– Tengo que hacerlo. He prometido que lo haria.
– ?A quien se lo has prometido?
– Oh -dije-, a mi mismo.
Entonces, ?que mas da? No vendra de una promesa incumplida mas o menos, me dijo Deborah con la mirada.
– ?Pasaras la noche aqui? -me pregunto.
– No lo se. Tal como van las cosas, probablemente no.
– Entonces deja que se lo diga yo. Despues que te hayas marchado.
– ?No! -Me arrepenti de haberselo contado a Deborah, que, ademas de un genuino carino por Emily, tambien sentia, como buena hermana mayor, un particular entusiasmo por ver a su hermanita horrorizada y abriendo una boca de a palmo-. ?Por el amor de Dios, Deb, jurame que no le diras ni una palabra a nadie! ?Por favor! Todavia no he decidido que voy a hacer, eso es todo.
– ?Y a que esperas? -pregunto, con un tono inequivocamente despectivo.
– ?Eh, vete a tomar por el culo! -replique-. Ya lo decidire. Venga, ?me lo juras?
– Si -dijo, y su ligero acento coreano revoloteo en sus palabras-. Sere una tumba.
– Muy bien.
Asenti con firmeza, como para mostrar que confiaba en su palabra.
– ?Dios mio, Doc! -dijo-. ?Como te las arreglas para joderlo todo y de un modo tan retorcido?
Le respondi que no lo sabia. Me volvi hacia la casa.
– Sera mejor que vaya a rescatar a James de las garras de Philly -comente-. ?Vienes?
Parecia a punto de anadir algo, pero finalmente se limito a asentir y me siguio. Subimos por el camino de acceso hacia la casa acompanados por los crujidos de la gravilla a cada paso que dabamos.
– ?Quien es ese chico? -pregunto Deborah-. El tal James.
– Un alumno mio.
– Es guapo.
– Por favor, dejalo en paz.
– Me ha dicho que le gustaba mi vestido.
– ?Si? -pregunte, y lance una burlona mirada de escepticismo al vestido en cuestion-. Es un chico muy educado.
– ?Muy…? ?Eh, vete a la mierda! -dijo secamente, sin el menor asomo de hilaridad, y comprendi que habia vuelto a herirla en su amor propio. Se detuvo en medio del jardin y se miro el vestido-. Es horroroso, ?no?
– No, Deb, es…
– ?Mierda, no me puedo creer que haya comprado esto! -Su tono de voz cambio de repente: ahora chillaba-. ?Miralo!
– Me parece muy bonito -le dije-. Te sienta estupendamente, Deb.
Paso por delante de mi, llego hasta la puerta trasera y abrio la mampara de tela metalica contra los insectos, pero no entro. Al llegar junto a ella vi que trataba de vislumbrar su debil reflejo en el cristal translucido de su puerta.
– Voy a cambiarme -anuncio, con el ceno fruncido. Le temblaba la voz-. Parezco una jodida tienda de campana hippie o algo por el estilo. Se diria que llevo a algun vendedor de bongos bajo la falda.
Le pose una mano sobre el hombro, tratando de consolarla, pero la rechazo y abrio la puerta bruscamente. Entro en la casa, atraveso la cocina y desaparecio escaleras arriba entre un gran estruendo de pisadas. Por mi parte, fui absorbido por la chisporroteante humareda de la cocina, donde Marie, ya vestida para la cena, removia la sopa de bolas de
– Estaba volviendo a cogerle el tranquillo al ambiente familiar -dije.
Baje al sotano para rescatar a James Leer y me lo encontre ante la mesa de ping-pong, frente a Philly Warshaw, con una pala en la mano. Estaban jugando una partida de ping-pong cervecero, una especie de novatada a la que, en su epoca mas desmadrada, Philly sometia a cuanto pretendiente o joven varon en general visitaba la casa, yo incluido. Habia consenso entre los miembros de la familia Warshaw sobre el hecho de que la epoca desmadrada de Philly se habia prolongado excesivamente, pero al fin habia sentado la cabeza, y solo cuando iba a Kinship y no tenia que conducir volvia a beber como una esponja; supongo que era algo que hacia mas estimulantes sus visitas a la familia. Me sente en la escalera para contemplar el partido.
