Pero aqui, en esta Reclusion del presidio, donde solamente pueden entrar los funcionarios de la Administracion, estan muy tranquilos, no puede pasarles nada.
Clac, clac, clac, clac: se abren todas las ventanillas. Me acerco a la mia, me arriesgo a dar una ojeada, y, luego, saco un poco la cabeza, despues toda, al pasillo, y veo, a derecha e izquierda, multitud de cabezas. En seguida comprendo que tan pronto abren las ventanillas, las caras de todos se asoman precipitadamente. El de la derecha me mira con ojos vacuos. Sin duda, esta embrutecido por la masturbacion. Descolorido y grasiento, en su pobre rostro de idiota no hay asomo de luz. El de la izquierda me dice rapidamente:
– ?Cuanto?
– Yo, cuatro. He cumplido uno. ?Nombre?
– Papillon.
– Yo, Georges, Jojo el Auvernes. ?Donde caiste?
– En Paris, ?y tu?
No tiene tiempo de contestar: el cafe, seguido del chusco, llega a la segunda celda anterior a la suya. Mete la cabeza y yo hago lo mismo. Tiendo mi cazo, lo llenan de cafe y, luego, me dan el chusco. Como no me apresuro a coger el pan, al cerrarse la ventanilla el chusco rueda por el suelo. En menos de un cuarto de hora, ha vuelto el silencio. Debe de haber dos repartos, uno por pasillo, pues se termina en seguida. A medio dia, una sopa con un trozo de carne hervida. Por la noche, un plato de lentejas., Este menu, durante dos anos, solo cambia por la noche: lentejas, alubias coloradas, guisantes, garbanzos, judias blancas y arroz con tocino. El de mediodia siempre es el mismo.
Cada quince dias, tambien, sacamos todos la cabeza por la ventanilla y un presidiario, con una maquina de barbero nos corta la barba.
Hace tres dias que estoy aqui. Una cosa me preocupa sobre todas. En Royale, mis amigos me dijeron que me mandarian comida y tabaco. No he recibido nada todavia y me pregunto, por lo demas, como podrian hacer un milagro semejante. Por lo que no me extrana demasiado no haber recibido nada. Fumar debe de ser muy peligroso y, de todos modos, es un lujo. Comer, si, debe de ser vital, pues la sopa, a mediodia, es agua caliente y un pedacito de carne hervida de cien gramos aproximadamente. Por la noche, un cazo de agua en la que flotan algunas judias y otras legumbres secas. Francamente, echo menos la culpa a la Administracion de que no nos den una racion decorosa, que a los reclusos que distribuyen y preparan la comida. Esta idea se me ocurre porque, por la noche, es un marselles el que reparte las legumbres. Su cazo va hasta el fondo del perol y, cuando es el, tengo mas legumbres que agua. Con los otros ocurre lo contrario, no hunden el cazo y cogen por arriba tras haber revuelto un poco. Resultado: mucha agua y pocas legumbres. Esa subalimentacion es sumamente peligrosa. Para tener voluntad moral, hace falta cierta fuerza fisica.
Barren en el pasillo. Me parece que barren mucho rato frente a mi celda. La escoba chirria con insistencia contra mi puerta Miro con atencion y veo asomar un pedacito de papel blanco. Comprendo en seguida que me han deslizado algo bajo la puerta, pero que no han podido introducir mas. Esperan a que lo retire antes de ir a barrer mas lejos. Tiro del papel, lo despliego Son unas palabras escritas con tinta fosforescente. Espero que haya pasado el guardian y, rapidamente, leo:
Papi, todos los dias en el cubo a partir de manana habra cinco cigarrillos y un coco. Masca bien el coco cuando lo comas si quieres que te aproveche. Traga la pulpa. Fuma por la manana cuando vacian los cubos. Nunca despues del cafe de la manana, sino de la sopa del mediodia inmediatamente despues de haber comido y, por la noche, de las legumbres. Adjunto un trocito de mina de lapiz. Cada vez que necesites algo, pidelo en un pedacito de papel adjunto. Cuando el barrendero frote la puerta con su escoba, rasca con los dedos. Si el rasca tambien, empuja tu nota. No la pases nunca antes de que el conteste. Ponte el trocito de papel en el oido para que no tengas que sacar el estuche, y el pedazo de mina en cualquier sitio o en un resquicio de la pared de tu celda. Animo. Un abrazo. Ignace-Louis.
