comedor, algunas endulzadas con azucar, otras con mermelada, oimos el sonido de canticos en la calle de abajo. Iosif se puso de pie y abrio una ventana y yo me acerque a su lado. La multitud cantaba su version de la Marsellesa, que los trabajadores se habian apropiado de los revolucionarios franceses entonces, pronunciandola «Marsiliuza», y le habian puesto su propia letra:
Renunciamos al viejo, viejo mundo.
Nos sacudimos el polvo de los pies.
No necesitamos un idolo dorado
y despreciamos al diablo zarista.
– Ha ocurrido algo -dijo mi hermano, y se puso el abrigo para bajar a la calle. Yo iba andando de un lado a otro, mirando por la ventana a cada momento, y me parecia que cada vez que miraba hacia lucra aparecia una bandera roja mas en un tejado y se desenrollaba otro estandarte desde la ventana de un edificio mas, y luego las campanas de la iglesia empezaron a taner, y no solo de una iglesia, al parecer, sino de todas partes, de todas las iglesias. ?Habria acabado la guerra? Entonces Niki podria traer de nuevo a todas sus tropas, igual que habia hecho en 1905, y estos animales acabarian metidos en jaulas o en el patibulo. Al final oi las pisadas de mi hermano en la escalera y el entro a toda prisa con un punado de folletos en la mano. En la parte delantera llevaban impresos unos simbolos que pronto veriamos por todas partes: una cadena rota en dos trozos, un sol que emergia de las nubes, con sus rayos extendidos entre la niebla, un trono y una corona a los lados. Los emblemas de la Revolucion, aunque entonces yo no lo sabia.
– ?Que es esto? -le dije a Iosif-. ?Que significa?
– Significa -dijo- que el zar ha sido derrocado.
Yo le agarre la manga.
– ?Como? ?Como?
Nos sentamos a la mesa del comedor de mi hermano, leyendo las noticias impresas, incapaces de hablar, con las yemas de los dedos ennegrecidas por la tinta mientras volviamos las paginas. El zar habia abdicado el 2 de marzo en el tren que se encontraba en los railes en Pskov, donde se habia visto obligado a detenerse de camino hacia Peter despues de dirigirse al este dando un rodeo para dejar la ruta directa a las tropas que se movian a lo largo de esa linea. Una vez en Pskov, a mitad de camino entre Stavka y Tsarskoye, no pudo moverse mas, ya que las vias ante el tren habian sido tomadas por los revolucionarios. Los esfuerzos de Niki por detener la Revolucion estaban tan atascados como su tren. El general Ivanov, a quien Niki habia encargado que llevase las tropas a la capital y estableciese una dictadura, habia llegado demasiado tarde con sus hombres. El general Jabalov, que ya estaba alli en la capital, era demasiado idiota para pensar en llevar a sus tropas lealistas, y por el contrario, se escondio en el Almirantazgo a beber conac. Y el general Alexeiev, un idiota mayor aun, pensaba que los liberales de la Duma tranquilizarian a la ciudad por medios politicos y mantendrian intacta la monarquia, y por tanto, contuvo
– ?Que esta haciendo el zar? -dijo mi hermano, meneando la cabeza-. ?No es legal que le entregue la corona a su hermano!
No, Iosif tenia razon. No era legal. El trono debia pasar al heredero, que era Alexei. Niki lo sabia perfectamente. Yo me chupaba un mechon de cabello. Quizas aquel acto de abdicacion fuese una simple tactica de dilacion. Niki sabia que su hermano no tendria caracter para sucederle, y firmando un manifiesto ilegal, estaba preservando el trono para sus hijos. Era una trampa, una evasiva para ganar tiempo. Mientras mis pensamientos se atropellaban dentro de mi cerebro, Iosif me leia aquel documento, que informaba de que el coronel Nikolai Romanov, como se conoceria a partir de entonces al zar, habia vuelto por tren desde Stavka a Tsarskoye Selo, donde el, su familia y algunas personas de su sequito eran ahora prisioneros del gobierno provisional. Le hice repetir aquella ultima parte.
– ?Esta prisionero en el palacio Alexander?
Mi hermano asintio.
– Junto con su corte.
Al oir aquello, cogi aquel panfleto de manos de mi hermano para leerlo yo misma. ?Como era posible aquello? ?Como podia ser? ?El zar bajo arresto?
?Cuanto tardaria la familia imperial en estar a merced de los soldados revolucionarios que los custodiaban, los hermanos de aquellos hombres que saqueaban y vomitaban en las calles de abajo, mientras el gobierno provisional luchaba, desesperado por la tarea, y luego finalmente le devolvia el pais a Niki? ?Semanas? ?Meses? Porque yo estaba segura de que ocurriria eso. Los soldados insolentes que ahora hacian guardia en el parque serian colgados, junto con todas las tropas amotinadas. No veia el momento de que ocurriese todo aquello. Desde luego, no podian tener a Niki prisionero todo aquel tiempo en Tsarskoye.
?Podria haber previsto Niki todo aquello alli en las vias, sin ver a la turba que destruia su ciudad, cuando escribio: «Como no deseamos separarnos de nuestro querido hijo, le tendemos nuestra herencia a nuestro hermano, el gran duque Miguel Alexandrovich, y le damos nuestra bendicion para que ascienda al trono del Estado ruso». Y luego recorde el aspecto que tenia en Maguilov durante la cena, fumando entre plato y plato, con los ojos vueltos hacia el interior, fatigado y tenso, disimulando educadamente la muy escasa atencion que le suscitaba la conversacion de los hombres que tenia a su alrededor… ?prefiguraba aquel estado de animo suyo ese acto que yo no podia concebir? ?Estaria debatiendose y pensando: «Deberia luchar por actuar o permanecer inerte»? Habia vuelto a Peter para realizar lo primero, y luego a mitad de camino, se habia dado por vencido y optado por lo ultimo. Deje el papel y di unos golpecitos en la mesa para llamar la atencion de Iosif, y el se volvio desde la ventana.
– ?Que pasa?
Fue entonces cuando le dije a Iosif lo que habia hecho, que Vova no estaba a salvo en Stavka con Sergio, como le habia dicho, sino que lo llevaban junto con la familia imperial a Tsarskoye Selo, y en la cara de mi hermano vi que aquello era terrible para Vova, peor de lo que yo habia pensado. Cuando abri los brazos y los extendi en la mesa, y apoye la cabeza en el mantel, manchado con gotitas de mermelada, hasta yo misma me sorprendi por la violencia de mi llanto. Mi hermano andaba por la habitacion mientras yo lloraba. Mi llanto se hizo tan intenso que finalmente la mujer de Iosif y su hija Celina, de cinco anos, agarrando una muneca con un vestido
