Filissari se aproxima a la reja. Marquetti le habla en corso.

– Haced vuestro cafe; lo que acaba de suceder no se repetira.

Y se va.

Niston ha tenido la suerte de que la bala no le haya quedado en el interior: habiendo entrado por la parte baja del musculo, ha vuelto a salir por la mitad de la pierna. Le aplicamos un torniquete, la sangre cesa de manar y le ponemos una compresa de vinagre.

– Papillon, salga.

Son las ocho, ya es de noche.

No conozco al guardian que me llama; debe de ser un breton.

– ?Para que habria de salir, a estas horas? No tengo nada que hacer fuera.

– El comandante quiere verle.

– Digale que venga aqui. Yo no salgo.

– ?Entonces, se niega?

– Si, me niego.

Mis amigos me rodean. Forman un circulo a mi alrededor. El guardian habla desde la puerta cerrada. Marquetti se dirige a ella y dice:

– No dejaremos salir a Papillon si no es en presencia del comandante.

– Pero el es precisamente quien lo envia a buscar.

– Digale que venga en persona.

Una hora despues, dos jovenes guardianes se presentan en la puerta. Van acompanados por el arabe que trabaja en casa del comandante, la persona que lo ha salvado de una muerte cierta y ha impedido la revuelta.

– Papillon, soy YO, Mohamed. Vengo a buscarte; el comandante quiere verte; el no puede venir aqui.

Marquetti me dice:

– Papi, ese tipo esta armado con un mosqueton.

Entonces, salgo del circulo de mis amigos y me aproximo a la puerta. En efecto, Mohamed lleva un mosqueton bajo el brazo. Vivir Para ver: ?Un Presidiario oficialmente armado de un mosqueton!

– Ven -me dice el arabe-, Estoy aqui para protegerte y defenderte si es necesario.

Pero yo no lo creo.

– ?Vamos, ven con nosotros!

Salgo- Mohamed se coloca a mi lado y los dos guardianes detras. Voy a la comandancia. Al pasar por el puesto de guardia, la salida del campamento, Filissari me dice:

– Papillon, espero que no vayas a quejarte de mi.

– Yo Personalmente, no, ni nadie del barracon de los peligrosos. De otro sitio, no lo se.

Bajamos a la comandancia. La casa y el muelle estan iluminados por lamparas de carburo que intentan expandir luz alrededor sin conseguirlo. Por el. camino, Mohamed me ha dado un Paquete de “Gauloises”. Al entrar en la sala fuertemente iluminada por dos lamparas de carburo, encuentro sentado al comandante de Royale, al segundo comandante, al comandante de san Jose, al de la Reclusion y al segundo comandante de San Jose.

Afuera, he advertido, vigilados por guardianes, a cuatro arabes. He reconocido a dos que pertenecian al grupo de trabajo en cuestion.

– Aqui esta Papillon, -dice el arabe.

– Buenas noches, Papillon – dice el comandante de San Jose.

– Buenas noches.

– Sientate ahi, en esa silla.

Estoy de cara a todos. La puerta de la sala esta abierta a la cocina, desde donde la madrina de Lisette me hace un signo amistoso.

– Papillon, -dice el comandante de Royale-, el comandante Dutain le considera a usted un hombre digno de confianza, enaltecido por la tentativa de salvamento de la ahijada de su esposa. YO solo le conozco por sus notas oficiales, que lo presentan como muy peligroso desde todos los puntos de vista. Debes olvidar esas notas y creer a mi colega Dutain. Veamos. Seguramente, vendra una comision para investigar, y todos los deportados de todas las categorias van a tener que declarar cuanto saben. Es cierto que usted y algunos otros tienen gran influencia sobre todos los condenados, y que estos seguiran al pie de la letra sus instrucciones. Hemos querido saber la opinion de usted sobre la revuelta y tambien si, mas o menos, preve lo que, en este momento, y en primer lugar su barracon y despues los otros, podrian declarar.

– Yo no tengo nada que decir ni que influir en lo que digan los demas. Pero si la comision viene para realizar de veras una investigacion, con la atmosfera actual, puedo asegurarles que todos ustedes estan destituidos.

– ?Que dices, Papillon? Mis colegas de San Jose y yo hemos contenido la revuelta.

– Tal vez usted pudiera salvarse, pero no los jefes de Royale.

– ?Expliquese!

Y los dos comandantes de Royale se levantan y, luego, se sientan de nuevo.

– Si continuan hablando oficialmente de revuelta, todos ustedes estan perdidos. Si quieren aceptar mis condiciones los salvo a todos, menos a Filissari.

– ?Que condiciones?

– En primer lugar, que la vida vuelva a su curso habitual, inmediatamente, a partir de manana por la manana. Solo si podemos hablar entre nosotros podemos influir en todo el mundo acerca de lo que debe declararse ante la comision. ?Esta claro?