Son Galgani y Dega quienes me mandan el mensaje. Algo me oprime la garganta: tener amigos tan fieles, tan abnegados, me reconforta. Y todavia con mas fe en el porvenir, seguro de salir vivo de esta tumba, empiezo de nuevo a andar con paso alegre y agil: un, dos, tres, cuatro, cinco, media vuelta, etc. Y mientras camino, pienso: “?Que nobleza! ?Que deseos de hacer el bien hay en esos dos hombres! Seguramente, corren un grave riesgo, quiza sus puestos de contable y de cartero. Es en verdad grandioso lo que hacen por mi, sin contar con que les debe costar muy caro. ?A cuantas personas deben tener que comprar para llegar de Royale hasta mi en mi calabozo de la “comedora de hombres”I”
Lector, debes comprender que un coco seco esta lleno de aceite. Su pulpa dura y blanca esta tan cargada de el que, rallando seis cocos y con solo poner la pulpa en agua caliente, el dia siguiente se recoge en la superficie un litro de aceite. Este aceite,.cuerpo graso de cuya falta es de lo que mas sufrimos con nuestro regimen, tambien tiene muchas vitaminas. Con un coco cada dia, tienes casi asegurada la salud. Por lo menos, no te deshidratas ni mueres de descomposicion.
Hasta la fecha, hace ya mas de dos meses que he recibido sin ningun tropiezo comida y tabaco. Cuando fumo, tomo precauciones de sioux, tragando hondamente el humo y luego echandolo, poco a poco, agitando el aire con la mano abierta en abanico, para que desaparezca.
Ayer, paso una cosa curiosa. No se si obre bien o mal. Un vigilante de guardia en la pasarela se apoyo en la barandilla, miro hacia mi celda. Encendio un cigarrillo, dio unas cuantas chupadas y, luego, lo dejo caer en mi celda. Despues, se fue. Espere a que volviese para pisar ostensiblemente el cigarrillo. El breve ademan de detenerse que hizo no duro mucho: tan pronto se dio cuenta de mi gesto, se fue otra vez. ?Tuvo compasion d mi, o verguenza de la Administracion a la que pertenece? ?O seria una trampa? No lo se, y eso me tiene preocupado. Cuando sufrimos, nos volvemos hipersensibles.
No quisiera, si ese vigilante quiso, durante unos segundos ser un hombre bueno, haberle apenado con mi gesto de desprecio.
Ya hace dos meses que estoy aqui. Esta Reclusion es la unica a mi juicio, donde no hay nada que aprender. Porque no hay ninguna combina. Me he adiestrado perfectamente a desdoblarme. Tengo una tactica infalible. Para vagabundear en las estrellas con intensidad, para ver aparecer sin dificultades diferentes etapas pasadas de mi vida de aventurero o de mi infancia, o para construir castillos de arena con una realidad sorprendente, primero tengo que cansarme mucho. Necesito andar sin sentarme durante horas, sin parar, pensando en cualquier cosa. Despues, cuando literalmente rendido me tumbo en mi tabla, reclino la cabeza sobre la mitad de la manta y doblo la otra mitad sobre mi cara y la boca. Entonces, el aire enrarecido ya de la celda me llega a la nariz con dificultad, filtrado por la manta. Eso debe provocarme en los pulmones una especie de asfixia, y la cabeza empieza arderme. Me ahogo de calor y de falta de aire y entonces, de repente, despliego las alas de mi fantasia. ?Ah! Esas galopadas del alma, ?que indescriptibles sensaciones han producido en mi! He tenido noches de amor en verdad mas intensas que cuando era libre, mas turbadoras, con mas sensaciones aun que las autenticas, que las que de verdad experimente. Si, esa facultad de viajar en el espacio me permite sentarme con mi madre, que murio' hace diecisiete anos. juego con su vestido y ella me acaricia los rizos del cabello, que me dejaba muy largo, como si fuese una nina, a los cinco anos. Acaricio sus dedos largos y finos, de piel suave como la seda. Se rie conmigo de mi intrepido deseo de querer zambullirme en el rio como he visto hacer a los chicos mas grandes, un dia de paseo. Los menores detalles de su peinado, la mimosa ternura de sus ojos claros y brillantes, de sus dulces e inefables palabras: “Mi pequeno Riri, se bueno, muy bueno, para que tu mama pueda quererte mucho. Mas adelante, cuando seas un poco mayor, tambien te zambulliras desde muy alto en el rio. De momento, eres demasiado pequeno, tesoro mio. Anda, pronto llegara, demasiado pronto incluso, el dia en que ya seras un grandullon.”
Y, cogidos de la mano, bordeando el rio, volviamos a casa. Porque estoy de veras en la casa de mi infancia. Lo estoy de tal modo que tapo los ojos de mama con las manos para que no pueda leer la partitura y, sin embargo, continue tocando el piano. Estoy alli, pero de verdad, no con la imaginacion. Estoy alli con ella, subido en una silla, detras del taburete donde se sienta, y aprieto fuertemente con mis manitas para cerrar sus grandes ojos. Sus dedos agiles continuan rozando las notas del piano para que yo oiga La viuda alegre hasta el fin.
