– No me tomes el pelo o voy a hacer que te castiguen.
– He dicho la verdad.
– Nadie ha vivido nunca con los indios. Solo este ano, han matado a mas de veinticinco guardacostas.
– No senor, a los guardacostas los han matado los contrabandistas.
– ?Como lo sabes?
– He vivido siete meses alli. Los guajiros nunca salen de su territorio.
– Bien, quiza sea verdad. ?Donde robaste las treinta y seis monedas de cien pesos?
– Son mias. El jefe de una tribu de la montana, llamado Justo, me las dio.
– ?Como puede un indio haber conseguido esa fortuna y habertela dado?
Oiga, jefe, ?acaso ha habido algun robo de cien pesos en oro?
– No, es verdad. En los partes no figura tal robo. Sin embargo, nos informaremos.
– Haganlo, sera en mi favor.
– Frances, cometiste una grave falta al evadirte de la prision de Rio Hacha, y una falta mas grave aun haciendo evadir a un hombre como Antonio, quien iba a ser fusilado por haber matado a varios guardacostas. Ahora sabemos que tambien eres buscado por Francia, donde debes cumplir cadena perpetua. Eres un matador peligroso. Por lo tanto, no voy a correr el riesgo de que te fugues de aqui, alojandote con los otros franceses. Estaras encerrado en un calabozo hasta tu marcha hacia Barranquilla. Las monedas de oro te seran devueltas si alguien no ha denunciado su robo.
Salgo y me llevan a una escalera que conduce al sotano. Tras haber bajado mas de veinticinco peldanos, llegamos a un pasillo muy poco alumbrado donde, a derecha e izquierda, hay jaulas. Abren un calabozo y me empujan dentro. Cuando la puerta que da al pasillo se cierra, un hedor a podrido sube de un piso de tierra viscosa. Me llaman de todos lados. Cada agujero enrejado contiene uno, dos o tres presos.
– ?Frances, frances! ?Que has hecho? ?Por que estas aqui? ?Sabes que estos calabozos son los calabozos de la muerte?
– ?Callaos! Dejad que hable! -grita una voz.
– Si, soy frances. Estoy aqui porque me fugue de la prision de Rio Hacha.
MI galimatias espanol es comprendido perfectamente por ellos.
– Pon atencion a eso, frances, escucha: al fondo de tu calabozo hay una tabla. Es para dormir. A la derecha, tienes una lata con agua. No la malgastes, pues te dan muy poca cada manana y no puedes pedir mas. A la izquierda, tienes un cubo para hacer tus necesidades. Tapalo con tu chaqueta. Aqui no necesitas chaqueta, hace mucho calor, pero tapa el cubo para que apeste menos. Todos nosotros tapamos nuestros cubos con las ropas.
Me acerco a la reja tratando de distinguir las caras. Solo puedo percibir a los dos de enfrente, pegados a las rejas, con las piernas fuera. Uno es de tipo indo espanol, se parece a los primeros policias que me detuvieron en Rio Hacha; el otro un negro muy claro, bien parecido y joven. El negro me advierte que, a cada marea, el agua sube hasta los calabozos. No debo asustarme porque nunca sube mas arriba del vientre. No debo atrapar las ratas que puedan subirse encima de mi, sino darles un golpe. No debo atraparlas nunca si no quiero que me muerdan. Le pregunto:
– ?Cuanto tiempo llevas en ese calabozo?
– Dos meses.
– ?Y los demas?
– Nunca mas de tres meses. El que pasa tres meses y no sale, es que ha de morir aqui.
– ?Cuanto hace que esta aqui el que lleva mas tiempo?
– Ocho meses, pero no le queda mucho tiempo de vida. Hace ya un mes que solo puede ponerse de rodillas. No puede levantarse. El dia que haya una marea fuerte, morira ahogado.
– Pero, ?es que tu pais es un pais de salvajes?
– Yo no te he dicho que fuesemos civilizados. El tuyo tampoco es civilizado, puesto que estas condenado a perpetuidad. Aqui, en Colombia, o veinte anos, o la muerte. Pero nunca a perpetuidad.
– Vaya, en todas partes ocurre igual.
– ?Has matado a muchos?
– No, solo a uno.
– No es posible. No se condena tanto tiempo por un solo hombre.
– Te aseguro que es verdad.
– Entonces, ya ves como tu pais es tan salvaje como el mio.
– Bien, no vamos a discutir por nuestros paises. Tienes razon. La Policia en todas partes es una mierda. Y tu, ?que hiciste?
– Mate a un hombre, a su hijo y a su mujer.
– ?Por que?
– Habian dado a comer a mi hermanito a una marrana.
– No es posible. ?Que horror!
– Mi hermanito, que tenia cinco anos, todos los dias le tiraba piedras al hijo de ellos y el pequeno resulto herido varias veces en la cabeza.
– No es ninguna razon.
– Eso dije yo cuando lo supe.
– ?Como lo supiste?
– Mi hermanito hacia tres dias que habia desaparecido y, al buscarle, encontre una sandalia suya en un estercolero. Aquel estercolero procedia del establo donde estaba la marrana. Hurgando en el estercolero, encontre un calcetin blanco ensangrentado. Comprendi. La mujer confeso antes de que les matase a todos. Hice que rezasen antes de dispararles. Al primer escopetazo, le rompi las piernas al padre.
– Hiciste bien en matarle. ?Que haran contigo?
– Veinte anos, todo lo mas.
