luces. Despues de comer, sobre dos copas de Cointreau, hablaron de mil cosas.
Roberto le conto sobre su infancia y sus padres, dos inmigrantes sin conocimiento del ingles que se habian abierto camino en un pais generoso y rudo a la vez. Mientras sus amigos tenian novias y se iban de fiesta, el y sus hermanos trabajaban en un taller -despues de clases- para ayudar a cambiar neumaticos, sacar mercancia del almacen y atender los telefonos. De algun modo se las arreglo para llegar a la universidad, pero no termino su carrera. Un dia decidio emplear el dinero de sus estudios en un negocio… y funciono. Los dos primeros anos trabajo doce horas diarias y apenas dormia cinco o seis, pero finalmente consiguio lo que queria. Ahora era dueno de una de las agencias de autos mas prosperas de la Florida.
Cecilia se daba cuenta de lo alejados que estaban sus mundos y sus vivencias, pero le fascinaba aquella sonrisa y su pasion por una isla que no conocia y que consideraba su patria. Por eso decidio seguir viendolo.
La noche siguiente fueron a un club; y cuando el la beso por primera vez, ya estaba decidida a pasar por alto su furor por las carreras de autos y aquella mania de llamar al concesionario cada dos horas para saber que estaba ocurriendo con las ventas. «Nadie es perfecto», se dijo. Casi olvido que al dia siguiente tendria su entrevista con Lisa. Esa noche se despidio temprano y regreso a su casa con el corazon mas ligero.
Lisa vivia en los limites de Coral Gables, muy cerca de la Calle Ocho, pero el bullicio del trafico no llegaba hasta la acogedora casita de color ocre. Habia plantas por doquier, y muebles de madera oscura y antigua. Cecilia habia encendido su grabadora sobre una mesa en forma de baul y escuchaba la explicacion de Lisa. A traves de la puerta de cristal, podia ver unos pajaros azules que se banaban en la fuente del patio.
– Generalmente los fantasmas regresan por venganza o porque reclaman justicia en un crimen sin resolver - decia Lisa-, pero los habitantes de esa casa parecen felices.
– ?Entonces…?
– Yo creo que han vuelto porque anoran algo que no quieren abandonar. Lo raro es que los fantasmas vuelven siempre al mismo sitio, pero esta casa viaja todo el tiempo.
– A lo mejor hay otros detalles que nadie ha notado. ?Donde esta lo que me prometiste?
Lisa fue hasta un aparador y saco un cuaderno bastante manoseado.
– Aqui esta todo -dijo, tendiendole la libreta-. Revisalo mientras voy a la cocina.
Las anotaciones eran irregulares. Algunas se leian perfectamente, otras apenas se entendian; pero en cada pagina se hallaba registrada una aparicion distinta, con fecha, hora y lugar. Las mas antiguas habian ocurrido en Coconut Grove, no muy lejos del estudio donde Cecilia viviera cuando llego de Cuba. Las ultimas se habian registrado en una zona de Coral Gables, limitrofe con La Pequena Habana.
Cecilia iba a copiar el nombre del primer testigo cuando se fijo en la fecha: madrugada del primero de enero, cinco meses despues del ano en que ella llegara. El segundo fue siete dias mas tarde: el ocho de enero. Luego habia otro testimonio, el veintiseis de julio. Ya continuacion otro mas, el trece de agosto. Cecilia observo las fechas y, pese al aire acondicionado, sintio que una gota de sudor le corria por la espalda. Nadie habia notado aquello.
– ?Te gusta el cafe con mucha azucar?
– ?Por que no me dijiste lo de las fechas?
– ?De que hablas?
– Las fechas en que ocurrieron las apariciones.
– ?Para que, si no hay una secuencia coherente? Los intervalos son irregulares.
– Hay un patron -enfatizo Cecilia-, pero no es de tiempo.
Lisa quedo en suspenso, sospechando que escucharia algo impensable.
– Son fechas patrias… Mejor dicho, malas fechas patrias.
– ?Que quieres decir? -pregunto la otra, sentandose en el sofa junto a ella.
– Veintiseis de julio. No me digas que no sabes que ocurrio el veintiseis de julio.
– ?Como no voy a saberlo? Fue el asalto al Cuartel Moneada.
– Peor que eso: fue el inicio de lo que vino despues.
– ?Y que hay con las otras fechas?
– El primero de enero triunfo la revolucion, el ocho de enero los rebeldes entraron en La Habana, un trece de agosto nacio quien tu sabes…
– Hay fechas desconocidas.
– No, no hay ninguna.
– Si las hay -porfio Lisa.
– ?Cuales?
– Trece de julio.
– La matanza de los que escapaban en el trasbordador
– Diecinueve de abril.
– Derrota de los exiliados en Playa Giron.
– Dieciseis de abril.
– Se oficializo el comunismo en Cuba.
– Veintidos de abril.
– Los muertos del camion.
Lisa intento recordar.
– ?Que muertos son esos?
– Los que dejaron asfixiarse en un camion cerrado. Eran prisioneros de guerra, capturados en Playa Giron. No hay mucha gente que recuerde la fecha.
– ?Y tu como la sabes?
– Entreviste a dos que sobrevivieron.
Lisa guardo silencio, todavia sin entender lo que se inferia de aquel listado cronologico.
– No tiene ningun sentido -dijo finalmente-. ?Por que demonios una casa que aparece en fechas desgraciadas para Cuba tiene que materializarse en Coral Gables?
– No tengo la menor idea.
– Deberiamos consultar con Gaia.
– ?Por que?
– Ella tiene experiencia en eso de las casas fantasmas.
– Ah, es verdad. Me conto que habia visitado una en La Habana. ?Sabes algo de lo que le ocurrio alli?
– No -aseguro Lisa, desviando la vista al decirlo.
Cecilia supo que mentia, pero no insistio.
– Tendre que hablar con ella. ?Me prestas el cuaderno?
– ?Ya te vas? -se sorprendio Lisa.
– Tengo un compromiso esta noche.
– ?Y el cafe?
– Lo tomo otro dia.
– Por favor, no pierdas la libreta. Saca fotocopias, ?lo haras?
Cecilia vio apagarse la luz del portal, antes de poner en marcha su auto. Camino a casa, trato de organizar aquel amasijo de ideas confusas que golpeaban en sus sienes, pero solo consiguio evocar escenas y rostros sin conexion entre si. Nunca habia tomado muy en serio aquel asunto, pero ahora todo habia cambiado: la casa fantasma de Miami tenia su origen en Cuba.
Vendaval sin rumbo
Angela miraba la calle desde su balcon. La manana mojo su olfato con un sabor casi gelido que le recordo la umbria vegetacion de la sierra. Cuan lejos habian quedado esos dias en que recorria los bosques poblados de