– ?Piensas que te han creido eso de que nadie mas estaba comprometido?
– No, pero si no quieren saltar, deben creerlo. Y nosotros, si no queremos meternos en lios, tambien debemos creerlo.
Esta manana, a las siete, se han vaciado todas las celdas del cuartel disciplinario. Habia mas de ciento veinte detenidos. Nadie ha salido al trabajo, pero todos los barracones se han abierto, y el patio esta lleno de presidiarios que, con toda libertad, hablan, fuman y toman el sol o descansan a la sombra a su antojo. Niston ha sido trasladado al hospital. Carbonieri me dice que habian puesto un letrero -“Sospechoso de estar comprometido en la revuelta” en no menos de cien puertas de las celdas.
Ahora que estamos todos reunidos, nos enteramos de la verdad. Filissari no ha matado mas que a un hombre; los otros dos han sido muertos por dos guardianes jovenes amenazados por individuos que, acorralados y creyendo que iban a eliminarlos, cargaban con sus cuchillos tratando de liquidar, al menos, a un vigilante antes de morir. He aqui como una verdadera revuelta que, por suerte, ha fracasado en su inicio, se ha transformado en un original suicidio de tres presos, tesis oficialmente aceptada por todo el mundo: Administracion y condenados. De ello ha quedado una leyenda o una historia verdadera, no lo se demasiado, comprendida entre esas dos palabras.
Al parecer, el entierro de los tres muertos en el campamento mas Hautin y Marceau, se ha efectuado de la forma siguiente: como solo hay una caja-ataud con trampilla para arrojar los cadaveres al mar, los guardianes los han echado todos al fondo de una canoa, y los cinco a la vez, han sido lanzados a los tiburones. Se calculo la operacion pensando que los ultimos tendrian, asi, tiempo de hundirse con sus piedras atadas a los pies, mientras sus amigos eran devorados por los escualos. Me han contado que ninguno de los cadaveres ha podido desaparecer en el mar, y que los cinco, a la caida de la noche, han danzado un ballet de lienzo blanco, como verdaderas marionetas animadas por el hocico o las colas de los tiburones en este festin, digno de Nabucodonosor. Los guardianes y los barqueros huyeron ante tanto horror.
Ha venido una comision y ha permanecido casi cinco dias en San Jose y dos en Royale. No he sido interrogado de manera especial, sino que he pasado ante ella como los otros. Por el comandante Dutain, he sabido que todo se ha desarrollado muy bien. A Filissari se le ha dado permiso hasta su retiro, asi que no regresara ya mas. Mohamed, como recompensa, ha sido redimido de toda su condena. El comandante Dutain ha conseguido un galon mas.
Como siempre hay descontentos, un bordeles me pregunto ayer:
– ?Y que hemos ganado nosotros, sacandoles las castanas del fuego a los guardianes?
Miro al tipo que ha dicho esto y le contesto:
– No gran cosa: cincuenta o sesenta hombres no cumpliran cinco anos de reclusion por complicidad. ?Te parece poco?
Esta tempestad se ha calmado felizmente. Una especie de tacita complicidad entre vigilantes y presidiarios ha desconcertado por completo a la famosa comision de investigacion que, tal vez, no pretendia mas que eso: que todo se arreglara de la mejor manera posible.
Yo, personalmente, no he ganado ni perdido nada, aparte de que mis camaradas me estan agradecidos por no haber tenido que sufrir una disciplina mas dura. Al contrario, incluso se ha suprimido el acarreo de piedras. Esta horrible tarea ha sido abolida. Los bufalos son ahora los encargados de arrastrarlas, los presidiarios solo deben colocarlas en su sitio.
Carbonieri ha regresado a la panaderia. Yo trato de regresar a Royale. En efecto, aqui no hay taller, es imposible, pues, hacer una balsa.
