resultan mas faciles de manejar y se hacen a su nueva vida.

La pederastia cobra caracter oficial. Hasta el comandante, todo el mundo sabe que Fulano es la mujer de Zutano y, cuando se manda a uno de ellos a otra isla, se procura que el otro se reuna pronto con el, si no se penso en trasladarles juntos.

De todos esos hombres, no hay tres de cada cien que traten de fugarse de las Islas. Ni siquiera los que sufren cadena perpetua. La unica manera es tratar por todos los medios de ser desinternado y enviado a Tierra Grande, Saint-Laurent, Kourou o Cayena, lo que solo es posible para los internados temporales. Para los internados de por vida es imposible, aparte del homicidio. En efecto, cuando se ha matado a alguien, se es enviado a Saint-Laurent para comparecer ante el tribunal. Pero como para ir alli antes hay que confesar, se arriesgan cinco anos de reclusion homicidio, sin saber si se podra aprovechar la breve estancia en el cuartel disciplinario de Saint-Laurent -tres meses a lo sumo para tratar de evadirse.

Tambien se puede probar el desinternamiento por razones medicas. Si se es reconocido tuberculoso, se es enviado al campamento para tuberculosos llamado “Nouveau Camp”, a ochenta kilometros de Saint-Laurent.

Esta tambien la lepra o la enteritis disenterica cronica. Es relativamente facil llegar a ese resultado, pero entrana un terrible peligro: la cohabitacion en un pabellon especial, aislado, durante casi dos anos, con los enfermos de verdad. De ahi a pretenderse leproso y pillar la lepra, a tener pulmones estupendos y salir tuberculoso, a menudo no hay mas que un paso. En cuanto a 1 disenteria, es mas dificil aun escapar al contagio. eme aqui, pues, instalado en el edificio A, con mis ciento veinte camaradas. Hay que aprender a vivir en esta comunidad donde no se tarda en ser catalogado. Primero, es menester que todo el mundo sepa que no se os puede atacar sin peligro. Una vez has conseguido hacerte temer hay que ser respetado por la manera de comportarse con los guardianes, no aceptar determinados puestos, rehusar determinadas faenas, no reconocer ninguna autoridad a los llaveros, no obedecer, ni siquiera a costa de un incidente, a un vigilante. Si se ha jugado toda la noche, ni siquiera se sale a pasar lista. El guardian de cabana, (a este edificio le llaman “la cabana”), grita: “Enfermo acostado.” En las otras dos “cabanas”, los vigilantes, a veces, van a buscar al, “enfermo” llamado y le obligan a pasar lista. Pero nunca en el edificio de los destacados. En conclusion, lo que buscan ante todo, del pez mas grande al mas pequeno, es la tranquilidad de presidio.

Mi amigo Grandet, con quien hago chabola, es un marselles de treinta y cinco anos. Muy alto y flaco como un clavo, pero muy fuerte. Somos amigos desde Francia. Nos frecuentabamos en Tolon, en Marsella y en Paris.

Es un celebre reventador de cajas de caudales. Es bueno, pero, quiza muy peligroso. Hoy estoy casi solo en esta sala inmensa. El jefe de cabana barre y pasa el rastrillo por el suelo de cemento. Veo a un hombre que esta arreglando un reloj, con un chirimbolo de madera en el ojo izquierdo. Sobre su hamaca, una tabla con unos treinta relojes colgados. Ese tipo, que tiene los rasgos de un hombre de treinta anos, tiene el pelo completamente blanco. Me acerco a el y le miro trabajar. Luego, intento entablar conversacion con el. No levanta siquiera la cabeza y sigue callado. Me aparto, un poco molesto, y salgo al patio para sentarme en el lavadero. Encuentro a Titi la Belote, quien se esta adiestrando con unos naipes nuevos. Sus dedos agiles barajan y vuelven a barajar las treinta y ocho cartas con una rapidez inaudita. Sin dejar de mover sus manos como un prestidigitador, me dice:

– Hola, companero, ?que tal te va? ?Estas bien en Royale?

