— Esta bien, esta bien. Pero es un absurdo, ?si o no?

— No.

Olaf inspiro aire hasta que se le blanquearon las ventanas de la nariz.

— ?Por que no? — pregunto casi con suavidad.

— Porque…, porque yo ya habia observado antes la tacaneria de Gimma. Mi deber era tenerla en cuenta y presionar a Gimma, y hacerlo antes de volver con la esquela de Arder. Fui demasiado blando. Por eso.

— Bien, esta bien. Fuiste demasiado blando. ?Es eso? ?No! Yo… ?Escucha, Hal! No puedo mas. Me marcho de aqui.

Salto de la silla. Yo tambien.

— Vamos, ?es que te has vuelto loco? — grite —. ?Te quieres marchar? Y solo porque…

— Pues si. ?Acaso tengo que escuchar tus desvarios? No pienso hacerlo. Arder no contesto, ?verdad?

— Calla.

— ?Contesto?

— No.

— ?Pudo tener una perdida de energia?

Guarde silencio.

— ?Cuantas averias pudo tener? ?Y si cayo en una franja de ecos? Tal vez su senal se extinguio entre las turbulencias cosmicas. Tal vez sus emisores se desmagnetizaron al pasar sobre la mancha, y…

— Ya es suficiente.

— ?No quieres darme la razon? Deberias avergonzarte.

— Aun no he dicho nada.

— Precisamente. ?Es que no podria haberle pasado cualquiera de las cosas que acabo de mencionar?

— Si…

— Entonces, ?por que te empenas en que fuera la radio, la radio y nada mas que la radio?

— Tal vez tengas razon… — dije. Me sentia terriblemente cansado, y todo se me antojaba indiferente —. Tal vez tengas razon — repeti —. La radio… era solo lo mas probable, ?sabes? No.

No anadas nada mas ahora. Ya hemos hablado de ello demasiado. Lo mejor es no volver a mencionarlo.

Olaf se acerco a mi.

— Viejo alazan — dijo —, desgraciado y viejo alazan… Tienes demasiadas cosas buenas, ?lo sabias?

— ?Que cosas buenas crees que tengo?

— El sentido de la responsabilidad. Pero hay que ser moderado en todo. ?Y que haras ahora?

— ?Con que?

— Ya lo sabes…

— No.

— Es dificil, ?verdad?

— No puede serlo mas.

— ?Quieres marcharte conmigo? O solo, a cualquier parte. Si quieres, te ayudare. Puedo llevarme tus cosas, o las dejas aqui, o…

— ?Opinas que debo huir?

— No opino nada. Pero cuando te veo asi, solo un poco furioso, muy poco, como hace un rato, entonces…

— Entonces, ?que?

— Entonces empiezo a pensar.

— No quiero irme de aqui. ?Sabes lo que te digo? No quiero moverme de aqui para nada. Ni siquiera si…

— ?Que?

— Nada. ?Que dijo el del taller? ?Cuando estara listo el coche? ?Manana u hoy mismo? Lo he olvidado.

— Manana temprano.

— Bien. Fijate: ya esta oscureciendo. Hemos comadreado toda la tarde…

— ?Que el cielo te proteja contra tales comadrees!

— ?Nos banamos otra vez?

— No. Me gustaria leer algo. ?Que me puedes dar?

— Elige lo que quieras. ?Sabes manejar esos granos de cristal?

— Si. Y espero que no tengas esa especie de… maquina de lectura con voz de caramelo.

— No. Solo tengo el opton.

— Muy bien. Me lo llevo. ?Y tu estaras en la piscina?

— Si, pero antes subire contigo. He de cambiarme.

Arriba le di unos cuantos libros, en su mayoria historicos, y un trabajo sobre la estabilizacion de la dinamica de la poblacion, ya que le interesaba, y un libro de biologia con un extenso apartado sobre la betrizacion. Entonces me desnude y busque el banador, pero como no pude encontrarlo, me puse uno negro de Olaf, me eche el albornoz sobre los hombros y sali de la casa.

El sol ya se habia puesto. Del oeste venian unos grandes nubarrones que oscurecian la parte mas clara del cielo. Tire el albornoz sobre la arena, que ya se habia enfriado algo tras el calor del dia. Me sente y toque el agua con los dedos de los pies. Aquella conversacion me habia afectado mas de lo que queria confesarme a mi mismo. La muerte de Arder era como una astilla clavada en mi cuerpo. Pero quiza Olaf tenia razon. Quiza era solo la memoria, que no queria resignarse a olvidar…

Me levante y salte simplemente, con la cabeza hacia abajo. El agua estaba caliente, pero como la esperaba fria, me quede algo desconcertado por la sorpresa. Nade. El agua estaba tan caliente que me parecia estar nadando en un caldo. Sali por el lado opuesto, dejando en el borde las huellas oscuras de mis manos. Senti una punzada en el corazon; la historia de Arder me habia transportado a un mundo totalmente distinto. Sin embargo, ahora, quiza porque el agua estaba tan caliente, me acorde de la muchacha. Y fue como si me acordara de algo terrible, de una desgracia que no podia evitar y era preciso evitarla.

Tal vez esto era tambien una fantasia. Di vueltas a esta idea en mi mente, inseguro, acurrucado en la creciente oscuridad. Apenas veia mi propio cuerpo; mi bronceado me ocultaba en la penumbra. Las nubes llenaban ahora todo el cielo, y de repente, demasiado de prisa, se hizo de noche. Algo blanco se acercaba a mi desde la casa. Era el gorro de bano de ella. Me sobrecogio el panico. Me levante lentamente, a punto de echar a correr, pero ella ya me veia contra el fondo del cielo.

— ?Senor Bregg? — pregunto en voz baja.

— Si, soy yo. ?Quiere banarse? No…, no la estorbare. Ya me iba…

— ?Por que? No me estorba en absoluto… ?Esta caliente el agua?

— Si. Demasiado para mi gusto — conteste.

Fue hasta el borde y salto con ligereza. Ahora solo veia su silueta. El traje de bano era oscuro.

? agua chapoteo. Saco la cabeza delante de mis piernas.

— ?Uf, horrible! — resoplo —. ?Que han hecho? Hay que echar agua fria. ?Sabe usted como se hace?

— No, pero lo sabre en seguida.

Salte por encima de su cabeza y nade hasta el fondo, hasta que toque el suelo con los brazos extendidos; entonces segui nadando casi pegado al fondo de cemento. Como de costumbre, bajo el agua habia mas luz que fuera, por lo que pude encontrar las aberturas de las tuberias, que estaban en el lado que miraba a la casa. Emergi, algo falto de aliento por haber estado tanto rato bajo el agua.

— ? Bregg! — oi su voz, — Estoy aqui. ?Que pasa?

— Tenia miedo… — confeso en voz mas baja.

— ?Por que?

— Tardaba tanto en subir…

— Ahora se donde estan los conductos; ?en seguida estara arreglado! — grite y corri hacia la casa. Podia haberme ahorrado la heroica inmersion, pues los grifos estaban bien a la vista, en una pequena columna proxima a la veranda. Abri el grifo del agua fria y volvi a la piscina —.

Arreglado. Ahora tardara un poco.

— Si.

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