detencion, siempre debido a lo que habia hecho su hermano.
Por su parte, Hautin no ha sabido nunca que es la libertad. Esta en prision desde la edad de nueve anos. Antes de salir de un correccional, a los diecinueve, mato a un individuo la vispera de su liberacion para unirse a la Marina, en la que se habia enrolado para salir del correccional. Debia de estar un poco loco, pues sus proyectos eran, al parecer, llegar a Venezuela, trabajar en una mina de oro y cargarse la pierna para percibir una fuerte indemnizacion. Esta pierna esta un poco tiesa debido a una inyeccion de no se que producto que se dio voluntariamente en Saint-Martin-de-Re.
Un golpe de teatro. Esta manana, al pasar lista, han llamado a Hautin y al hermano de Matthieu Carbonieri, mi amigo. Su hermano Jean es panadero y, por lo tanto, esta en el muelle, cerca de las embarcaciones.
Han sido enviados a San Jose sin explicacion ni razon aparentes. Trato de enterarme de ello. Nada trasciende y, sin embargo, Arnaud estaba destinado desde hacia cuatro anos al cuidado de las armas, y Jean Carbonieri era panadero desde hacia cinco anos. No puede tratarse de una simple casualidad. Ha debido de haber un soplo, pero ?que clase de soplo y hasta donde?
Decido hablar con mis tres amigos intimos: Matthieu Carbonieri, Grandet y Galgani. Ninguno de los tres sabe nada. Asi que ese Hautin y ese Arnaud no habian hablado mas que a unos presidiarios vulgares, no a los destacados.
– ?Por que me han hablado a mi, entonces?
– Porque todo el mundo sabe que quieres evadirte a cualquier precio.
– Pero no a ese.
– Ellos no han sabido ver la diferencia.
– ?Y tu hermano Jean?
– Cualquiera sabe como ha cometido la majaderia de meterse en ese asunto.
– Quiza se haya metido sin comerlo ni beberlo, engatusado por alguien.
Los acontecimientos se precipitan. Esta noche han asesinado a Girasolo cuando entraba en las letrinas. Han encontrado sangre en la camisa del boyero martiniques. Quince dias mas tarde, tras una instruccion demasiado rapida y la declaracion de otro negro a quien han incomunicado, el antiguo boyero es condenado a muerte por un tribunal de excepcion.
Un viejo presidiario, llamado Garvel o El Saboyano, viene a hablarme en el lavadero, en el patio.
– Papi, estoy en un aprieto, porque he sido yo quien ha matado a Girasolo. Quisiera salvar al negro, pero me asusta la idea de que puedan guillotinarme. A ese precio, no hablo. Pero si encontrara un truco para que no me cayeran mas de tres o cinco anos, me denunciaria.
– ?Cual es tu condena a trabajos forzados?
– Veinte anos.
– ?Cuantos has cumplido?
– Doce.
– Encuentra la manera de que te condenen a perpetuidad; asi, no te envian a la Reclusion.
– ?Y que hacer?
– Dejame tiempo para reflexionar; te lo dire esta noche.
Llega la noche. Le digo a Garvel:
– No puedes hacerte denunciar y reconocer los hechos.
– ?Por que?
– Te arriesgas a ser condenado a muerte. La unica manera de evitar la Reclusion es que te endinen la perpetua. Denunciate tu mismo. Motivo: que no puedes, en conciencia, dejar que guillotinen a un inocente. Buscate un guardian corso como defensor. Te dire su nombre despues de haberle consultado. Es preciso actuar con rapidez. No creo que le rebanen el pescuezo, en seguida. Espera dos o tres dias.
He hablado con el vigilante Collona, que me da una idea fantastica: lo llevo al comandante y digo que Garvel me ha pedido que lo defienda y que le acompane a confesar, y yo le he garantizado que, por este aspecto de nobleza era imposible que lo condenaran a muerte, pero que, ?dada la gravedad de su caso, debia esperar una condena a perpetuidad!
Todo ha ido bien. Garvel ha salvado al moreno, que ha sido puesto en seguida en libertad. Al falso testigo acusador le ha caido un ano de prision. A Robert Garvel, la perpetua.
Hace ya dos meses que esto sucedio. Garvel me da el resto de la explicacion solo ahora, cuando todo ha terminado. Girasolo era el hombre que, despues de haberse enterado de los detalles del complot de la revuelta en la que habia aceptado tomar parte, denuncio a Arnaud, Hautin y Jean Carbonieri. Por suerte no conocia ningun nombre mas.
Ante la enormidad de la denuncia, los guardianes no le creyeron. Sin embargo, por precaucion, enviaron a San Jose a los tres presidiarios conjurados, sin decirles nada, ni tan siquiera interrogarles.
– ?Que razon diste, Garvel, para explicar el asesinato?
