viven con intensidad mis aventuras, pues las sienten en su propia experiencia. Dos de ellos conocieron a Sylvain y se lamentan sinceramente de su horrible muerte. Ante nosotros, pasan y traspasan gentes de todas las razas. De vez en cuando, entra alguien que compra zapatos o una escoba, pues Guittou y sus amigos fabrican tambien escobas para ganarse la vida. Me entero por ellos de que, entre presidiarios y relegados, hay una treintena de evadidos en Georgetown. Por la noche se reunen en un bar del centro, donde beben juntos ron o cerveza. Todos trabajan para subvenir a sus necesidades, cuenta Julot, y en su mayoria se portan bien.

Mientras tomamos el fresco a la sombra, a la puerta de la casita, pasa un chino a quien Cuic interpela. Sin decirme nada, Cuic se va con el, y tambien el manco. No deben de ir lejos) pues el cerdo los sigue. Dos horas despues, Cuic regresa con un asno que tira de una pequena carreta. Orgulloso como Artabanin detiene su borrico, al que habla en chino. El asno parece comprender esa lengua. En la carreta, hay tres camas de hierro desmontables, tres colchones, almohadas y tres maletas. La que me da esta llena de camisas, calzoncillos, jerseis de piel, mas dos pares de zapatos, corbatas, etcetera.

– ?Donde has encontrado esto, Cuic?

– Me lo han dado mis compatriotas. Manana iremos a visitarlos, ?quieres?

– De acuerdo.

Esperabamos que Cuic volviera a marcharse con el asno y la carreta, pero no ocurre nada de eso. Desunce el asno y lo ata en el patio.

– Tambien me han regalado la carreta y el asno. Con esto, puedo ganarme la vida facilmente. Manana por la manana, un paisano mio vendra a adiestrarme.

– Se dan prisa, los chinos.

Guittou acepta que el vehiculo y el asno esten, provisionalmente, en el patio. Todo va bien en nuestro primer dia libre Por la noche, los seis, alrededor de la mesa de trabajo, comemos una buena sopa de legumbres hecha por Julot, y un buen plato de spaghetti.

– Cada cual, por turno, se encargara de la vajilla y de la limpieza de la casa -dice Guittou.

Esta comida en comun es el simbolo de una primera pequena comunidad llena de calor. Esta sensacion de saberse ayudado en los primeros pasos en la vida libre es muy reconfortante. Cuic, el manco y yo nos sentimos verdadera y plenamente felices. Tenemos un techo, una cama y amigos generosos que, en su pobreza, nos han ayudado noblemente.

– ?Que querrias hacer esta noche, Papillon? -me pregunta Guittou-. ?Quieres que bajemos al centro, a ese bar al que van todos los evadidos?

– Esta noche preferiria quedarme aqui. Baja tu, si quieres; no te molestes por mi.

_Si, voy a bajar porque debo ver a alguien.

– Me quedare con Cuic y el manco.

Petit-Louis y Guittou se han vestido y puesto corbata y se han ido al centro. Tan solo Julot se ha quedado para terminar algunos pares de zapatos. Mis camaradas y yo nos damos una vuelta por las calles adyacentes, para conocer el barrio. Todo aqui es hindu. Muy pocos negros, casi ningun blanco y algunos raros restaurantes chinos.

Penitence River's, que es el nombre del barrio, es un rincon de la India o de Java. Las mujeres jovenes son admirablemente bellas, y los ancianos llevan largas tunicas blancas. Muchos caminan descalzos. Es un barrio pobre, pero todo el mundo va vestido con pulcritud. Las calles estan mal iluminadas, los bares donde se bebe y se come estan llenos de gente, y en todas partes suena musica hindu.

Un negro betun vestido de blanco y con corbata me para.

– ?Es usted frances, senor?

– Si.

– Me complace encontrar a un compatriota. ?Quiere usted aceptar un vaso?

– Comoquiera, pero estoy con dos amigos.

– No importa. ?Hablan frances?

Henos aqui instalados, los cuatro, en la mesa de un bar contiguo a la acera. Este negro de Martinica habla un frances mas selecto que el nuestro. Nos dice que tengamos cuidado con los negros ingleses pues, dice, todos son unos embusteros.

– No son como nosotros, los franceses; nosotros tenemos palabra, y ellos, no.

Sonrio para mis adentros al oir a este negro de Tombuctu decir “nosotros, los franceses” y, luego, quedo turbado de veras. Perfectamente, este senor es un frances, mas puro que yo, pienso, pues reivindica su nacionalidad con calor y fe. El es capaz de dejarse matar por Francia; yo, no. Asi, pues, el es mas frances que yo. Asi, estoy al corriente.

– Me complace encontrar a un compatriota y hablar mi lengua, pues hablo muy mal el ingles.

– Yo si me expreso corriente y gramaticalmente en ingles. Si puedo serle util, estoy a su disposicion. ?Hace tiempo que esta usted en Georgetown? -Ocho dias nada mas. -?De donde viene?

– De la Guayana francesa.

– No es posible. ?Es usted un evadido o un guardian del presidio que quiere pasarse a De Gaulle?

– No, soy un evadido.

– ?Y sus amigos?

– Tambien.

