lo arrastro con una mula hasta el Gran Canon. Sin duda recuerdas eso.

– No.

– Salio en todos los periodicos. Tardo diez horas en bajar. Enterro el poste afilado con la punta hacia arriba, paso catorce horas regresando cuesta arriba y salto del borde sur.

– ?Y? -dijo Baedecker.

– Erro por esto -dijo Dave, mostrando un corto espacio entre el indice y el pulgar.

– Supongo que el poste aun esta alli como desafio -comento Baedecker.

– Exacto. Aunque el viejo J. Seltzer dice que tal vez lo intente de nuevo algun dia.

– Aja.

– Cuando Diane era asistenta social en Dallas, veia muchos intentos de suicidio entre adolescentes. Decia que los chicos eran mucho mas eficaces que las chicas. Tenian metodos mas contundentes: armas de fuego, horcas, cosas asi. Las ninas tomaban sobredosis de Midol despues de llamar a los novios para despedirse. Diane dice que muchos chicos inteligentes se mataban. Casi siempre tienen exito cuando lo intentan, segun Diane.

– Tiene sentido -dijo Baedecker-. ?Puedes aminorar la velocidad? Este viaje me esta reventando los rinones.

– Los dos hombres que mas admiraba se mataron con armas de fuego -dijo Dave-. Uno era Ernest Hemingway. Supongo que el por que fue que no podia escribir mas. El cuando fue julio del 61. El donde fue la sala de su casa de Ketchum, Idaho. El como fue una escopeta Boss de dos canones que usaba para matar palomas. Se apoyo los dos canones en la frente.

– Cielos, Dave -dijo Baedecker-. Es una manana demasiado bonita para esta charla. -Continuaron un rato en silencio. El camino bordeaba un risco boscoso. Delante se extendian varios valles-. ?Quien era el otro hombre que admirabas?

– Mi padre.

– No sabia que tu padre se hubiera matado -comento Baedecker-. Una vez me dijiste que habia muerto de cancer.

– No -dijo Dave-. Dije que el cancer lo llevo a la muerte. Asi como el alcohol. Asi como su soledad terminal. ?Quieres ver el rancho?

– ?Esta cerca de aqui? -pregunto Baedecker.

– Diez kilometros al norte -dijo Dave-. El y mama se divorciaron en una epoca en que no estaba tan de moda. Cuando yo era nino, viajaba en tren desde Tulsa para pasar los veranos en su rancho. Esta enterrado en un cementerio a un par de kilometros de Lonerock.

– Por eso compraste una casa aqui -dijo Baedecker.

– Por eso conocia la zona. Diane y yo nos interesamos en los pueblos fantasmas de Texas y California. Cuando vinimos a Salem, le ensene esta parte del estado y descubrimos esa casa en venta de Lonerock.

– ?Y por eso piensas en el suicidio? -pregunto Baedecker-. ?Hemingway y tu padre?

– No, simplemente es un tema que me interesa. Como el aeromodelismo o curiosear en pueblos fantasmas.

– Pero ?no lo relacionas contigo mismo?

– En absoluto -dijo Dave-. Aunque, espera, no es del todo cierto. ?Recuerdas la mision, cuando tuvimos ese segmento de transmision en vivo de ocho minutos, durante la ultima actividad extravehicular? En ese momento pense en ello. Dave Scott habia hecho esa rutina a lo Galileo, con el martillo y la pluma de halcon, ?recuerdas? Era un numero dificil de seguir, asi que pense en decir algo como: «Bien, amigos, no sabemos mucho sobre el efecto que tendria en la Luna la descompresion explosiva en el vacio sobre un empleado del gobierno. Aqui va.» Luego abriria la valvula del colector de orina de mi unidad y yo saldria de ella a borbotones como pasta dental de un tubo de Colgate aplastado, transmitido en vivo por tres canales de television americana en el horario mas concurrido.

– Me alegra que no lo hayas hecho.

– Si -dijo Dave, y guardo silencio un instante-. Si, decidi que si no podiamos hacer nada mas para llenar esos ocho minutos, daria el mismo discurso y luego abriria la valvula de tu colector de orina.

– ?Scott?

– ?Papa, eres tu?

– Si -dice Baedecker-. Por Dios, es dificil dar contigo. Llame seis veces, y en cada ocasion me hicieron esperar y luego me colgaron. ?Como estas, Scott?

– Estoy bien, papa. ?Donde estas?

– En la base McChord en Tacoma -dice Baedecker-, pero me quedare en Salem unos dias. Scott, Dave Muldorff se mato la semana pasada.

– ?Dave? -dice Scott-. Demonios, papa, lo siento de veras. ?Que ocurrio?

– Accidente de aviacion -dice Baedecker-. Mira, no he llamado por esto. Tengo entendido que estuviste enfermo, e incluso en el hospital. ?Como te encuentras ahora?

– Estoy bien, papa -dice Scott, pero Baedecker le nota el titubeo-. Todavia un poco cansado. ?Como has sabido que estaba aqui?

– Maggie Brown me llamo -dice Baedecker.

– ?Maggie? Oh, si. Probablemente se lo dijo Bruce. Papa, lamento lo de tu visita a Poona el verano pasado.

El telefono publico emite un chasquido, y por un segundo Baedecker no oye nada.

– ?Scott?

– Si, papa.

– ?Que pasa? ?Ha empeorado tu asma de nuevo?

Varios minutos de silencio.

– Si, creia que el Maestro me habia curado el verano pasado, pero he tenido problemas de noche. Eso y otras pestes que pille en la India.

– ?Tienes tu medicacion y tu inhalador? -pregunta Baedecker.

– No, los deje en la universidad el ano pasado.

– ?Has visto a un medico?

– En cierto modo -dice Scott-. Oye, papa, ?estas ahi por lo de Dave, o que?

– Por ahora -responde Baedecker-. Deje mi…

– Por favor deposite setenta y cinco centavos por exceso de tiempo -dice una voz sintetica.

Baedecker busca cambio e inserta las monedas.

– ?Scott?

– ?Que decias, papa?

– Decia que deje mi trabajo el verano pasado. He estado viajando desde entonces.

– Vaya, ?no estas trabajando? ?Donde has estado?

– Aqui y alla -dice Baedecker-. Pase el Dia de Accion de Gracias en Arkansas, trabajando en la cabana de papa. Mira, Scott, manana estare por esa zona del bosque donde estas tu, y queria pasar para charlar contigo.

Hay un siseo de interferencia y un sofocado zumbido de voces.

– ?Que, Scott?

– Digo… digo… no se, papa.

– ?Por que no?

– Bien, hemos tenido problemas en la zona del ashram…

– ?Que clase de problemas?

– No aqui exactamente -se apresura a aclarar Scott-. Pero en esta zona. Algunos rancheros y lugarenos estan irritados. Ha habido disparos. El Maestro esta pensando en impedir la entrada de extranos. -Se oye otra voz hablando con Scott-. Papa, tengo que colgar…

– Un segundo, Scott -dice Baedecker. Siente un panico inexplicable-. Mira, pasare manana. Scott, me vendria bien una mano para acabar el trabajo en la cabana. Ese lugar podria ser muy bonito si lo termino esta primavera. ?No puedes tomarte unas semanas para trabajar alli conmigo?

– Papa, yo no…

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