– ?Por que estas en el calabozo?
– Le pegue a un oficial que era de su familia. Estaba aqui, en la carcel. Le trasladaron. Se fue. Ahora, estoy tranquilo.
Abren la puerta del pasillo. Un guardia entra con dos presos que llevan, colgado de dos palos, un tonel de madera. Detras de ellos, al fondo, se ve a otros guardias que empunan fusiles. Calabozo por calabozo, sacan los cubos en donde hacemos las necesidades y los vacian en el tonel. Un hedor a orina, a mierda, emponzona el aire hasta el punto de que me ahogo. Nadie habla.
Cuando llegan a mi calabozo, el que toma mi cubo deja caer un paquetito en el suelo. Rapidamente, lo empujo mas lejos, en la oscuridad, con el pie. Cuando se han ido, en el paquete encuentro dos cajetillas de cigarrillos, un encendedor de yesca y un papel escrito en frances. Primero, enciendo dos cigarrillos y los tiro a los dos tipos de enfrente. Luego, llamo a mi vecino, quien alargando el brazo, atrapa los cigarrillos para hacerlos pasar a los demas presos. Tras la distribucion, enciendo el mio y trato de, leer a la luz del pasillo. Pero no lo consigo. Entonces, con el papel que envolvia el paquete, hago un rollo delgado y, despues de repetidos esfuerzos, mi yesca logra encenderlo. Rapidamente, leo: “Animo, Papillon, cuenta con nosotros. Anda con cuidado. Manana te mandaremos papel y lapiz para que nos escribas. Estamos contigo hasta la muerte.” Eso me reconforta el corazon.
?Esa nota es tan consoladora para mi! No estoy solo y puedo contar con mis amigos.
Nadie habla. Todo el mundo fuma. Por el reparto de cigarrillos me entero de que somos diecinueve en estos calabozos de la muerte. Bien, ya vuelvo a estar en el camino de la podredumbre y, esta vez, hasta el cuello. Esas hermanitas… Sin embargo, seguramente, no me denunciaron, ni la irlandesa ni la espanola ?Ah! ?Que imbecilidad haber confiado en esas hermanitas! No ellas no. ?Quizas el carretero? Dos o tres veces cometieron la imprudencia de hablar frances. ?Lo habria oido el? ?Que mas da! Esa vez te han jodido, pero jodido de verdad. Hermanas, carretero, o madre superiora, el resultado es el mismo.
La he pringado, en este calabozo lleno de cochambre que. al parecer, se inunda dos veces al dia. El calor es tan asfixiante que primero me quito la camisa y, luego, el pantalon. Tambien me quito los zapatos y lo cuelgo todo de las rejas.
?Pensar que he recorrido mil quinientos kilometros para venir a parar aqui! ?Ha sido un verdadero exito! ?Dios mio! Tu que has sido tan generoso conmigo, ?vas a abandonarme, ahora? Tal vez estas enfadado, pues, en realidad, me habias dado la libertad la mas segura, la mas hermosa de todas. Lali.
una comunidad que me acepto por entero. Me habias dado no una, sino dos mujeres admirables. Y el sol, y el mar. Y una choza donde fui el jefe incontestable. ?Esa vida en la Naturaleza, esa vida primitiva, pero tan dulce y tranquila! ?Ese regalo unico que me hiciste de ser libre, sin policias, sin magistrados, sin envidiosos ni malvados, a mi alrededor! Y yo no he sabido justipreciarlo. Ese mar tan azul que casi parecia verde y negro, esos amaneceres, esos ocasos que banaban la tierra de una paz tan serenamente suave, esa manera de vivir sin dinero, sin carecer de nada esencial para la vida de un hombre, todo eso lo he pisoteado, lo he despreciado. ?Y para ir adonde? Hacia sociedades que no quieren fijarse en mi. Hacia seres que ni siquiera se toman la molestia de saber que hay en mi de recuperable. Hacia un mundo que me rechaza, que me aleja de toda esperanza. Hacia colectividades que solo piensan en una cosa: anularse por todos los medios.
Cuando reciban la noticia de mi captura, ?como van a reirse los doce enchufados del jurado, el podrido de Polein, la bofia y el fiscal! Pues, seguramente, habra un periodista que se encargara de transmitir la noticia a Francia.
?Y los mios? ?Ellos que, cuando debieron recibir la visita de los gendarmes para notificarles mi evasion, debian de estar tan contentos de que su hijo o su hermano hubiese escapado de sus verdugos! Ahora, al enterarse de que vuelvo a estar preso, sufriran otra vez.
Hice mal en renegar de mi tribu. Si, puedo decir “mi tribu”, puesto que todos me habian aceptado. Hice mal y merezco lo que ocurre. Y, sin embargo-. No me fugue para aumentar la poblacion de los indios de America del Sur. Dios mio, has de comprender que debo revivir en una sociedad normalmente civilizada y demostrar que puedo formar parte de ella sin representar un peligro. Es mi autentico destino, con o sin Tu ayuda.
He de demostrar que puedo, que soy -y lo sere- un ser normal, si no mejor que los demas individuos
de una colectividad cualquiera o de un pais cualquiera.
Fumo. El agua empieza a subir. Me llega casi a los tobillos. Llamo:
– Negro, ?cuanto tiempo se queda el agua en la celda?
– Depende de la fuerza de la marea. Una hora, todo lo mas dos horas.
Oigo a varios presos que gritan: