calificacion. Por lo general, menos del cinco por ciento de los transportados son internados en las Islas. Los demas se quedan en Tierra Firme. Las Islas son sanas, pero Tierra Firme, como ya me contara Dega, es una -porqueria que chupa poco a poco al presidiario con toda clase de enfermedades, muertes diversas, asesinatos, etcetera.

Con Dega, esperamos no ser internados en las Islas. Pero se me hace un nudo en la garganta: ?y si me califican de peligroso? Con mi perpetua, la historia de Tribouillard y la del director, estoy aviado.

Cierto dia, cunde un rumor: no ir a la enfermeria bajo ningun pretexto, pues, alli, los que estan demasiado debiles o demasiado enfermos para soportar el viaje son envenenados. Debe tratarse de un bulo. En efecto, un parisiense, Frands la Passe, nos confirma que es un cuento. Si, ha habido un envenenado, pero un hermano suyo, empleado en la enfermeria, le ha explicado lo que paso.

El individuo que se suicido, gran especialista en cajas de caudales, al parecer habia robado en la Embajada de Alemania, en Ginebra o Lausana, durante la guerra, por cuenta de los servicios franceses de espionaje. Se llevo documentos muy importantes que entrego a los agentes franceses. Para aquella operacion, la bofia le saco de la carcel, donde purgaba una pena de cinco anos. Y desde 1920, a razon de una o dos operaciones por ano, vivia tranquilo. Cada vez que le prendian, hacia su pequeno chantaje al Deuxieme Bureau [4], que se apresuraba a intervenir. Pero, aquella vez, la cosa no funciono. Le cayeron veinte anos y tenia que irse con nosotros. Para perder el convoy, fingio estar enfermo e ingreso en la enfermeria. Una pastilla de cianuro -siempre segun el hermano de Francis la Passe- acabo con el asunto. Las cajas de caudales y el Deuxieme Bureau podian dormir tranquilos.

Por este patio corren multitud de historias, unas ciertas, otras falsas. De todas formas, las escuchamos; ayudan a pasar el tiempo.

Cuando voy al retrete, en el patio o en la celda, es menester que me acompane Dega, a causa de los estuches. Mientras opero, se pone delante de mi, y me hurta a las miradas demasiado curiosas. Un estuche ya es toda una complicacion, pero sigo llevando dos, pues Galgani esta cada vez mas enfermo. Y respecto a eso, un enigma: el estuche que introduzco en ultimo lugar es siempre el ultimo en salir, y el primero, siempre el primero. Como daban la vuelta en mi vientre no lo se, pero asi era.

Ayer, en la barberia, han intentado matar a Clousiot mientras le afeitaban. Dos cuchilladas en torno del corazon. Milagrosamente, no ha muerto. He sabido su historia por un amigo suyo. Es curiosa, y algun dia la narrare. Aquel intento de homicidio era un ajuste de cuentas. Quien fallo el golpe morira seis anos despues, en Cayena, al engullir bicromato de potasa en sus lentejas. Murio en medio de espantosos dolores. El enfermero que ayudo al doctor en la autopsia nos trajo un trozo de intestino de unos diez centimetros. Tenia diecisiete perforaciones. Dos meses mas tarde, su asesino fue encontrado estrangulado en su lecho de enfermo. Nunca se supo por quien.

Hace ya doce dias que estamos en Saint-Martin-de-Re La fortaleza esta llena a rebosar. Dia y noche, los centinelas montan guardia en el camino de ronda.

En las duchas ha estallado una reyerta entre dos hermanos. Se han peleado como perros, y a uno de ellos lo meten en nuestra celda. Se llama Andre Baillard. Me dice que no pueden castigarle porque la culpa es de la Administracion: los vigilantes tienen orden de no permitir que los dos hermanos se junten, bajo ningun pretexto. Cuando se sabe su historia, se comprende por que.

Andre habia asesinado a una rentista, y su hermano, Emile, escondia la pasta. Emile es detenido por robo y le caen tres anos. Un dia, estando en el calabozo con otros castigados, encalabrinado contra su hermano porque no le ha mandado dinero para cigarrillos, desembucha y dice que Andre se las pagara: pues Andre es quien, explica, mato a la vieja, y el Emile, quien escondio el dinero. Por lo que, cuando salga, no le dara nada. Un preso corre a contar lo que ha oido al director de la prision. El asunto no se demora. Andre es detenido y ambos hermanos condenados a muerte. En el pabellon de los condenados a muerte de la Sante, ocupan celdas contiguas. Cada uno ha presentado peticion de indulto. El de Emile es aceptado a los cuarenta y tres dias, pero el de Andre es rechazado. Entretanto, por una medida de humanidad para con Andre, Emile sigue en el pabellon de los condenados a muerte, y los dos hermanos dan cada dia su paseo, uno detras de otro, con los grilletes puestos.