– Si, pero hoy me aburro. Voy a trabajar un poco, asi saldre del campamento. He querido charlar un momento con un tipo que hace de relojero, pero ni siquiera me ha contestado.

– Ya se, Papi, ese tipo se rie de todo el mundo. Solo vive para sus relojes. Todo lo demas le importa un bledo. Claro que, despues de lo que le paso, tiene derecho a estar majareta. Por menos nos hubiesemos trastornado nosotros. Figurate que ese joven (se le puede llamar joven, pues no tiene treinta anos) fue condenado a muerte, el ano pasado, por haber violado, al parecer, a la mujer de un guardian. Pura mentira. Hacia tiempo que se cepillaba a su patrona, la legitima de un jefe de vigilantes breton. Como trabajaba en casa de ellos como “mozo, de familia”, cada vez que el breton estaba de servicio diurno, el relojero se tiraba a la mujer. Solo que cometieron un error: la tia ya no le dejaba lavar y planchar la ropa. Lo hacia ella misma, y el cornudo de su marido, que la sabia holgazana, encontro el hecho curioso y empezo a sospechar. Pero no tenia pruebas de su infortunio. Entonces, combino un golpe para sorprenderles en flagrante delito y matarles a los dos. No contaba con la reaccion de la parienta. Un dia, abandono la guardia dos horas despues de haber entrado y pidio a un vigilante que le acompanase a su casa, so pretexto de regalarle un jamon que habia recibido de su tierra. Sigilosamente, traspone la entrada, pero apenas abre la puerta de la casita, cuando un loro se pone a berrear: “ ?Ahi viene el amo!”, como solia hacer cuando el guardian volvia a casa. Acto seguido, la mujer grita: “?Que me violan! ?Socorro!” Los dos guardianes entran en la habitacion en el momento que la mujer se escapa de los brazos del presidiario, quien sorprendido, salta por la ventana, mientras el cornudo le dispara. El relojero atrapa un balazo en el hombro, en tanto que, por su lado, la parienta se arana tetas y mejillas y se rasga la bata. El relojero cae, y cuando el breton va a rematarle, el otro guardian lo desarma. Debo decirte que el otro guardian era corso y que en seguida habia comprendido que su jefe le habia contado un cuento y que ni habia violacion ni nino muerto. Pero el corso no podia decirle lo que pensaba al breton e hizo como si creyese en el cuento de la violacion. El relojero fue condenado a muerte. Hasta aqui, companero, no hay nada extraordinario. Es despues cuando el asunto se pone interesante.

“En la Royale, en el cuartel de los castigados, hay una guillotina. Cada pieza esta bien guardada en un local especial. En el patio, las cinco losas sobre las que la levantan, bien juntas y niveladas. Cada semana, el verdugo y sus ayudantes, dos presidiarios, montan la guillotina con la cuchilla y toda la pesca y cortan uno o dos troncos de banano. Asi, estan seguros de que siempre esta en buen estado su funcionamiento.

“El relojero saboyano se encontraba, pues, en una celda de condenado a muerte con otros cuatro condenados, tres arabes y un siciliano. Los cinco esperaban la respuesta a su peticion de indulto hecha por los vigilantes que les habian defendido.

“Una manana, montan la guillotina y abren bruscamente la puerta del saboyano. Los verdugos se echan sobre el, le traban los pies con una cuerda y le atan las munecas con la misma cuerda que queda atada al nudo de los pies. Le ensanchan el cuello de la camisa con sus tijeras y, luego, despacito, recorren en la penumbra del amanecer una veintena de metros. Has de saber, Papillon, que cuando llegas ante la guillotina, te encuentras de cara con una tabla perpendicular sobre la que te atan con correas sujetas encima. Asi, pues, le atan y, cuando se disponen a hacer bascular la tabla de la que sobresale su cabeza, llega el actual comandante Coco seco, quien, obligatoriamente, debe asistir a la ejecucion. En la mano lleva una gran linterna sorda y, en el momento que alumbra la escena, se da cuenta de que los imbeciles de guardianes se han equivocado: iban a cortar la cabeza del relojero quien, aquel dia, nada tenia que ver con la ceremonia.

“-?Alto! ?Alto! -grita Barrot.

