— No — repuso ella, abriendo mucho los ojos —. Asi que usted ignora como… Ni yo misma lo se con exactitud — reconocio de repente —. Solo lo conozco de oidas. Y creia que usted…

— Eri, no se nada. Y que el diablo se me lleve si comprendo algo. ?Tiene que ver…? Bueno, por lo menos se refiere al matrimonio, ?no?

— Si, claro. Hay que ir a una oficina y alli — no lo se exactamente —, pero en todo caso, mas tarde… ya es…

— ?Que?

— Definitivo. Asi que nadie puede decir nada. Nadie. Ni siquiera el…

— De modo que se trata de… una especie de legalizacion…, vaya, que diablos…, legalizacion del adulterio, ?no?

— No. Si. Es decir, entonces no es adulterio, o al menos, ya no lo dice nadie. No existe adulterio, ya que, bueno, yo con Seon… solo por un ano…

— ?Que? — exclame, inseguro de si habia oido bien —. ?Que quiere decir eso? ?Por que por un ano? ?Un matrimonio de un ano? ?Solo por un ano? ?Por que?

— Es un ensayo…

— ?Por todos los cielos negros y azules! Una prueba, vaya. ?Y esto es el… mesk? ?Quiza un aviso para el ano siguiente?

— No se que es un aviso. Del adulterio si que he oido hablar. Pero aqui significa que si al cabo de un ano una pareja se separa, lo otro empieza a tener validez. Como unas nupcias.

— ?Este mesk?

— Si.

— Y sin el, ?que pasa?

— Nada. Entonces no tiene ninguna importancia.

— Aja. Entonces ya lo se. No. Nada de mesk. Para toda la eternidad. ?Sabes que significa esto?

— Si. Senor Bregg…

— ?Que quieres?

— Este ano hare mi licenciatura de arqueologia…

— Ya comprendo. Me das a entender que yo, al tenerte por tonta, soy en el fondo un tonto de remate. ?No es eso?

— Lo ha expresado con mucha fuerza — sonrio.

— Si. Perdona. Por lo tanto, Eri, ?puedo hablar con el?

— ?Sobre que?

Aprete la mandibula. «?Otra vez!»; pense.

— Vaya, por to… — Me mordi el labio inferior —. Sobre nosotros.

— Pero eso no se hace.

— ?No? Ah, vamos. ?Que se hace, pues?

— Se gestiona una separacion. Pero, senor Bregg, de verdad… yo…, yo no puedo…

— ?Que?

Confundida, se encogio de hombros.

— ?Quiere decir esto que hemos vuelto al punto de partida de anoche? — pregunte —. Eri, no te enfades porque hable asi, pero ya sabes que estoy en situacion de inferioridad. No conozco todos los formulismos y costumbres, ni siquiera se lo que es cotidiano y lo que no, por consiguiente, como voy a saber…

— Si, me hago cargo, me hago cargo. Pero el y yo… Seon…

— Comprendo — dije —. Escucha, ?y si nos sentaramos?

— Pienso mejor de pie.

— Como quieras. Escucha, Eri. Se lo que deberia hacer. Llevarte conmigo, como te dije, y marcharnos a alguna parte… Ignoro de donde procede esta seguridad. Quiza de mi ilimitada estupidez. Pero me parece que acabarias sintiendote bien a mi lado. Ya lo creo que si. Sin embargo, estoy hecho de un modo que… Bueno, resumiendo: no lo hare. Con objeto, si quieres, de no obligarte. Al fin y al cabo, toda la responsabilidad de esta… llamemosla decision mia recae sobre ti… Por consiguiente, soy un cerdo no del lado derecho sino del izquierdo. Si. Lo veo muy bien. Lo veo con mucha claridad. Asi pues, te ruego que solo me digas una cosa: ?cual prefieres?

— El derecho…

— ?Que?

— El lado derecho de este cerdo.

Tuve que reir. Quiza con algo de histerismo.

— Santo Dios… Bueno, esta bien. ?Asi que puedo hablar con el? Despues. Quiero decir, yo volveria solo…

— No.

— ?No se hace asi? Es posible. Pero tengo la sensacion de que deberia hacerlo, Eri…

— No. Se lo ruego… encarecidamente. De verdad. No. ?No!

De repente brotaron lagrimas de sus ojos. La rodee con ambos brazos.

— ?Eri! ?No! De acuerdo, no. Hare lo que tu quieras, pero no llores. Por favor, no llores asi.

Para, ?me oyes? O llora…, ni siquiera se ya…

— Yo… no sabia que esto… te… — murmuro, sollozando.

La lleve de un lado a otro de la habitacion.

— No llores, Eri… O si no, ?sabes que? Nos iremos… solo por un mes. ?Lo prefieres asi? Y si entonces quieres volver, pues vuelves…

— Por favor… — dijo —, por favor…

La deposite en el suelo.

— ?No se puede hacer asi? Ya ves, no se nada. Solo pense…

— Ay, ?que cosas tienes! Poder, no poder. No lo quiero asi. ?No lo quiero!

— Mi lado derecho se aumenta visiblemente — dije con sequedad inesperada —. Esta bien, Eri.

Ya no quiero devanarme mas los sesos. Cambiate de ropa. Desayunaremos y nos marcharemos en seguida.

Me miro con huellas de lagrimas en los ojos. Se domino a la perfeccion. Arqueo las cejas.

Me parecio que iba a decir algo mas, algo poco halagador para mi, pero se limito a suspirar y se fue en silencio. Me sente a la mesa. Mi repentina decision, como en una historia de aventuras, habia sido flor de un momento. En realidad estaba tan decidido como una rosa de los vientos.

Me sentia un majadero. «?Como puedo — me preguntaba —, como puedo hacerlo?» ?Vaya lio!

Olaf aparecio en el umbral.

— Hijo mio — me interpelo —, lo lamento. Es el colmo de la indiscrecion, pero lo he oido todo.

No pude evitarlo. Habria que cerrar las puertas, y ademas tu voz es muy potente. Hal… estas superandote. ?Que esperas de una muchacha? Que te salte al cuello solo porque una vez, en Kere…

— ?Olaf! — rugi.

— Solo la paz puede salvarnos. Veras, una arqueologa hizo un bonito descubrimiento. Ciento sesenta anos ya pueden llamarse antiguedad, ?no?

— Tu clase de humor…

— No te atrae, lo se. A mi tampoco. Pero ?que me quedaria de el si no te conociera tan a fondo? El entierro de un amigo y punto final. Hal, Hal…

— Se muy bien como me llamo.

— ?Que quieres, pues? ?Vamos, capellan! Comamos y pongamonos en camino.

— Ni siquiera tengo idea de adonde ir.

— Por casualidad, yo si que lo se. Junto al mar aun se pueden alquilar unas casitas. Os vais en el coche…

— ?Que significa «os»?

— ?Que te parece? ?Acaso pensabas en la Santisima Trinidad? Capellan…

— Olaf, si no dejas de bromear…

— Esta bien, ya lo se. Querrias hacer feliz a todo el mundo: a mi, a ella, al tal Saul o Seon…

No, es imposible. Hal, iremos juntos en el coche, pero yo no ire mas lejos de Houl, pues alli tomare un

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