– Monsieur Henri, no quiero conocer su pasado, pero ahora es el momento de ayudar a Francia y de redimirse. Yo estoy con De Gaulle y espero embarcarme para Inglaterra. Venga a verme manana al “Martiner Club”; aqui esta la direccion. Me sentiria feliz de que se uniera a nosotros. -?Como se llama usted? -Homere.

– Monsieur Homere, no puedo decidirme en seguida. Primero, debo informarme sobre mi familia y, tambien, antes de tomar una decision tan grave, analizarla. Friamente, ya ve usted, Monsieur Homere, Francia me ha hecho sufrir mucho, me ha tratado de un modo inhumano.

El martiniques, con su apasionamiento y un calor admirable, trata de convencerme con todo su corazon. Era en verdad emotivo escuchar los argumentos de este hombre en favor de nuestra Francia martirizada.

Muy tarde, regresamos a casa y, acostado, pienso en todo lo que me ha dicho ese gran frances. Debo reflexionar seriamente su proposicion. Despues de todo, la bofia, los magistrados y la Administracion penitenciaria no son Francia. Dentro de mi siento que no he dejado de amarla. ?Y pensar que hay boches en toda Francia! ?Dios mio, cuanto deben sufrir los mios y que verguenza para todos los franceses!

Cuando me despierto, el asno, la carreta, el cerdo, Cuic y el manco han desaparecido.

– ?Que, macho, has dormido bien? -me preguntan Guittou y sus amigos.

– Si, gracias.

– ?Quieres cafe con leche o te? ?Cafe y rebanadas de pan con mantequilla, tal vez?

Como de todo mientras les miro trabajar.

Julot prepara la masa de balata a medida de sus necesidades, y anade fragmentos duros al agua caliente, que mezcla con la masa blanda.

Petit-Louis prepara los trozos de tela y Guittou hace el zapato.

– ?Producis mucho?

– No. Trabajamos para ganar veinte dolares al dia. Con cinco, pagamos el alquiler y la comida. El resto, a cinco cada uno, para gastos, el vestir y lavar la ropa.

– ?Lo vendeis todo?

– No. Algunas veces, es preciso que uno de nosotros vaya a vender los zapatos por las calles de Georgetown. La venta a pie, a pleno sol, es dura.

– Si es preciso, yo lo haria con sumo gusto. No quiero ser un parasito. Debo contribuir tambien a ganarme el pienso.

– Esta bien, Papi.

Me he paseado todo el dia por el barrio hindu de Georgetown. Veo un gran anuncio de cine y siento un deseo loco de ver y oir por vez primera en mi vida, una pelicula hablada y en color.

Le pedire a Guittou que me lleve esta noche. He caminado por las calles de Penitence River's todo el dia. La cortesia de estas gentes me gusta enormemente. Poseen dos cualidades: son pulcras y muy educadas. Esta jornada que he pasado solo por las calles de este barrio de Georgetown es, para mi, mas grandiosa que mi anterior llegada a Trinidad.

En Trinidad, en medio de todas aquellas maravillosas sensaciones que nacian de mezclarme con la muchedumbre, me planteaba una pregunta constante: un dia, antes de dos semanas, maximo tres, tendre que hacerme de nuevo a la mar. ?Que pais querra aceptarme? ?Habra una nacion que me de asilo? ?Cual sera mi porvenir? Aqui, es diferente. Soy definitivamente libre. Puedo, incluso, irme a Inglaterra y alistarme en las Fuerzas francesas libres. ?Que debo hacer? Si me decido a ir con De Gaulle, ?no diran que lo he hecho porque no sabia donde meterme? En medio de gente honesta, ?no me trataran como a un presidiario que no ha encontrado otro refugio y que, por eso, esta con ella? Dicen que Francia se ha dividido en dos, Petain y De Gaulle. ?Como todo un mariscal de Francia no va a saber de que parte estan el honor y el interes del pais? ?Si un dia ingreso en las Fuerzas libres, no me vere obligado mas tarde a disparar contra franceses?

Aqui sera duro, muy duro, conseguir una situacion aceptable. Guittou, Julot y Petit-Louis estan lejos de ser imbeciles, y trabajan por cinco dolares al dia. En primer lugar, debo aprender a vivir en libertad. Desde 1931 -y estamos en 1942- soy un prisionero. No puedo, el primer dia de mi libertad, resolver todas estas incognitas. Ni siquiera conozco los primeros problemas que se plantean a un hombre para conseguir un puesto en la vida. Nunca he hecho trabajos manuales. Quizas un poco, como electricista. Pero cualquier aprendiz de electricista sabe mas que yo. Debo prometerme una sola cosa: vivir con limpieza, al menos segun mi propia moral.

A las cuatro de la tarde regreso a casa.

– ?Que, Papi, es bueno saborear las primeras bocanadas del aire de la libertad? ?Te has paseado a gusto?

– Si, Guittou; he ido y venido por todas las calles de este gran barrio.

– ?Has visto a tus chinos?

– No.

– Estan en el patio. Son manosos tus companeros. Se han ganado ya cuarenta dolares, y querian a toda costa que yo tomara veinte. Naturalmente, me he negado. Ve a verlos.

Cuic esta cortando un repollo para su cerdo. El manco lava el asno que, feliz, se deja hacer.

– ?Que tal, Papillon?

– Bien, ?y vosotros?

– Estamos muy contentos; hemos ganado cuarenta dolares -?Que habeis hecho?

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