de una cadenita mil veces rota y reparada habla un catalogo mecanografiado hacia un millon de anos por algun obseso de los listados alfabeticos, muy sobado y pringado de grasa de la barbacoa, que incluia mas de cinco mil canciones, agrupadas por generos. El cliente elegia la cancion, echaba las monedas y mantenia a gritos y bajo los efectos del alcohol una conversacion con una vieja senora eslovena, oculta en algun lugar de Pittsburgh en un bunker subterraneo de vinilo negro. Unos minutos despues se escuchaba la cancion pedida. Segun Sara, en el pasado habia muchos bares que funcionaban con ese sistema, pero el Hat era uno de los pocos que seguian utilizandolo.
– En mi opinion, muestra una fuerte influencia faraonica en los movimientos de los codos. Y tal vez un ligero toque de Snoopy en los pies.
– ?Cuanto rato llevan ella y Q. contoneandose? -pregunte.
– Yo diria que demasiado para Q. -respondio Crabtree meneando la cabeza-. Miralo.
– Ya veo -dije-. ?Pobre desgraciado!
Trate de ignorar el rijoso hormigueo que me subia por la medula espinal mientras contemplaba a Hannah Green bailando.
– ?Eh! -dijo Crabtree-. ?Mira a ese tipo!
Senalo hacia una mesa situada al borde de la pista de baile.
– ?Quien? ?Caramba! -Sonrei-. ?Parece que lleve el pelo esculpido!
Era un hombre pequeno, de pomulos delicados, que lucia un peinado asombroso y radiante, un alto copete que se elevaba como una descomunal ola de pelo sobre su cabeza. Sabia que muchos estilos de peinado de otras epocas sobrevivian en ciertos ambientes marginales de Pittsburgh. El tipo vestia, ademas, un enrevesado traje de terciopelo, con ribetes e incrustaciones dorados y carmesies, y fumaba un largo y fino cigarro. Sus manos eran muy grandes en comparacion con el resto del cuerpo, y en el lado derecho de su cara se distinguian unas marcas de un rosa intenso, vestigio de una antigua herida.
– Es un boxeador -dije-. Un peso mosca.
– Es un jockey -me refuto Crabtree-. Se llama…, uh, Curtis Hardapple.
– Curtis no -dije.
– Entonces Vernon. Vernon Hardapple. Las cicatrices son de…, de los cascos de un caballo. Se cayo durante una carrera y el caballo lo pisoteo.
– Es adicto a los calmantes.
– Lleva una placa incrustada en la cabeza.
– Le tuvieron que amputar un dedo del pie por culpa de la diabetes.
– Ya no puede mear de pie.
– Vive con su madre.
– Correcto. Tenia un hermano pequeno que era… entrenador.
– Mozo de cuadra.
– Y se llamaba Claudell. Era retrasado mental. Y la madre culpa a Vernon de su muerte.
– Porque…, porque… porque Vernon le permitio… que se ocupase de un semental agresivo… que le aplasto la cabeza. O…
– Lo asesinaron -dijo una voz somnolienta- cuando un gangster llamado Freddie el Narizotas intento cargarse a su caballo favorito. Se interpuso y recibio la bala.
Ambos nos volvimos hacia James Leer, que abrio un ojo inyectado en sangre para mirarnos.
– Vernon, ese de alli, estaba metido en el fregado -anadio James.
– ?Es magnifico! -dijo Crabtree al cabo de unos segundos. Vimos como el ojo de James volvia a cerrarse.
– Ha oido lo que estabamos diciendo -comente, perplejo.
Crabtree, que daba cuenta de su sexta o septima botella de cerveza, no parecia demasiado sorprendido por eso. Bebi algunos sorbos mas de mi veneno. Al cabo de unos minutos el silencio se hizo insoportable.
– ?Pobre Vernon Hardapple! -dijo Crabtree meneando apesadumbrado la cabeza. Despues sonrio y anadio-: Siempre resultan ser unos desgraciados.
