corrieron por ahi llenandose los bolsillos y escondiendo en sus abrigos frascos de tinta, relojes, espadas, colchas con el monograma imperial, estatuillas, cuero cortado de las sillas, incluso jabones, y otros gritaban: «?No, camaradas, esto es para el pueblo!». Cuando los soldados descubrieron la enorme y oscura bodega del palacio siguio una orgia de bebida de tres semanas, y el vino y el vodka corrieron por las alcantarillas, donde la gente se agachaba a beberlo, y las mujeres llevaban bolsas y cajas para recogerlo y llevarselo a casa, y toda la noche los borrachos cantaban canciones folcloricas rusas, «bajo el pino, bajo el pino verde, me echare a dormir», y no importaba cuantos guardias enviasen los bolcheviques para evitar que la gente siguiera bebiendo, porque se unian tambien a la orgia, que no acabo hasta que finalmente se agotaron los suministros y los hombres quedaron inconscientes en las calles, las botellas rotas reluciendo en el pavimento y la nieve blanca tenida de morado. Yo le escribi a Sergio: «Vete, vete de Peter».

Oimos que los bolcheviques abrieron todas las camaras acorazadas de los bancos y obligaron a punta de pistola a los empleados reacios a entregarles todos los kopeks, los lingotes de plata y las joyas para financiar su nuevo gobierno. De modo que adios a mis cajas de seguridad llenas de plata en el Banco de Azov y Don, y todos los recibos de esos bienes que me habia cosido en el interior de las faldas. El nuevo lema de los bolcheviques era «saquear a los saqueadores», y animaban al pueblo a ir de casa en casa, de almacen en almacen, y coger todo lo que los «parasitos» ricos habian almacenado. Los trabajadores se llevaron alfombras, muebles, porcelana, pinturas, y de las iglesias la plata y el vino, y comites de edificios compuestos por antiguos siervos echaban a los ricos de las habitaciones de sus propias casas y los enviaban a las antiguas habitaciones de sus criados, y yo pensaba: «Con que rapidez y placer mi antigua ama de llaves me habria echado de mi dormitorio, mi salon y mi gran vestibulo, relegandome a su estrecha cama junto al vestidor». Mas amenazador era lo que oimos decir: se habia ordenado a todos los Romanov que se registraran con la policia secreta bolchevique, la Checa, una nueva fuerza de seguridad cuyo nombre procedia de Comision Extraordinaria de Todas las Rusias para Combatir la Contrarrevolucion y el Sabotaje, y esa Checa entonces empezo a perseguir y a encarcelar incluso a sus antiguos camaradas revolucionarios de los otros partidos politicos (los «cerdos» y «putas», supongo, contra los cuales tanto protestaba Lenin en los cuadernos escolares de mi hijo). A los Romanov registrados se les prohibia abandonar Petrogrado, cosa que significaba que ahora Sergio estaba atrapado alli, y los palacios vacios de los Romanov habian sido requisados y convertidos en orfanatos, hospitales y escuelas. Mi casa, que ya no era el cuartel general del comite central bolchevique, se convirtio en clinica, y luego en hogar para ninos retrasados, y despues, en la sede del club de la Sociedad de Antiguos Bolcheviques… si es que vivian hasta entonces.

Peor aun, Rusia no tenia ya ejercito, por asi decir, que pudiera combatir al del kaiser, pues mientras tanto seguia la guerra. Tantos hombres habian desertado y tantos oficiales habian sido asesinados por los suyos que cuando los alemanes avanzaron hacia Petrogrado, rapidamente tomaron una ciudad tras otra con risible facilidad, enviando unas pocas tropas con ametralladoras por tren o automovil para que eliminaran a nuestros soldados a lo largo del camino. Cuando llegaron a Petrogrado planeaban hacer lo mismo alli. Lenin, lleno de panico, traslado la capital a Moscu, y para detener el avance firmo un tratado de paz que entregaba a los alemanes Ucrania, Finlandia, Estonia, Lituania y Polonia… Donde estaban enterrados mis padres, ?ahora suelo aleman! El principe Lvov, el noble que habia encabezado el antiguo gobierno provisional, justo despues de la Revolucion de Febrero, se quedo tan conmocionado cuando oyo la noticia de aquel tratado de Brest-Litovsk que se metio en la cama y amenazo con cortarse la garganta. Leimos que un general se habia suicidado de un tiro. Pero el tratado no se respeto, porque Estados Unidos entro en la guerra y, con su ayuda, los aliados derrotaron a Alemania al cabo de seis meses. Nuestros pobres aliados intentaron luchar en un pais que ya estaba combatiendo contra si mismo. La America democratica se sintio muy feliz al ver depuesto a un emperador. No se si he mencionado ya que me invitaron a bailar en Estados Unidos en 1903 por doscientos mil francos, solo por cinco representaciones en Nueva York, pero que rechace la oferta, porque ?quien sabe en America algo de ballet, o de reyes, o emperadores, o zares? Gran Bretana si, y por tanto, aunque de mala gana, apoyo al antiguo regimen, temerosa de que la enfermedad de la Revolucion fuese contagiosa. Pero este tratado, aunque duro poco, condeno a la familia imperial, porque en cuanto Rusia lo firmo, Lenin volvio su atencion aquel verano al problema de que hacer con todas aquellas docenas de Romanov.

