— Si. Te llevare conmigo. ?Quieres?

— No.

— No importa. Te llevare conmigo. ?Sabes por que?

— Mas o menos.

— No, no lo sabes. Ni yo mismo lo se.

Callo.

— No puedo evitarlo — continue —. Ocurrio en cuanto te vi. Anteayer. Durante la comida. ?Lo sabes?

— Si, lo se.

— Espera. ?Piensas tal vez que bromeo?

— No.

— ?Como puedes…? En fin, es igual. ?Trataras de huir?

Callo.

— No lo hagas — rogue —. No te serviria de nada. No pienso dejarte en paz, hagas lo que hagas.

Aunque me gustaria. ?Me crees?

Siguio callada.

— Veras, no solo se trata de que no estoy betrizado. No me importa nada, ?sabes? absolutamente nada. Aparte de ti. Tengo que verte. He de poder contemplarte. Tengo que oir tu voz. Es preciso, nada mas me interesa. Nada. Todavia no se que sera de nosotros. Me parece que esto puede terminar mal. Pero no me importa. Porque ya ahora tengo la compensacion.

Porque lo digo en voz alta y tu lo oyes. ?Comprendes? No, no puedes comprenderlo. Os habeis librado del drama del destino para vivir con toda tranquilidad. Yo no puedo hacerlo, ni tampoco lo necesito.

Continuaba en silencio. Respire con fuerza.

— Eri — dije —, escucha…, sientate aqui.

No se movio.

— Sientate, por favor.

Nada.

— No puede hacerte ningun dano. Sientate.

De pronto lo comprendi. Tense los musculos de la mandibula.

— Si no quieres, ?por que me has dejado entrar?

Nada.

Me levante y la cogi por los hombros. No se defendio. La sente en un sillon y entonces acerque tanto el mio que nuestras rodillas casi se tocaban.

— Puedes hacer lo que quieras. Pero escucha. No es culpa mia. Y tuya tampoco, claro. No es culpa de nadie. Yo no lo he querido, pero es asi. Como ves, es una situacion inevitable. Se que me estoy portando como un pobre loco, pero tambien puedo decirte por que. ?De modo que no quieres hablar mas conmigo?

— Depende — murmuro.

— Muchas gracias. Si, ya lo se. No tengo el menor derecho, etcetera. Pues bien, como iba a decirte hace millones de anos habia lagartos, brontosaurios, atlantosaurios… ?Has oido hablar de ellos?

— Si.

— Eran gigantescos, altos como una casa. Tenian una cola espantosamente larga que media tres veces mas que su cuerpo. Por eso no podian moverse como tal vez habrian querido, con ligereza y agilidad. Yo me parezco un poco a ellos, ?sabes? Durante diez anos, el cucu sabra por que, vague alrededor de las estrellas. Quiza no era necesario. Pero ahora ya no tiene remedio. Y esta es mi cola, ?comprendes? No puedo comportarme como si nada de ello hubiera ocurrido, ni creo que a ti te gustara. Te lo digo ahora, te lo he dicho y volvere a decirtelo. Pero no se encontrar una solucion. He de tenerte todo el tiempo que sea posible; es lo unico que importa. Y ahora, ?quieres decirme algo?

Me miraba. Tuve la impresion de que estaba mas palida, pero podia ser efecto de la luz.

Envuelta en su bata aterciopelada, parecia estar temblando. Quise preguntarle si tenia frio, pero de nuevo me faltaron las palabras. Yo…, oh, no, yo no tenia frio.

V

— ?Que… habria hecho usted… en mi lugar?

— ?Muy bien! — la anime —. Creo que lucharia.

— Yo no puedo.

— Lo se. ?Te imaginas que esto me facilita las cosas? Todo lo contrario, te lo juro. ?Quieres que me vaya ahora o puedo decirte algo mas? ?Por que me miras asi? Ahora ya sabes que lo hare todo por ti, ?verdad? Por favor, no me mires asi. En mis labios, «todo» significa algo muy distinto que en otras personas. ?Y sabes una cosa?

Me sentia sin aliento, como si hubiera corrido durante mucho rato. Tenia sus dos manos entre las mias — ignoro desde cuando —, ?tal vez desde el principio? No lo se. Eran tan fragiles.

— Eri, jamas habia sentido lo que siento ahora. Piensalo. Aquel horrible vacio… de alla lejos.

Es indescriptible. Yo no creia en mi regreso. Nadie lo creia. Hablabamos acerca de el, pero por hablar. Ellos se han quedado alli, Tom, Arne, Venturi, y ahora son como las piedras, las piedras heladas en la oscuridad. Y yo tambien tendria que haberme quedado alli, pero ya que he vuelto, si puedo tener tus manos entre las mias, y hablarte y que tu me oigas, hace que no sea tan malo. Ni tan vulgar. Tal vez no… ?Eri! No me mires asi, te lo suplico. Dame una oportunidad. No pienses que solo es… amor. No lo pienses. Es algo mas. Algo mas. No me crees… ?Por que no me crees? Te estoy diciendo la verdad. Te lo prometo.

Callo. Tenia las manos heladas.

— No puedes, ?verdad? — continue —. No es posible. Si, ya lo se que no es posible. Lo supe desde el primer momento. No deberia estar aqui. Aqui tendria que haber un lugar vacio.

Pertenezco a alla arriba. Pero no es culpa mia que haya vuelto. Si, no se por que te cuento todo esto. Esto no existe. ?Que es lo que no existe? Es igual, ya que a ti no te concierne.

?Creias que podia hacer contigo lo que me viniera en gana? No me interesa, ?comprendes? Tu no eres una estrella…

Silencio. La casa entera guardaba silencio. Incline la cabeza sobre sus manos, que yacian entre las mias como paralizadas, y volvi a hablarle.

— Eri, Eri. Ahora ya sabes que no has de tener miedo de mi, ?verdad? Sabes que no te amenaza ningun peligro. Pero esto es tan… grande, Eri. Ignoraba que pudiese haber algo parecido. No lo sabia, te lo juro. ?Por que, pues, volar hacia las estrellas? No puedo comprenderlo. Esto esta aqui. ?O es que hay que estar primero alli para comprenderlo? Si, es posible. Ahora me ire, ya me voy. Y tu lo olvidaras todo. ?Lo olvidaras?

Asintio.

— ?Y no lo diras a nadie?

Nego con la cabeza.

— ?De verdad?

— De verdad.

Fue solo un susurro.

— Te lo agradezco.

Sali. La escalera. Una pared color crema y otra verde. La puerta de mi habitacion. Abri la ventana de par en par y respire profundamente. Que bueno era el aire. Desde que habia salido de su habitacion estaba completamente tranquilo. Incluso sonreia, aunque no con el rostro ni con los labios. La sonrisa estaba dentro de mi, indulgente hacia mi propia insensatez y tambien hacia el hecho de que yo no sabia nada y, sin embargo, habia sido tan sencillo. Agachado, rebusque en el interior de mi maletin. ?Bajo las prendas de punto? No. Un paquetito, no, no era eso, un momento…

Ya lo tenia. Me enderece y senti de pronto cierta verguenza. Las luces. No. asi no podria.

Ya iba a apagarlas cuando Olaf aparecio en el umbral. Aun no se habia desnudado. ?No se habria acostado

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