– Un viejo proverbio arabe -dijo Baedecker-. Es mejor tener el camello dentro de la tienda orinando hacia fuera que tenerlo fuera orinando hacia dentro.
Tucker rio, saco un cigarro del bolsillo de la camisa y se lo puso entre los dientes.
– Un camello orinando fuera -repitio, riendo de nuevo-. Me gusta eso.
Baedecker espero a que saliera Tucker y luego se agacho, cogio una barra metalica y salio. La sala blanca resplandecia como una sala de partos.
En la manana del lanzamiento Baedecker se sento a solas en la cafeteria de su motel de Cocoa Beach, mirando las rompientes y releyendo la carta de Maggie Brown que habia recibido tres dias antes.
17 de noviembre de 1988
Richard:
Me encanto tu ultima carta. Escribes poco, pero cada carta significa mucho. Te conozco lo suficiente como para saber cuanto piensas, cuanto afecto sientes y cuan poco dices. ?Alguna vez permitiras que alguien comparta plenamente tus pensamientos y sentimientos? Eso espero.
Por lo que cuentas, Arkansas debe ser hermosa. Las descripciones de los amaneceres en el lago, cuando se eleva la niebla y graznan los cuervos en las ramas desnudas de la costa, me dan deseos de estar alla.
Ahora, Boston es toda lodo, trafico y ladrillos grises. Me agrada ensenar y el doctor Thurston cree que en abril estare preparada para ponerme a trabajar en mi tesis. Veremos.
Tu libro es sensacional…, al menos los fragmentos que me has dejado leer. Creo que tu amigo Dave estaria muy orgulloso. Pintas muy bien los personajes. Los pilotos cobran vida de una manera que jamas he visto en un libro, y la perspectiva historica permite que una persona lega (yo, por ejemplo) comprenda nuestra epoca bajo una nueva luz: como una cultura que escoge entre un desafiante futuro de exploracion y descubrimiento o un retiro hacia los puertos seguros y conocidos de las guerras de mutua aniquilacion, el estancamiento y la decadencia.
Como sociologa tengo varias preguntas (no respondidas en el libro, o al menos en los fragmentos que he leido) sobre esas criaturas, los astronautas. Por ejemplo, ?por que muchos de vosotros sois oriundos del Medio Oeste? ?Y por que muchos sois hijos unicos o primogenitos? (?Ocurre lo mismo con los nuevos especialistas - especialmente las mujeres- o solo ocurre con los ex pilotos de pruebas?) ?Y cuales son los efectos psicologicos duraderos de pertenecer a una profesion (piloto de pruebas) donde la tasa de mortandad laboral es de uno sobre seis? (?Esto podria llevar a cierta reticencia en demostrar los sentimientos?) Tus referencias a Scott en tu ultima carta parecen mas optimistas que todas las noticias anteriores. Me agrada que se sienta mejor. Por favor, dale recuerdos mios. Por el tono de tu carta, Richard, parece que estas redescubriendo cuan complejo y reflexivo puede ser tu hijo. ?Yo te lo podria haber dicho! Scott desperdicio un ano en ese estupido ashram por mera tozudez, pero, como he sugerido antes, parte de esa tozudez viene de su afan de analizar y comprender las experiencias.
?De donde crees que heredo ese rasgo? Hablando de tozudez, no hare comentarios sobre la seccion matematica de tu carta. No merece una respuesta. (Aparte de senalar que cuando tu tengas 180 yo sere una agil persona de 154. Quiza sea un problema entonces.) (Pero lo dudo.)
En tu carta me preguntaste acerca de mi opinion filosofica y religiosa sobre ciertas cosas. ?Aun hablamos de los lugares de poder que mencionamos en la India hace dieciocho meses?
Sabes que me encanta la magia, Richard, y conoces mi obsesion con lo que considero los secretos y los silencios del alma. Para mi, nuestra busqueda de lugares de poder es real e importante. Pero eso ya lo sabes.