Oimos decir que cuatro de ellos (los hermanos de Sergio, los grandes duques Nicolas y Jorge entre ellos) fueron llevados a la prision de Shpaterraia en Peter, y que el hermano de Niki, Miguel, fue enviado por el contrario mil seiscientos kilometros al este, a Perm. Entonces Niki y su familia fueron desplazados tambien al sudoeste, desde el tranquilo Tobolsk a la arenosa ciudad industrial de Ekaterinburgo, junto a los Urales, y alli los metieron en casa de un comerciante llamado Ipatiev, al cual dieron veinticuatro horas para hacer el equipaje y marcharse, tras lo cual su casa fue rebautizada ominosamente como la Casa del Proposito Especial. A la mitad del sequito de Niki, que habia podido visitarle diariamente en Tobolsk, lo metieron ahora en la prision en Ekaterinburgo, y la otra mitad fue expulsado de la ciudad. Supimos por el tutor frances de los ninos, Pierre Gilliard, antes de que se fuera, que la familia estaba confinada en dos dormitorios, y que Alexei habia tenido otra hemorragia por bajar con una bandeja de te como si fuera un trineo por unas escaleras, y que habian cambiado a los guardias de Tobolsk y que los nuevos guardias eran hostiles y deliberada y provocativamente crueles, y que ahora la barba de Niki estaba gris, y que la familia estaba completamente sola. Al saber esto yo me desesperaba. Al final llegaron noticias de Sergio. El tambien se habia ido al este, primero a Viatka y luego por encima de las montanas Urales a Ekaterinburgo, cerca de Niki, aunque ninguno de ellos sabia que el otro estaba tan cerca, y entonces Sergio fue enviado un poco mas al norte, a Alapaievsk, a unos pocos cientos de millas de Miguel, en Perm. Sergio estaba prisionero en una antigua escuela junto con la hermana de Alix y tres hijos del gran duque Constantino. Y yo pense: «?Por que han concentrado a todos los hombres Romanov en los Urales?». Sabia perfectamente la respuesta: la zona era militantemente bolchevique, radicalmente antizarista, los mineros y trabajadores llevaban tanto tiempo esclavizados bajo tierra que habian hecho erupcion, como los hornos al rojo vivo. Recibimos una carta de Sergio en la que intentaba tranquilizarme. A el y a otros se les permitia cuidar un huerto y podian hacer ejercicio en la ciudad, el y los principes Konstantin estaban ensenando a los ninos del colegio a jugar al futbol, un deporte nuevo en Rusia, y seguramente se lo ensenaria tambien a Vova cuando volviera a verle. Los dias lluviosos, decia, se leian en voz alta unos a otros Guerra y paz.

Yo le escribia cada dia, pero aquella primera fue la unica carta que recibi de el hasta que, meses mas tarde, al fin, en junio, llego un telegrama deseandole a Vova Pazdravliajv s dnyom rozhdieniya, feliz cumpleanos. Y luego un gran silencio. Yo rumiaba todo aquello encerrada en mi calido dormitorio, porque la temperatura era mucho mas calida alli que en Peter en julio, y enviaba mis pensamientos a Sergio: «Sal de esa escuela. Subete a un pupitre, salta por una ventana y vente conmigo». Vova me animaba y me decia:

– Mira, estan todos juntos alli.

Pero yo no podia contestarle: «No es nada bueno que esten todos juntos en Siberia». El queria que yo viajase alli. La mujer de uno de los principes habia seguido a ese grupo de Romanov a Alapaievsk voluntariamente, igual que habian hecho las mujeres y familias de los revolucionarios exiliados a Siberia durante los ultimos cien anos, pero esta era una Siberia diferente, no la de los zares, relativamente poco vigilada, y al cabo de unos pocos meses ella tambien fue arrestada y la metieron en una prision en Perm.

La capital que habiamos abandonado, con la salida de Lenin y los restos de la aristocracia, se habia convertido en una ciudad fantasma, con hombres y mujeres fantasmas flotando lentamente por las calles desiertas, buscando comida o combustible. Oimos que a los dos mil preciosos caballos de la ciudad ya no los alimentaba nadie y morian, a menudo en las calles, donde los perros se los comian si no iban primero las personas con sus cuchillos. Los arboles desaparecieron. Luego las casas, tres mil casas de madera, tarimas, paneles de las paredes, puertas, marcos de ventanas, cualquier cosa que se pudiese quemar. Oimos que la gente quemaba sus propios muebles, sus libros, y que se iluminaban, ya que solo habia luz electrica unas pocas horas cada noche, con una botella de grasa con una mecha, cuyo humo apestoso ennegrecia las paredes. Oimos decir que la gente apilaba su basura en las esquinas de las calles, y las ratas corrian por encima. Oimos que los «antiguos» que no habian sido asesinados y que tenian algo lo vendian por las calles o se subian a los trenes para irse al campo, donde cambiaban sus zapatos y ropas por sacos de comida… y aquellos antiguos adquirieron asi un nuevo nombre: «los del saco». Y yo pensaba: «?Por que no naci en 1772 en lugar de 1872?». Porque entonces podria haber vivido toda mi vida pacificamente en el Peter de los zares…

Mientras tanto, Miechen esperaba en el Caucaso y la emperatriz viuda esperaba en Crimea. Las dos mujeres, que en tiempos habian vivido en palacios rivales y habian mantenido cortes rivales, ahora se preparaban para el combate cada una en su esquina del cuadrilatero, con el mar Negro en medio. Porque alli en el sur, en otono de

Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×