– Tomatelo con calma, James -le dije.
– No se le da mal -comento Philly, que golpeo con un gesto exagerado la bola y le dio el efecto justo para enviarla directamente al vaso de cerveza colocado sobre la punta de la linea central, en el lado de la mesa que ocupaba James Leer-. Esta jugando bien. -Sonrio-. De un trago, James.
Obedientemente, James tomo el vaso lleno de cerveza, saco la bola, se lo llevo a los labios y lo vacio de un unico e inacabable trago que parecio costarle cierto esfuerzo. Una vez ingerida toda la cerveza, alzo el vaso hacia mi, con una sonrisa boba petrificada en la cara, igual que un chiquillo que trata de parecer mayor sonrie a la concurrencia despues de hacer el esfuerzo de tragarse por primera vez una ostra.
– ?Hola, profesor Tripp! -saludo.
– ?Cuantos llevas?
– Este es el segundo.
– El tercero -le corrigio Philly, y rodeo la mesa para volver a llenar el vaso de James con una lata de cerveza Pabst que saco de la neverita que tenia en su guarida. Con suma delicadeza, James seco la bola con el faldon de mi vieja camisa de franela. Su cabello habia vencido el amarre de la gomina y se distribuia en extranos angulos por su cabeza. James no paraba de sonreir y los ojos le brillaban, igual que la noche anterior cuando irrumpimos, ante cientos de cabezas vueltas, en el resplandeciente auditorio, riendonos a carcajadas y sin aliento. Se lo estaba pasando de miedo. Pero era evidente que no aguantaba nada bien el alcohol.
– ?Que le ha pasado a tu coche? -quiso saber Philly-. ?De quien es el culo que tiene marcado?
– De un tipo que salto sobre el capo -le explique. Estaba mosqueado con el por haber enredado al pobre James Leer para jugar al ping-pong cervecero, pero tampoco podia echarselo en cara. Phillip Warsahaw era un agente del caos nato y un maestro del desmadre en todas sus formas posibles. Habia llegado de Corea en 1965 con la reputacion de ser el mas travieso e incontrolable chiquillo del orfanato de Soodow, y tras su llegada a los Estados Unidos no tardo nada en dedicarse a lanzarse de cabeza de manera mas o menos intencionada a traves de ventanas cerradas y a atar a los ninos del vecindario a los arboles. Su carrera como vandalo adolescente se hizo legendaria en el instituto Allderdice; en un cuatrimestre, con la ayuda de un grueso rotulador, cubrio hasta la ultima superficie lisa de Squirrel Hill, en Greenfield, y algunas zonas de South Oakland de una arcana simbologia que finalmente la policia logro identificar como su verdadero nombre, escrito en la caligrafia de su desaparecida madre. Despues, en sus desplazamientos a Panama y las Filipinas como soldado, habia encontrado sendos paraisos para dar rienda suelta a sus excesos, y le llevo varios anos amoldarse a la vida conyugal una vez estacionado en la base de Aberdeen.
– ?Un tipo? ?Que tipo?
– Un tipo llamado…, uh… -mire a James-, Vernon Hardapple.
Philly volvio a lanzar la bola con efecto, pero esta vez no logro meterla en el vaso de James.
– ?Hardapple?
– Era torero -dijo James, sin mirarme. Se preparo para sacar-. Cero a nueve -dijo, y puso la bola en juego con un elegante gesto.
– ?Un torero llamado Vernon Hardapple?
– Estuvo casado con una mexicana -dije-. Aprendio a torear alli.
– Pero ella lo abandono -continuo James, que devolvio el raquetazo de Philly y envio la pelota fuera de la mesa de juego, hasta una caja llena de viejos numeros de la revista
Yo no podia aguantarme la risa; James, en cambio, seguia imperturbable, con la mirada fija en la bola.
– ?Le dieron una cornada? -pregunto Philly.
– No, pero un toro lo pateo -dije-. Le rompio la cadera y ahi se acabo su carrera.