo quiero. Asi no puedo. No puedo. Asi no debe ser. Yo…
Me quede inmovil otra vez. Porque ella sonreia. Su sonrisa era tan tenue que apenas se percibia.
— Eri, ?que…?
— El tiene razon — dijo.
— ?Quien?
— Ese…, ese amigo suyo.
— ?En que?
Le resulta dificil decirlo. Volvio la cabeza.
— En que usted no es… razonable.
— ?Como sabes que me ha dicho algo semejante?
— Lo he oido.
— ?Nuestra conversacion de sobremesa?
Asintio. Y se ruborizo. Incluso sus orejas enrojecieron.
— No pude evitarlo. Hablaban en voz muy alta. Yo me hubiera ido. pero…
Comprendi. La puerta de su habitacion daba al vestibulo. «?Idiota!», pense, naturalmente, de mi. Estaba aturdido.
— ?Lo has… oido todo?
Asintio de nuevo.
— ?Y sabias que yo te…?
— Hum.
— ?Como? No nombre a nadie…
— Ya lo sabia de antes.
— ?Como?
Movio la cabeza.
— No lo se, pero lo sabia. Es decir, al principio pense que solo me lo parecia.
— ?Y despues? ?Cuando fue?
— No se. Durante el dia. Lo note.
— ?Tuviste mucho miedo? — pregunte, casi gruni.
— No.
— ?No? ?Por que no?
Sonrio debilmente.
— Es usted totalmente como…, como…
— ?Como que?
— Como salido de un cuento. No sabia que… se podia… ser asi, y si usted no…, ya sabe…, pensaria que estoy sonando…
— Te aseguro que no es un sueno.
— Oh, ya lo se. Ha sido un decir. ?Sabe usted que pienso?
— No muy bien. Soy un poco estupido, Eri. Si, Olaf tenia razon. Soy un estupido. Un perfecto idiota. De modo que hablame con claridad, ?quieres?