A los cuarenta y seis dias, a las cuatro y media, se abre la puerta de Andre. Todos estan reunidos: el director, el escribano, el fiscal que ha pedido su cabeza. Es la ejecucion. Pero cuando el director se dispone a hablar, llega corriendo el abogado defensor, seguido por otra persona que entrega un papel al fiscal. Todo el mundo se retira por el pasillo. A Andre se le ha hecho tal nudo en la garganta, que no puede tragar saliva. No es posible, jamas se suspende una ejecucion en curso. Y, sin embargo, asi es. Hasta el dia siguiente, tras horas de angustia y de interrogacion, no se enterara de que, la vispera de su ejecucion, el presidente Doumer fue asesinado por Gorgulov. Pero Doumer no murio en el acto. Toda la noche, el abogado habia montado guardia ante la clinica tras haber informado al ministro de justicia que si el presidente moria antes de la hora de la ejecucion (de cuatro y media a cinco), solicitaba un aplazamiento por vacante de jefe de poder ejecutivo. Dotimer murio a las cuatro y dos minutos. El tiempo necesario para avisar a la Cancilleria, de tomar un taxi acompanado por el portador de la orden de sobreseimiento. Aun asi, llego tres minutos demasiado tarde para impedir que abriesen la puerta de la celda de Andre. La pena de ambos hermanos fue conmutada por la de trabajos forzados a perpetuidad. Pues, en efecto, el dia de la eleccion del nuevo presidente, el abogado fue a Versalles, y tan pronto fue elegido Albert Lebrun, el abogado le presento su peticion de indulto. Ningun presidente ha rechazado jamas el primer indulto que le es solicitado. “Lebrun firmo -termino Andre-, y aqui me tienes, macho, vivito y coleando, camino de la Guayana.” Contemplo a este superviviente de la guillotina y me digo que, realmente, todo lo que yo he sufrido no puede compararse con el calvario por el que ha pasado el.

Sin embargo, no tengo tratos con el. Saber que ha matado a una pobre vieja para robarle me da nauseas. Por lo demas, tendra toda la suerte del mundo. Mas tarde, en la isla de San Jose, asesinara a su hermano. Varios presidiarios lo vieron. Emile pescaba con cana, de pie sobre una roca, pensando solamente en su pesca. El ruido del oleaje, muy fuerte, amortiguaba todos los demas ruidos. Andre se acerco a su hermano por detras, con una gruesa cana de bambu de tres metros de largo en la mano y, de un empujon en la espalda, le hizo perder el equilibrio. El paraje estaba infestado de tiburones. Emile no tardo en servirles de plato del dia. Ausente a la lista de la noche, fue dado por desaparecido en un intento de evasion. No se hablo mas de el. Solo cuatro o cinco presidiarios que recogian cocos en las alturas de la isla habian presenciado la escena. Desde luego, todos los hombres se enteraron, salvo los guardianes. Andre Bainard nunca fue molestado.

Le sacaron del internamiento por “buena conducta” y, en Saint-Laurent-du-Maroni, gozaba de un regimen de favor. Tenia una celdita para el solo. Un dia, tras una rina con otro presidiario, invito solapadamente a este a entrar en su celda y le mato de una cuchillada en medio del corazon. Considerando que lo habia hecho en legitima defensa, fue absuelto. Cuando fue suprimido el presidio, siempre por su “buena conducta” le indultaron.