“Esta tan emocionado que, al parecer, ha perdido el habla Deja caer su linterna sorda, atropella a todo el mundo, guardianes y verdugos, y personalmente, desata al saboyano. Por fin, logra ordenar:

“-Acompanale a su calabozo, enfermero. Ocupese de el, quedese con el, dele ron. Y vosotros, so cretinos, id a buscar a Rencasseu. ?Es a el a quien se ejecuta hoy y no a otro!

“El dia siguiente, el saboyano tenia el pelo completamente blanco, tal como lo has visto hoy. Su abogado, un guardian de Calvi, escribio una nueva solicitud de indulto al ministro de justicia contandole el incidente. El relojero fue indultado y condenado a cadena perpetua. Desde entonces, se pasa el tiempo componiendo los relojes de los guardianes. Es su pasion. Los observa mucho tiempo, de ahi esos relojes colgados de su tabla. Ahora, seguramente, comprenderas que el tipo ese tenga derecho a estar un poco orate, ?o no?

– Claro que si, Titi, despues de un choque semejante, tiene perfecto derecho a no ser demasiado sociable. Le compadezco sinceramente.

Cada dia se algo mas acerca de esa nueva vida. La “cabana A” es, en verdad, una concentracion de hombres temibles tanto por su pasado como por su modo de reaccionar en la vida cotidiana. Sigo sin trabajar: espero un puesto de pocero que, despues de tres cuartos de hora de trabajo, me dejara libre en la isla con derecho a ir de pesca.

Esta manana, al pasar lista para ir a la plantacion de cocoteros, designan a Jean Castelli. Este sale de la fila y pregunta:

– ?Pero eso que es? ?Me mandan a trabajar a mi?

– Si, a usted dice el guardian de servicio- Tome, coja este pico.

Friamente, Castelli le mira y dice:

– Oye tu, auvernes, ?no ves que hace falta venir de tu tierra para saber manejar ese extrano instrumento? Yo soy corso marselles. En Corcega, tiramos muy lejos los utensilios de trabajo, y en Marsella, ni siquiera se sabe que existan. Guarda tu pico y dejame en paz.

El joven guardian, que todavia no esta muy al corriente, segun supe mas tarde, levanta el pico sobre Castelli, con el mango para arriba. Al unisono, los ciento veinte hombres berrean:

– ?Carrona, no lo toques o eres hombre muerto!

– ?Rompan filas! -grita Grandet y, sin preocuparse de las posiciones de ataque que han tomado todos los guardianes, entramos en la cabana.

La “cabana B” desfila para ir al trabajo. La “cabana C”, tambien. Una docena de guardianes se presentan y, cosa rara, cierran la puerta enrejada. Una hora despues, cuarenta guardianes estan a ambos lados de la puerta, empunando metralletas. Segundo comandante, jefe de guardianes, jefe de vigilantes, vigilantes, todos estan ahi, salvo el comandante, que ha salido a las seis, antes del incidente, de inspeccion en la isla del Diablo.

El segundo comandante dice:

– Dacelli, haga el favor de llamar a los hombres, uno a uno.

– Grandet.

– Presente.

– Salga.

Sale, entre los cuarenta guardianes. Dacelli le dice:

– Vaya a su trabajo.

– No puedo.

– ?Se niega usted?

– No, no me niego, estoy enfermo.

– ?Desde cuando? No se ha declarado usted enfermo, cuando se paso lista por primera vez.

– Esta manana no estaba enfermo, pero ahora si lo estoy.

Los primeros sesenta llamados responden exactamente lo mismo, uno detras de otro. Solo uno desobedece francamente. Sin duda, tenia intencion de hacerse mandar a Saint-Laurent para comparecer ante el Consejo de Guerra. Cuando le dicen: “? Se niega usted? “, contesta:

– Si, me niego, por tres veces.

– Por tres veces, ?por que?

– Porque me da usted asco. Me niego categoricamente a trabajar para tipos tan imbeciles como usted.

La tension era alta. Los guardianes, sobre todo los jovenes, no soportaban que los presidiarios les humillasen de tal modo. Solo esperaban una cosa: un gesto de

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