me hacia senas.
La segui titubeante desde la sala de juegos, a lo largo del oscuro pasillo, hasta una escalera de madera que nos condujo, mas alla del entresuelo, al primer piso. Ella olia a lavanda, que yo aspiraba cada vez que ponia el pie en el escalon que acababa de dejar atras. Alli, en el vestibulo, con sus suelos de marmol, sus paredes cubiertas de tela que desprendia un leve brillo, otro lacayo con polainas blancas esperaba con el manto de marta cibelina de la emperatriz. A traves del arco de entrada y la puerta abierta se veia un salon lleno de cajas y embalajes, algunas llenas de serrin y papeles. Las paredes de aquella habitacion habian sido despojadas de algunos de sus tesoros, porque alambres y clavos expuestos formaban tacos y lazadas a lo largo del yeso color crema. La corte estaba haciendo las maletas para irse, pense, alocadamente. ?Para ir adonde? Pues a Crimea, claro: al palacio de Livadia. Por supuesto. Ese era el plan, Niki me lo habia anunciado. Vova habia dicho en su llamada anterior que esperaba las vacaciones de Pascua y el desfile del Dia de las Flores Blancas, donde las chicas le habian dicho que llevaria un baston decorado con margaritas blancas y que iria con ellas a las tiendas a pedir donativos para los sanatorios. Livadia estaba a tres mil millas al sur, lejos de la guerra, de los alborotos de la capital y de mi. Comprendi entonces que tambien aquello formaba parte del plan.
Salimos entonces al patio cubierto de nieve. La unica luz procedia del vestibulo detras de nosotras y de las altas farolas que habia delante: los escalones tenian la nieve apilada a un lado y habia nieve tambien en los puntas y las filigranas ornamentadas de las puertas de hierro forjado y verjas que cerraban el palacio, y mientras caminabamos, la nieve una vez mas empezo a caer desde el cielo. Segui a Alix con su oscuro manto; ella me condujo a traves del patio, y yo ya no me sentia los pies, ya fuese por el frio o por el miedo, no lo se, y el aire susurraba y gemia en torno a mis oidos, lleno de vida con los copos de nieve que entrechocaban. Ella me condujo hasta la puerta de entrada, donde me esperaba mi conductor, y cuando me vio instalada en el coche, se inclino hacia delante y me susurro unas palabras que tradicionalmente dicen los verdugos a sus victimas, antes de levantar el hacha:
– ?Me perdonaras?
Asi que era eso. Ella comprendia que me estaba quitando la vida, aunque Niki no lo comprendiera. Y yo dije:
– Si, te perdono.
Y ella cerro la portezuela de mi coche y se enderezo. Vi su figura de pie en el patio mientras mi coche daba la vuelta por el camino, y su silueta medio blanca, medio negra, una parte marta, otra parte lino: enfermera, emperatriz, madre.
Sone con mi madre aquella noche por primera vez. Ella murio de un ataque en 1912, despues de haber sufrido otro. Tenia ochenta y dos anos. Durante algunas semanas, despues del primer ataque, quedo confinada en el dormitorio que antes compartio con mi padre, en nuestro antiguo apartamento de la Perspectiva Liteini, y yo la visitaba alli. En mi sueno, encontre la habitacion sin cambio alguno: los mismos muebles oscuros, los mismos cuadros al oleo de paisajes polacos en pesados marcos dorados colgados en la pared por largos alambres, el mismo papel pintado con dibujos, las mismas fotografias de todos nosotros, pero mi madre no yacia en la enorme cama. La encontre en el enorme y oscuro salon de baile, donde mi padre daba sus lecciones, con el largo pelo amarillo suelto y los ojos cerrados. Cuando me acerque, abrio los ojos y me cogio la mano con sus largos dedos.
– Mala -susurro-, me has tenido muy abandonada.
Mascarada
De
Al dia siguiente los periodicos traian la noticia de que el pan se iba a racionar a partir del 1 de marzo, levantando asi muchas protestas y panico. Doscientas mil personas bajaron corriendo por el Neva, sobre el hielo, cuando la policia levanto los puentes para bloquear su camino hacia la isla del Almirantazgo y la plaza de Palacio, donde era tradicional que se celebrasen las manifestaciones para ocupar las calles y atraer la atencion de las autoridades imperiales. De noche, las calles todavia no eran completamente seguras. Muchos restaurantes permanecian a oscuras, las vias permanecian vacias de tranvias, las calles de coches, las farolas no estaban encendidas y el faro del almirantazgo hendia la ciudad como una espada blanca. Al dia siguiente, cuando la temperatura, que hasta entonces habia sido fria como en Laponia, de repente subio a 5 grados centigrados, parecio que todo el populacho surgia de sus oscuros escondites y aparecia al sol para vocear su desgracia, y por la tarde, la multitud que habia estado gritando: «?Pan, pan!», empezo a gritar: «?Abajo el zar!». Cada dia de aquella semana la policia y las brigadas de cosacos (unos cosacos de reserva nuevos en Peter, no los cosacos de Niki), con los caballos asustadizos y las manos sin los latigos con los que solia ir equipado el regimiento, intentaron controlar a la multitud a reganadientes. Y luego Niki, desde la lejana Stavka, ordeno que los regimientos Pavlovsky, Volinsky y Semenovsky, que habian aplastado los levantamientos de 1905, salieran a la calle, y en la plaza Znamenskaya dispararon y mataron a cincuenta personas, y al parecer, despues, el remordimiento de los regimientos produjo un motin. Esos oficiales novatos de origen humilde, a diferencia de los oficiales aristocratas de mayor graduacion que habian muerto en el frente, se unian a las multitudes que llegaban al Arsenal, la fortaleza de Pedro y Pablo, la central de telefonos y las estaciones de ferrocarril, y junto con la multitud y los cosacos, los amotinados luchaban contra la policia del zar.
A mediodia, la multitud retrocedio hacia la isla y se abrio camino a traves del puente de Troitski, y el jefe del Distrito Policial 4. ° de Petrogrado me telefoneo para decirme que una enorme multitud estaba dirigiendose por el Bolshoi Dvorianskaia hacia mi. Mientras hablaba con el vi un camion lleno de soldados euforicos, ondeando banderas rojas, que cruzaban la Perspectiva Kronversky. Cuando colgue el telefono, otro camion. Parecia que todos los soldados de la ciudad, los ciento setenta mil soldados de infanteria campesina acuartelados en la guarnicion de Petersburgo para entrenarse antes de ser enviados al frente, se habian fugado con sus canones y sus camiones. Pero no estaban en el frente, sino aqui, y sus enemigos no eran los alemanes, sino sus propios oficiales, junto con los regimientos, la policia y los cosacos que permanecian leales al zar, la corte y los
?Y la familia imperial? ?Estarian a salvo en Tsarskoye Selo? Cuando llame a mi hermano (que estaba de vuelta en Petersburgo, tras haber sido reincorporado al Ballet Imperial al pedirlo yo) me conto lo que habia oido todo el dia de los
El sonido de una muchedumbre es el sonido de una energia salvaje e impredecible, y en el teatro, ese sonido proveniente del publico es de adulacion y extasis, una ola que se alza hasta el escenario y parece alzar a los bailarines y levantarlos del suelo, mientras se va elevando. El sonido que oi desde la calle no era un sonido que te