– Si -~,dice Dutain-. Pero, ?por que debemos ser salvados?

– Ustedes, los de Royale, no son solo los jefes de Royale, sino de las tres islas.

– Si.

– Pues bien; ustedes recibieron una denuncia de Girasolo chivandoles que preparaban una revuelta. Los jefes eran Hautin y Arnaud.

– Tambien Carbonieri -anade el guardian.

– No, eso no es verdad. Carbonieri era enemigo personal de Girasolo desde Marsella, y lo anadio arbitrariamente al golpe. Como fuere, ustedes no creyeron en la revuelta. ?Por que? Porque les dijo que esa revuelta tenia como objetivo matar a mujeres y ninos, a arabes y a guardianes, cosa que parecia inverosimil. Por otra parte, habia la cuestion de dos chalupas para ochocientos hombres en Royale, y una para seiscientos en San Jose. Ningun hombre sensato podia aceptar participar en semejante golpe.

– ?Como sabes todo eso?

– Es cuenta mia, pero si continuan ustedes hablando de revuelta, aunque me hicieran desaparecer, y aun mas si lo hacen, todo esto se dira y se probara. La responsabilidad, pues, corresponde a Royale, que envio a esos hombres a San Jose, pero sin separarlos. La decision logica, que hace que si la investigacion lo descubre, no puedan ustedes escapar de recibir graves sanciones, era enviar a uno a la isla del Diablo y al otro, a San Jose, aunque reconozco que era dificil admitir esa historia de locos. Si hablan de revuelta, lo repito de nuevo, se pierden ustedes mismos. En cambio, si aceptan mis condiciones, yo me las arreglare para que todo el mundo declare que Arnaud, Hautin y Marceau han actuado para causar el mayor dano posible antes de morir. He aqui las condiciones: primero, como ya les he dicho, que, desde manana, la vida recupere su normalidad; segundo, que todos los hombres confinados en celdas bajo sospecha de estar conjurados salgan en seguida, y que no sean sometidos a un interrogatorio acerca de su posible complicidad en la revuelta, puesto que esta no existe; tercero que, cuanto antes, se envie a Filissari a Royale, en primer lugar, por su seguridad personal, porque, si no ha habido revuelta, ?como justificar el asesinato de tres hombres?, y, luego, porque ese vigilante es un abyecto asesino, y cuando actuo en el momento del incidente, tenia un miedo horrible, queria matar a todo el mundo, comprendidos nosotros, en el barracon. Lo que han hecho Arnaud y los otros era imprevisible. No tenian complices ni confidentes. Segun opinan todos, eran unos botarates que habian decidido suicidarse de esa manera: matar al mayor numero posible de personas antes de ser muertos ellos mismos, que es lo que debian buscar. Si ustedes quieren, me retirare a la cocina y, asi, podran deliberar para darme su respuesta.

Entro en la cocina y cierro la puerta. Madame Dutain me estrecha la mano y me da cafe y conac. Mohamed dice:

– ?Has dicho algo en mi favor?

– Eso concierne al comandante. Desde el momento que te ha armado, es que tiene la intencion de eximirte.

La madrina de Lisette me dice bajito:

– ?Vaya! Esos de Royale ya tienen lo suyo.

– ?Pardiez! Para ellos era demasiado facil admitir una revuelta en San Jose, donde todo el mundo debia saberlo menos su marido.

– Papillon, lo he oido todo y en seguida he comprendido que queria usted favorecernos.

– Es verdad, Madame Dutain.

Se abre la puerta.

– Papillon, pasa -dice un guardian.

– Sientese, Papillon dice el comandante de Royale-. Despues de haber discutido el asunto, hemos concluido por unanimidad que usted, ciertamente, tenia razon. No ha habido revuelta. Esos tres deportados habian decidido suicidarse matando antes a la mayor cantidad posible de personas. Asi, pues, manana la vida volvera a empezar como antes. Monsieur Filissari sera trasladado esta misma noche a Royale. Su caso nos incumbe, y sobre el no le pido ninguna colaboracion. Contamos con que usted mantenga su palabra.

– Cuenten con ella. Hasta la vista.

– Mohamed y ustedes dos, senores vigilantes, devuelvan a Papillon a su barracon. Hagan venir a Monsieur Filissari; parte con nosotros hacia Royale.

Por el camino, le digo a Mohamed que deseo que salga en libertad. Me da las gracias.

– Asi, pues, ?que querian de ti los guardianes?

En un silencio absoluto, cuento en voz alta, exactamente, palabra por palabra, todo lo que ha pasado.

– Si hay alguien que no este de acuerdo o crea poder criticar el arreglo al que he llegado con los guardianes en nombre de todos, que lo diga.

Unanimemente, estan todos de acuerdo.

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