Saint-Martin-de-Re esta abarrotado de presos. Hay dos categorias muy diferentes: ochocientos o mil presidiarios y novecientos relegados. Para ser presidiario, hay que haber hecho algo grave o, por lo menos, haber sido acusado de haber cometido un delito importante. La pena menos fuerte es de siete anos de trabajos forzados; el resto esta escalonado hasta la cadena perpetua. Un indultado de la pena de muerte es condenado automaticamente a cadena perpetua. Con los relegados, es diferente. Con tres o mas condenas, un hombre puede ser relegado. Es cierto que todos son ladrones incorregibles y se comprende que la sociedad deba defenderse de ellos. Sin embargo, es vergonzoso para un pueblo civilizado tener la pena accesoria de relegacion. Hay ladronzuelos, bastante torpes, puesto que se hacen prender a menudo, que son relegados -lo cual equivalia, en mis tiempos, a ser condenado a perpetuidad- y que en toda su vida de ladrones no han robado diez mil francos. Ahi esta el mayor contrasentido de la civilizacion francesa. Un pueblo no tiene derecho a vengarse ni a eliminar de una forma demasiado rapida a las personas que causan molestias a la sociedad. Estas personas son mas merecedoras de cuidados que de un castigo inhumano. Hace ya diecisiete dias que estamos en Saint-Martin-de-Re. Sabemos el nombre del barco que nos llevara a presidio, es La Martinilre. Transportara a mil ochocientos setenta condenados. Esta manana, los ochocientos o novecientos presidiarios estan reunidos en el patio de la fortaleza. Hace casi una hora que estamos en pie en filas de a diez, ocupando el rectangulo del patio. Se abre una puerta y vemos aparecer a unos hombres vestidos de modo distinto a los vigilantes que hemos conocido. Llevan un traje de corte militar azul celeste, muy elegante. Es diferente de un gendarme y tambien de un soldado. Todos llevan su ancho cinto, del que pende una funda de pistola. Se ve la culata del arma. Aproximadamente, son ochenta. Algunos lucen galones. Todos tienen la piel tostada por el sol, son de varias edades, de treinta y cinco a cincuenta anos. Los mas viejos son mas simpaticos que los jovenes, que abomban el pecho con aire de superioridad e importancia. El estado mayor de esos hombres va acompanado por el director de Saint-Martin-de-Re, un coronel de gendarmeria, tres o cuatro galenos con ropas coloniales y dos curas con sotana blanca. El coronel de gendarmeria coge un megafono y se lo acerca a los labios. Esperamos que diga: “?Firmes!”, pero no hay tal. Grita:

– Escuchad todos con atencion. A partir de este momento, pasais a depender de las autoridades del ministerio de justicia que representa a la Administracion penitenciaria de la Guayana francesa cuyo centro administrativo es la ciudad de Cayena. Comandante Barrot, le hago entrega de los ochocientos dieciseis condenados aqui presentes, cuya lista es esta. Le ruego que compruebe si estan todos.

Inmediatamente, pasan lista: “Fulano, presente; Zutano, etc.” dura dos horas y todo esta conforme. Luego asistimos al cambio de firmas entre las dos administraciones en una mesita traida ex profeso.

El comandante Barrot, que tiene tantos galones como el coronel, pero dorados y no plateados como en la gendarmeria, toma, a su vez, el megafono:

– Deportados, en adelante esa es la palabra con la que sereis designados: deportado -Fulano de tal o deportado Zutano con el numero correspondiente. A partir de ahora, estais sujetos a las leyes especiales del presidio, a sus reglamentos, a sus tribunales internos, que tomaran, cuando sea necesario, las decisiones pertinentes. Esos tribunales autonomos pueden condenaros, por los diferentes delitos cometidos en el presidio, desde la simple prision a la pena de muerte. Por supuesto, dichas penas disciplinarias, prision y reclusion, se cumplen en diferentes locales que pertenecen a la Administracion. Los agentes que teneis delante son denominados vigilantes. Cuando os dirijais a uno de ellos, direis: “Senor vigilante.” Despues del rancho, cada uno de vosotros recibira un saco marinero con las ropas del presidio. Todo esta previsto, no necesitareis otras prendas. Manana, embarcareis a bordo de La Martiniere. Viajaremos juntos. No os desespere marcharos, estareis mejor en el presidio que recluidos en Francia. Podreis hablar, jugar, cantar y fumar, no temais ser maltratados si os portais bien. Os pido que espereis a estar en el presidio para solventar vuestras diferencias personales. La disciplina durante el viaje debe ser muy severa. Espero que lo comprendais. Si entre vosotros hay hombres que no se sienten en condiciones fisicas para hacer el viaje, que se presenten en la enfermeria, donde seran visitados por los capitanes medicos que acompanan al convoy. Os deseo buen viaje.

Ha terminado la ceremonia.

– Dega,?que te parece eso?

– Papillon, amigo mio, veo que tenia razon cuando te dije que el mayor peligro son los otros presidiarios. Esa frase en la que ha dicho: “Esperad a estar en el presidio para solventar vuestras diferencias”, tiene mucho meollo. ?La de homicidios y asesinatos que debe de haber alli!

– No te preocupes por eso, confia en mi.

Busco a Francis la Passe y le digo:

– ?Tu hermano sigue siendo enfermero?

– Si, el no es un duro, es un relegado.

– Ponte en contacto con el cuanto antes y pidele que te de un bisturi. Si quiere cobrar por eso, dime cuanto. Pagare lo que haga falta.

Dos horas despues, estuve en posesion de un bisturi con mango, de acero muy fuerte. Su unico defecto era su excesivo grosor, pero resultaba un arma temible.

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