Bien, mi sistema de creencias. Escribi una epistola de doce paginas sobre esto desde que tu carta planteo la pregunta, pero la tire a la papelera porque creo que todo mi sistema de creencias se puede sintetizar asi:
Creo en la riqueza y el misterio
Eso es todo. Oh, y tambien creo que tu y yo debemos tomar ciertas decisiones, Richard. No insultare la inteligencia de ambos con cliches ni describiendo las complicaciones de mantener a raya a Bruce siete meses despues del plazo que le prometi, pero lo cierto es que tu y yo debemos decidir si compartiremos un futuro.
Hasta hace poco, yo creia que si. Las pocas horas y dias que pasamos juntos el pasado ano y medio me convencieron de que el universo era mas rico y misterioso cuando lo enfrentabamos juntos.
Pero, de un modo u otro, la vida nos esta llamando ahora. Al margen de nuestra decision, quiero decirte que el tiempo que compartimos ha ensanchado y ahondado todo para mi, hacia atras y hacia adelante en el tiempo.
Ahora creo que me ire a dar un paseo para contemplar los botes en el rio Charles.
Maggie
Scott se reunio con el en la mesa.
– Te has levantado temprano, papa. ?A que hora iremos a ver el lanzamiento?
– Ocho y media -dijo Baedecker, doblando la carta de Maggie.
La camarera se acerco y Scott pidio cafe, zumo de naranja, huevos revueltos, tostada de trigo y cereal molido. Cuando se fue la camarera, Scott miro la taza de cafe de Baedecker y pregunto:
– ?Es todo lo que piensas desayunar?
– No tengo mucha hambre esta manana.
– Ahora que lo pienso, ayer tampoco comiste mucho -dijo Scott-. Recuerdo que el miercoles tampoco cenaste. Y anoche no probaste el pastel. ?Que pasa, papa? ?Te sientes bien?
– Me encuentro bien -dijo Baedecker-. De veras. Solo que ultimamente tengo poco apetito. Almorzare bien.
Scott fruncio el ceno.
– Ten cuidado, papa. Cuando practicaba largos ayunos en la India, llegaba al punto, al cabo de unos dias, en que no quena comer nada.
– Me siento bien -repitio Baedecker-. Me siento mejor que en muchos anos.
– Tienes mejor aspecto -resalto Scott-. Debes de haber perdido diez kilos desde que empezamos a correr a finales de enero. Anoche Tucker Wilson me pregunto que vitaminas estabas tomando. De verdad, estas magnifico, papa.
– Gracias -dijo Baedecker, bebiendo un sorbo de cafe-. Estaba releyendo la carta de Maggie Brown y ahora recuerdo que te manda saludos.
Scott movio la cabeza y miro hacia el mar. El cielo era impecablemente azul hacia el este, pero ya asomaba una bruma frente al sol naciente.
– No hemos hablado de Maggie -dijo Scott.
– No.
– Hablemos -dijo Scott.
– De acuerdo.
En ese momento llego el desayuno de Scott y la camarera les lleno las tazas de cafe. Scott mordio la tostada.
– Ante todo -dijo-, creo que te equivocas acerca de Maggie y de mi. Fuimos amigos unos meses antes de que yo viajara a la India, pero no eramos tan intimos. Me sorprendio que ella fuera a visitarme ese verano. Lo que trato de decir es que, aunque pense en ello un par de veces, nunca hubo nada entre nosotros.
– Mira, Scott…
– No, escucha un minuto -dijo Scott, pero en cuanto lo dijo se tomo un tiempo para comer huevos revueltos con esa concentracion total que Baedecker recordaba de cuando su pequeno hijo comia en una trona-. Tengo que explicarte esto. Se que sonara raro, papa, pero desde que conoci a Maggie en el campus me recordo a ti.
– ?A mi? -exclamo desorientado Baedecker-. ?Como?
– Quiza recordar no sea la palabra indicada. Pero algo en ella me hacia pensar en ti todo el tiempo. Quiza