en la frente. Mi hermana me lo trajo para que lo pudiera besar. Cuando llego a los seis anos solo conservaba la amplia frente; el resto de su cara se estrecharia y se cincelaria formando un largo triangulo. Yo susurre «liubezny», carino mio, y «milenki», mi chiquitin, al hijo que habia sonado tener. Si hubieramos estado casados, habria encendido para el las velitas conservadas desde la boda, como simbolo de que el amor de sus padres iluminaria su paso sano y salvo por el mundo. Si hubiese estado casada, habria envuelto a mi hijo en la camisa que su padre habria llevado el dia anterior, otra antigua costumbre rusa que simboliza la proteccion ofrecida por el padre a su recien nacido. Pero no hubo velas ni camisas para mi hijo.

Y cuando el medico salio corriendo de la habitacion para decirle a Sergio que era un nino, que era muy fuerte y que ciertamente no era prematuro, Sergio, segun dijo mi hermana, porque siguio al doctor con el nino en brazos, se puso blanco, porque sabia contar tan bien como yo hasta llegar al verano en el que el se encontraba ausente. Dejo su cigarro y sin mirar siquiera al nino que mi hermana tenia en brazos se fue a los establos, y para asombro de mi hermana, ensillo su caballo y se fue de la dacha, de Strelna, de mi. Supongo que yo habia pensado que nada podria apartarle de mi lado.

– Ese doctor es un mentiroso -me queje a mi hermana-, esta intentando arruinarme.

Y me levante como pude de la cama a tiempo para ver desde mi ventana a Sergio que dirigia su caballo a traves del jardin. Temi que se echara al mar. Parecia que Dios me castigaba, despues de todo.

Mi madre vino a visitarme a Strelna por primera vez el dia despues del nacimiento de mi hijo. Ella nunca habia venido antes a mi dacha, ni a la Perspectiva Inglesa, por principios morales, pero cuando mi hermana le dijo que yo estaba enferma y sola, que habia sido abandonada por el gran duque Sergio, los peores temores de mis padres se vieron realizados, y mi padre envio a mi madre a cuidarme y a llevarme de vuelta a casa. Por el momento Sergio todavia pagaba los gastos de mi casa y de la dacha, pero ?quien sabe cuanto tiempo continuaria haciendolo? Y ?como podria entonces permitirme ambas cosas, con mi sueldo de bailarina? Mis padres querian que me trasladara de vuelta a la Perspectiva Liteini con mi hijo ilegitimo, a quien decian que adoptarian mi hermana y su reciente marido. Porque Julia se habia casado al fin con su pretendiente, el baron Ali Zeddeler, y aquel ano se habia convertido en baronesa, y en cambio yo, a pesar de todas mis maniobras, no habia conseguido mas que la verguenza para mis padres. Mi madre estaba sentada en mi lecho, y en mi habitacion de enferma aspire el aroma a lilas de su piel suave. Demasiado avergonzada para mirarla, fingi dormir. Estaba demasiado debil para hablar o comer. Mi madre tenia que alimentarme metiendome cucharadas de caldo en la boca, igual que habia hecho Alix con Niki. Luego mi madre metio a mi hijo en la cama conmigo, y me puso el brazo alrededor del nino, apretandonos tanto que no pude evitar inhalar el aroma a bebe, embriagadoramente dulce. Tenia suerte, me decia ella. Habia tenido un hijo sano. Y por mucha verguenza que me causara su nacimiento, nada podia compararse al dolor del parto de un nino muerto o moribundo. Ya les he contado que ella tuvo trece hijos. Lo que no les habia dicho es que enterro a cinco de ellos, a mi hermano Stanislaus cuando tenia cuatro anos y a cuatro hijos mas de recien nacidos, hijos de su primer matrimonio. Tuvo que colocar a esos ninitos en una caja en la tierra y dejar que la lluvia los mojase y el sol los calentase, dejandolos a ellos frios. Aquello si que era insoportable, decia, y no esto. Y supongo que lo fue, porque mirando la carita redonda de mi bebe, que movia la boca como si succionara incluso en suenos, no podia imaginarmelo en una caja ni en ningun otro sitio que no fuera rodeado por mi brazo. El padre de Niki, el vigesimo primer aniversario de la muerte de su segundo hijo, Alejandro, un bebe que ni siquiera tenia un ano cuando murio, escribio a su esposa diciendole que le causaba un dolor insoportable que su nino no estuviera con ellos, que no estuviese alli para disfrutar y pasar el tiempo con los otros ninos, con sus demas hijos, que nunca tendrian a su angel con ellos en esta vida, y que esa seria una herida que nunca cicatrizaria. Alejandro III. Ese oso que tenia el tronco como un barril, y una frente como un muro de piedra.