– Que me habia robado el estuche. Que yo dormia frente a el, lo que era exacto, y que, por la noche, me sacaba el estuche y lo escondia bajo la manta que me sirve de almohada. Una noche, fui a las letrinas y, cuando regrese, el estuche habia desaparecido. Y por mis alrededores, solo un hombre no dormia: Girasolo. Los guardianes creyeron mi explicacion, y ni siquiera me hablaron de que habia denunciado una revuelta verosimil.
– ?Papillon! ?Papillon! -gritan en el patio-. ?Se le busca!
– Presente.
– Recoja sus efectos personales. Le han destinado a San Jose.
– ?Mierda!
En Francia, acaba de estallar la guerra. Con ella, ha venido un nuevo reglamento: los jefes de servicio responsables de una evasion seran destituidos. Los deportados que sean detenidos en intento de evasion, seran condenados a muerte. Se considerara que la evasion esta motivada por el deseo de unirse a las Fuerzas francesas libres que traicionan a la Patria. Se tolera todo, menos la evasion.
El comandante Prouillet hace ya mas de dos meses que partio. A este nuevo no lo conozco. No hay nada que hacer. He dicho adios a mis amigos. A las ocho, tomo la embarcacion que debe conducirme a San Jose.
El papa de Lisette ya no esta en el campamento de San Jose. Partio hacia Cayena con su familia la semana anterior. El comandante de San Jose se llama Dutain y es de El Havre. Me recibe. Llego solo, por supuesto, y soy entregado en el muelle al guardian de servicio por el jefe de vigilantes de la chalupa, con algunos papeles que me acompanan.
– ?Es usted Papillon?
– Si, comandante.
– Es usted un personaje curioso -me dice, hojeando mis papeles.
– ?Por que soy tan curioso?
– Porque, por un lado, esta usted clasificado como peligroso desde todos los puntos de vista, sobre todo por una nota escrita con tinta roja: “En constante estado de preparacion de fuga”, pero, luego, una adicion: “Intento salvar a la hija del comandante de San Jose en medio de los tiburones.” Yo tengo dos hijitas, Papillon; ?quiere usted verlas?
Llama a las crias, de tres a cinco anos, muy rubias ellas, que entran en su despacho acompanadas por un joven arabe vestido de blanco, y por una mujer morena, muy hermosa.
– Querida,?ves a este hombre? Es el que trato de salvar a tu ahijada, Lisette.
– ?Oh! Dejeme estrecharle la mano -,dice la joven.
Estrecharle la mano a un presidiario es el mayor honor que puede hacersele. jamas se da la mano a un condenado a trabajos forzados. Me conmueven su espontaneidad y su gesto.
– Si, yo soy la madrina de Lisette. Estamos muy vinculados con los Grandoit. ?Que vas a hacer por el, querido?
– Primero, va al campamento. Despues, tu me diras que destino quieres que le de.
– Gracias, comandante; gracias, senora. ? Pueden decirme el motivo de que me hayan enviado a San Jose? Es casi un castigo.
– En mi opinion, no hay ningun motivo. Simplemente, el nuevo comandante teme que te evadas.
– No anda equivocado.
– Ademas, han aumentado los castigos contra los responsables de una evasion. Antes de la guerra, habia la posibilidad de perder un galon, pero, ahora, esto es seguro, aparte de otros problemas. Por eso te ha mandado aqui. Prefiere que te vayas de San Jose, de donde no es responsable, que de Royale, de donde si lo es.
– ?Cuanto tiempo tiene usted que quedarse aqui, comandante?
– Dieciocho meses.
– No puedo esperar tanto tiempo, pero hallare el medio de volver a Royale, para no ocasionarle en absoluto ningun perjuicio.
– Gracias -dice la mujer-. Me alegra saberle tan noble., Para cualquier cosa que necesite, venga aqui con toda confianza. Tu, papa, da orden al puesto de guardia del campamento para que se deje venir a Papillon a verme cuando lo pida.
– Si, querida. Mohamed, acompana a Papillon al campamento, y tu escoge el barracon al que quieras quedar afecto.
– Oh, para mi es facil: el de los peligrosos.
– No hay ninguna dificultad en eso -dice, riendo el comandante.
Y llena un papel, que extiende a Mohamed.
Abandono la casa, al borde del muelle, que sirve de vivienda y de despacho al comandante, la antigua casa de Lisette y, acompanado por el joven arabe, llego al campamento.
El jefe del puesto de guardia es un viejo corso muy violento,! y asesino reconocido. Lo llaman Filissari.
– Vaya, Papillon, de manera que vienes aqui, ?eh? Ya sabes que yo soy muy bueno o muy malo. Conmigo no trates de evadirte, porque si fracasas, te matare como a un conejo. Dentro de dos anos me retiro, asi que este no es el momento para que me ocurra un percance.