La subida de Petain al Gobierno ha agravado las relaciones entre deportados y vigilantes. Todo el personal de la Administracion declara muy alto que es “petainista”, hasta el punto de que un guardian normando me decia:
– ?Quiere que le diga una cosa, Papillon? Yo nunca he sido republicano.
En las Islas, nadie tiene radio y no llegan las noticias. Por otra parte, se dice que, en la Martinica y en Guadalupe aprovisionamos a los submarinos alemanes. Es como para no entender nada. Las controversias son continuas.
– ?Mierda! ?Quieres que te lo diga, Papi? Ahora es cuando hay que hacer la revuelta, para entregar las Islas a los franceses de De Gaulle.
– ?Tu crees que el Gran Charlot necesita el presidio? ?Para hacer que?
– ?Ah, para conseguir de dos mil a tres mil hombres!
– ?Leprosos, chochos, tuberculosos, enfermos de disenteria? ?Estas de broma! No es ningun tonto ese tipo, para complicarse la vida con presidiarios.
– ?Y los dos mil sanos que quedan?
– Eso Ya es otro cantar. Pero por el hecho de ser hombres, no significa que sirvan para pegar tiros. ‹!Te crees que la guerra es como un atraco a mano armada? Un golpe dura diez minutos; la guerra, anos. Para ser un buen soldado, es preciso tener la fe del patriota. Os guste o no, yo no veo aqui a un solo tipo capaz de dar su vida por Francia.
– ?Y por que habriamos de darsela, despues de todo lo que nos ha hecho?
– Entonces, ya veis que tengo razon. Por suerte, ese charlatan de Charlot cuenta con otros hombres, para hacer la guerra.
Y, sin embargo, ?decir que esos cochinos de alemanes estan en nuestra casa! Todos los guardianes de aqui, sin excepcion, declaran estar con Petain.
El conde De Berac dice:
– Seria una manera de redimirse.
Y, entonces, ocurre el fenomeno siguiente: nunca, antes, un preso hablaba de redimirse. Y he aqui que ahora, todo el mundo, hombres del hampa y cabritos, todos esos pobres condenados, ven brillar un rayo de esperanza.
– ?Hacemos esa revuelta para incorporarnos a las ordenes De Gaulle, Papillon?
– Lo siento mucho, pero yo no tengo por que redimirme a los ojos de nadie. La justicia francesa y su capitulo “rehabilitacion” me los paso por el culo. YO mismo me “rehabilitare”. Mi deber es fugarme y, una vez libre, ser un hombre normal que viva en una sociedad sin ser un peligro para ella. No creo que un presidiario pueda probar otra cosa de otro modo. Estoy dispuesto a cualquier accion con tal de darme el piro. No me interesa entregarle las Islas al Gran Charlot, y estoy seguro de que tampoco a el le interesa. Por otra parte, si empleais esta artimana, ?sabeis lo que diran los peces mas gordos? Que os habeis apoderado de las Islas para ser libres vosotros, no para hacer un gesto a favor de la Francia libre. Y, luego, ?sabeis acaso quien tiene razon? ?De Gaulle o Petain? Yo no se absolutamente nada. Sufro como un pobre porque mi pais esta invadido, pienso en los mios, en mis padres- en mis hermanas, en mis sobrinas.
– Desde luego, hace falta ser idiotas para preocuparnos tanto por una sociedad que no ha tenido ninguna piedad de nosotros.
– Sin embargo, es normal, porque la bofia y el aparato judicial frances, y esos gendarmes y estos guardianes no son Francia. Es una clase aparte, compuesta por personas de mentalidad completamente distorsionada. ?Cuantas de esas personas estan hoy dispuestas a convertirse en servidores de los alemanes? ?Que te apuestas a que la Policia francesa detiene a compatriotas y los entrega a las autoridades alemanas? Bien. Yo digo y repito que no intervendre en una revuelta, cualquiera que sea el motivo. Solo correre el riesgo de una fuga, pero ?que fuga?
Se producen discusiones muy serias entre diversos clanes.