– Todas las historias narran el fracaso de alguien -sentencie, citando al escritor vaquero de pelo cano en cuya clase nos habiamos conocido veinte anos atras.
– ?Eh, profe! -dijo Hannah Green, que se dirigia hacia nosotros sobre sus puntiagudas botas rojas-. ?Ven a bailar conmigo!
Bailamos al ritmo de «Shake a Tail Feather», «Sex Machine» y algun tema cantado por la voz aspera de Joe Tex cuyo titulo no recuerdo. Baile con Hannah hasta que la banda del local volvio a salir a escena. Mientras preparaban sus instrumentos, regrese a nuestra mesa y le pedi a Crabtree que me diese otra dosis de codeina y un par de pastillas de lo que fuera que tuviese a mano. Necesitaba algo para el tobillo y tambien para mi amor propio. Porque me habia sentido ridiculo meneandome como un picassiano minotauro herido persiguiendo obcecadamente a una angelical jovencita. Crabtree habia conseguido reanimar a James Leer, al menos momentaneamente, y ambos estaban enfrascados con el viejo Q. en una, al parecer, intrincada discusion acerca de la funcion o significado de la cacatua en
– Joder, la palma de tu mano parece una bandeja de caramelos! -dije-. Voy a probar uno de estos blancos.
Me lo trague con ayuda del contenido de un vaso que habia sobre la mesa, delante de Crabtree; apestaba a diversos compuestos quimicos y me parecio que podia ser tequila de mala calidad. Y acto seguido regrese a la pista y baile durante una hora mas al ritmo de lo que el canoso Carl Franklin llamaba el estilizado
Mientras bailaba, Hannah mantenia los ojos cerrados y describia solitarios circulos entrelazados, de modo que en ciertos momentos tenia la sensacion de que no bailaba conmigo, sino que me utilizaba como fulcro, como eje sobre el que realizar sus particulares giros de tiovivo. Y con razon, pense; desde luego, de estar en su pellejo, lo ultimo que hubiese deseado es que alguien pudiera pensar que habia elegido como pareja de baile a una elefantiasica maquina como yo, repleta de tubos aspiradores y engranajes, con una anodina esfera analogica por cara; a un tipo que parecia un viejo Galaxie 500 abollado y chupagasolina. Pero de repente abrio los ojos y me regalo una de sus amplias sonrisas de chica de Utah y me tendio las manos para que la hiciese girar unos instantes. Cuando nuestras miradas se encontraban, me sentia obligado a hablar, mayormente para expresar mis dudas sobre mis aptitudes como bailarin, y cuando los Double Down hicieron una nueva pausa, suspire aliviado y me dispuse a volver a nuestra mesa. Pero ella me agarro de la muneca, me arrastro hacia el magico telefono negro y eligio tres canciones.
– «Just My Imagination» -le pidio a la operadora, sin consultar el mugriento listado-. «When a Man Loves a Woman». Perfecto. Y «Get It While You Can».
– ?Huy, huy! -dije-. ?En que lio me he metido!
– Calla -replico Hannah, y me rodeo el cuello con los brazos.
– Manana me voy a arrepentir de esto -comente.
– Es encantador -dijo-. Todo el mundo deberia relajarse bailando.
Varias parejas mas se nos unieron en la pista y nos mezclamos entre ellas. Jamas habia sido capaz de comprender con exactitud en que consistia lo de bailar lento, asi que, tal como llevaba haciendo desde mis anos en el instituto, me limite a aplastarme contra Hannah, respirando inoportunamente contra su oreja y balanceandome de un pie a otro como alguien que espera un autobus. Sentia el sudor que se enfriaba sobre sus antebrazos y me llegaba un aroma a manzana de su cabello. En cierto momento, en mitad del tema de Percy Sledge, la combinacion de sustancias que habia ingerido a lo largo de la noche alcanzo un cierto equilibrio y