Ni tu, inhumano fiscal, ni vosotros, policias de dudosa honestidad, ni tu, miserable Polein, que negociaste tu libertad a costa de un falso testimonio, ni vosotros, los doce enchufados que fuisteis lo bastante cretinos para haber seguido la tesis de la acusacion y su manera de interpretar las cosas, ni tampoco vosotros, guardianes de la Reclusion, dignos socios de la “comedora de hombres”, ni nadie, absolutamente nadie, ni siquiera las gruesas paredes ni la distancia de esta isla perdida en el Atlantico, nada absolutamente, nada psiquico o material impedira mis viajes deliciosamente tenidos del rosa de la felicidad cuando despliego las alas hacia las estrellas.
Cuando al contar el tiempo que he de quedarme solo conmigo mismo solo hable de “horas-tiempo”, me equivoque. Es un error. Hay momentos en que debe medirse por “minutos tiempo”. Por ejemplo, despues de la distribucion del cafe y el pan, cuando viene el vaciado de los cubos 'aproximadamente una hora despues. Cuando me devuelvan el cubo vacio encontrare el coco, los cinco cigarrillos y, a veces, una nota fosforescente. No siempre, pero a menudo, cuento entonces los minutos. Es bastante facil, pues ajusto el paso a un segundo y, poniendo el cuerpo en pendulo, cada cinco pasos, en el momento de la media vuelta, digo mentalmente: uno. A los doce, suma un minuto. No vayais a creer, sobre todo, que tenga ansia de saber si podre comer de ese coco que, en resumidas cuentas, es mi vida, si tendre cigarrillos, placer inefable el poder fumar en esta tumba diez veces en veinticuatro horas, pues cada cigarrillo lo fumo en dos veces. No, de cuando en cuando, me sobrecoge una especie de angustia en el momento de la entrega del cafe y, entonces, tengo miedo, sin razon particular, de que les haya pasado algo a las personas que, con peligro de su tranquilidad, me ayudan tan generosamente. Asi es que espero y solo respiro cuando veo el coco. Esta ahi; entonces, todo va bien…, para ellos. Despacio, muy despacio, van pasando las horas, los dias, las semanas, los meses. Hace ya casi un ano que estoy aqui. Exactamente once meses y veinte dias que no he conversado con alguien mas de cuarenta segundos, y aun a base de palabras entrecortadas y mas murmuradas que articuladas. He cambiado, sin embargo, algunas palabras en voz alta. Me habia resfriado y tosia mucho. Pensando que aquello justificaria el salir para ir a la visita, me apunte de “palido”. Y He aqui al doctor. Con gran extraneza de mi parte, la ventanilla se abre. A traves de la abertura, asoma una cabeza.
– ?Que tiene usted? ?Que le duele? ?Los bronquios? Vuelvase. Tosa.
?Pero, hombre! ?Es una broma› Sin embargo, es rigurosamente cierto. Ha venido un medico de la Infanteria colonial para examinarme a traves de la ventanilla, hacerme volver a un metro de la puerta y auscultarme pegando el oido a la abertura., Luego, me dice:
– Saque el brazo.
Iba a sacarlo maquinalmente cuando, por una especie de respeto para conmigo mismo, le digo al extrano medico:
– Gracias, doctor, no se moleste tanto. No merece la pena.
Por lo menos, he tenido la fuerza de animo de darle a entender con toda claridad que no me tomaba en serio su examen.
– Como quieras -tuvo el cinismo de responder.
Y se fue. Afortunadamente, pues estuve a punto de estallar de indignacion.
Un, dos, tres, cuatro, cinco, media vuelta. Un, dos, tres, cuatro, cinco, media vuelta. Camino, camino infatigablemente, sin pararme, hoy camino con rabia, mis piernas estan tensas, y no,, como de costumbre, relajadas. Diriase que despues de lo que acaba de pasar, necesito pisotear algo. ?Que puedo pisotear con mis pies? Debajo de ellos, hay cemento. No, pisoteo muchas cosas caminando asi. Pisoteo la apatia de ese matasanos que., por congraciarse con la Administracion, se presta a cosas tan asquerosas. Pisoteo la indiferencia por el sufrimiento y el dolor de una clase de hombres por otra clase de hombres. Pisoteo la ignorancia del pueblo frances, su falta de interes o de curiosidad por saber a donde van y como son tratados los cargamentos humanos que cada dos anos salen de Saint-Martin-de-Re. Pisoteo a los periodistas de las cronicas negras que, tras haber escrito escandalosos articulos sobre un hombre, por un crimen determinado, algunos meses despues ni siquiera se acuerdan de que haya existido. Pisoteo a los que han recibido confesiones y que saben lo que pasa en el presidio frances y se callan. Pisoteo el sistema de un proceso que se transforma en un torneo oratorio entre quien acusa y quien defiende. Pisoteo la organizacion de la Liga de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que no