Unos estan en favor de De Gaulle, y los otros, de Petain. En el fondo, no se sabe nada, pues, como he dicho, no hay un receptor de radio ni entre los vigilantes ni entre los deportados. Las noticias llegan por las embarcaciones que pasan y nos traen un poco de harina, de legumbres secas y de arroz. Para nosotros, la guerra, vista desde tan lejos, es dificil de comprender.
Al parecer, ha llegado a Saint-Laurent-du-Maroni un reclutador para las Fuerzas libres. Los presos no saben nada, excepto que los alemanes ocupan toda Francia.
Un incidente divertido: un cura ha venido a Royale y ha predicado despues de la misa. Ha dicho:
– Si las Islas son atacadas, se os daran armas para ayudar a los vigilantes a defender el territorio de Francia.
Tal como lo digo. Tenia gracia, ese cura. ?Y en verdad que debia tener una pobre opinion de nosotros! ?Ir a pedir a los prisioneros que defiendan su celda! ?Lo que nos quedaba por ver a los duros!
La guerra, para nosotros, se traduce en eso: doble efectivo de sabuesos, desde el simple guardian al comandante y al jefe de vigilantes; muchos inspectores, algunos de los cuales tienen un acento aleman o alsaciano muy pronunciado; muy poco pan; toca a cuatrocientos gramos por cabeza; muy poca carne.
En una palabra, – lo unico que ha aumentado es el precio de una evasion fallida: condena a muerte y ejecucion inmediata. Porque a la acusacion de evasion se anade: “Ha intentado pasar a las ordenes de los enemigos de Francia.”
Hace casi cuatro meses que estoy en Royale. Me he ganado un gran amigo: el doctor Germain Guibert. Su esposa, una dama excepcional, me ha pedido que le haga un huertecillo para ayudarla a vivir en este regimen de escasez. Le he plantado un huerto con ensaladas, rabanos, alubias verdes, tomates y berenjenas. Esta encantada y me trata como a un buen amigo.
Ese doctor nunca ha estrechado la mano a un vigilante, cualquiera que sea su grado, pero si, y muy a menudo, a mi y a ciertos presidiarios a quienes habia aprendido a conocer y a estimar.
Una vez recobrada la libertad, he tomado contacto de nuevo con el doctor Germain Guibert, a traves del doctor Rosemberg. Me ha enviado una foto de el y de su esposa en la Canebiere, Marsella. Regresaba de Marruecos y me felicitaba al saberme libre y feliz. Murio en Indochina al tratar de salvar a un herido que se habia rezagado. Era un ser excepcional, y su mujer era digna de el. Cuando fui a Francia, en 1967, tuve deseos de ir a verla. Renuncie, porque habia cesado de escribirme despues de que yo le pidiera una declaracion en mi favor, cosa que hizo. Pero, desde entonces, no volvio a enviarme noticias. No conozco la causa de este silencio, pero conservo en mi alma, por ambos conyuges, el mas alto reconocimiento por la manera como me trataron en su hogar, en Royale.
Algunos meses despues, he podido regresar a Royale.
NOVENO CUADERNO. SAN JOSE
Muerte de Carbonieri
Ayer, mi amigo Matthieu Carbonieri recibio una cuchillada en pleno corazon. Este crimen va a desencadenar una serie de asesinatos. Carbonieri estaba en el lavadero, completamente desnudo, y recibio la cuchillada cuando tenia la cara llena de jabon. Siempre que nos duchamos, tenemos la costumbre de abrir la navaja y dejarla bajo la ropa, a fin de tener tiempo de echar mano de ella si se acerca algun supuesto enemigo. No haber tenido esa precaucion, a Carbonieri le ha costado la vida. A mi companero lo ha matado un armenio, un verdadero rufian.
Con la autorizacion del comandante, y ayudado por otro companero, yo mismo he bajado a mi amigo hasta el muelle. Como el cuerpo pesaba, al descender por la