Sergio tambien habia perdido lo que pensaba que era un hijo suyo, y su dolor fue tan grande que le condujo por encima del seto de mi jardin hacia la carretera principal. Ali le conto a mi hermana que Sergio habia ido a llorarle al zar diciendole que yo le habia traicionado, que habia dado a luz un hijo de otro hombre, y que ahora estaba perdido, y que el zar le habia apoyado, pero no habia dicho nada. Pero Niki tuvo que saber entonces que yo le habia dado lo que el queria. A veces me parecia que el zar y Sergio aparecian a los pies de mi cama a lomos de un caballo, se me echaban encima rugiendo y luego, como Hades, uno de ellos me quitaba a mi hijo y huia con el con un revoloteo de su capa, mientras yo gemia y recorria la tierra desnuda que ellos dejaban atras. Yo dejaba una marca mojada en la cama alli donde me echaba, y cuando finamente me recupere, tiramos la cama, quemamos el colchon, y todos los muebles y paredes se limpiaron con desinfectantes.

Cuando estuve lo bastante bien para echarme en el sofa, el gran duque Vladimir empezo a venir a mi dacha cada tarde para visitarme, acariciarme el pelo y, cuando pude incorporarme y quedarme sentada, leerme cosas, y cuando pude sujetar las cartas, jugar al mushka, y cuando llego el momento de cristianar al nino y yo todavia no tenia nombre para el, ya que no podia llamarle Sergei y tampoco podia, aunque quisiera, llamarle Nikolai, el gran duque dijo: «Dale mi nombre». Asi que aquel dia, el 23 de julio, le regalo a mi hijo una cruz que colgaba de una cadena de platino, y el crucifijo mismo era de una piedra verde oscura extraida de los Urales y pulida en un taller de Petersburgo. Asi supe que Vladimir me protegeria, y que podria, a pesar de mi desgracia, volver a escena. Sus atenciones hacia mi, por supuesto, no pasaron inadvertidas, y empezaron a correr rumores de que mi hijo era suyo, y Miechen apretaba los labios cuando alguien pronunciaba mi nombre. ?Apretaria mas los labios si sabia que Niki era el padre de mi hijo, ya que la paternidad de mi hijo lo apartaba una casilla mas del trono?

Durante aquel tiempo tambien mi hermana me dijo que Sergio habia iniciado una relacion con una mujer a la que conocia desde hacia tiempo, la condesa Barbara Vorontsov-Dashkov, que se habia casado con un miembro de una antigua e importante familia de boyardos de Moscu, asociados desde hacia mucho tiempo con la corte, y al oir esas noticias mi corazon se encogio como una nuez reseca en su cascara, y resono en su lugar, detras de mis costillas. El padre de Niki habia comprado hacia anos la antigua propiedad de Vorontsov en Crimea, con su cascada, sus bosquecillos de pinos, vistas a la bahia de Yalta y un chateau frances, construido al estilo del Tercer Imperio, y Sergio y Niki habian jugado alli y en el Palacio de Invierno y en Gatchina con el futuro marido de Barbara, Vania. Ellos, junto con los demas hijos de Vorontsov-Dashkov, los hijos de Sheremetev y los de Dariatinski, habian corrido por las praderas de palacio, montado en los trenecitos en miniatura y tomado el te en el pabellon de caza. Niki y Vania se habian casado, pero Sergio no, y ahora Vania habia muerto y su esposa era viuda, y en ella Sergio encontro a otra mujer vulnerable a quien amar. Yo no sabia si era la condesa quien visitaba a Sergio en su palacio o el la visitaba a ella en su mansion del Muelle Ingles. No sabia si hacian el amor en la cama o en un banco del jardin, con el sonido de un reloj que daba las horas o el aroma a petalos de rosa aplastados, pero en 1905 la condesa se fue a Suiza, donde discretamente dio a luz a un hijo de Sergio a quien puso Alexander. Nada mas nacer fue adoptado por la amiga de la condesa, Sophie von Dehn. ?Por que no se quedo la condesa con su hijo? ?Por que su relacion con Sergio no termino en matrimonio? Esperen, ya se lo contare.

Ahora estamos en agosto de 1902.

Estoy sentada en la veranda, con mi diminuto bebe, mi fiel hombrecito, en brazos, y rezo una y otra vez pidiendo una sola cosa: que Alix tenga una hija.

Pero las plegarias raramente se ven respondidas a peticion de uno. Porque Alix, desgraciadamente, o afortunadamente, aquel verano no tuvo ningun hijo.

A principios de agosto Alix empezo a sangrar, y aunque sangraba y sangraba, no aparecio ningun nino. El doctor dijo que era, sencillamente, su «Mrs. Beasley», como ella la llamaba cada mes, despues de nueve meses de lo que ella habia pensado que era un embarazo. Cuando se le ensancho la cintura y se le hincharon los pechos, se nego a que todos aquellos medicos tuviesen acceso a su cuerpo. Solo permitia el acceso a M. Philippe, que le apreto la mano encima del vientre y le dijo: «Esta embarazada». Y no queria que los medicos contradijesen aquello, ni impidieran el progreso de aquella fantasia necesaria, esencial, y por tanto, solo la atendio M. Philippe,

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