1917, mas o menos por la epoca en que yo llegue, estaba cuajando una incipiente resistencia. Dos antiguos comandantes del ejercito ruso, los generales Alexeiev y Kornilov, habian establecido sus cuarteles generales en Novocherkassk, justo al norte de donde estabamos nosotros, en el territorio cosaco del Don; solo algunos de ellos eran zaristas lealistas, pero todos odiaban a los bolcheviques. A estos hombres poco a poco se les fueron uniendo hijos de terratenientes y estudiantes que habian sido oficiales de rango inferior en el ejercito, y que odiaban ese nuevo regimen y a la gente corriente que les habia expropiado sus casas y quemado sus alfombras orientales y los libros encuadernados en piel y las bibliotecas, y que con sus hachas habian reducido a astillas sus sillas y consolas. Esos jovenes oficiales querian derrotar a los campesinos y enviarlos de vuelta a las chozas a las que pertenecian. Hasta odiaban la vision de las grotescas y bastas caras de los campesinos, su pelo grasiento, cuando se sentaban junto a ellos en el compartimento de cuarta clase en el tren que iba a Novocherkassk. Y siguio mas gente del viejo regimen, incluidos los antiguos politicos de la Duma que odiaban a Lenin. Hasta la poeta Tsvetaeva y su marido fueron al sur; el se unio a los Voluntarios, como se llamaba al principio ese nuevo grupo, y ella escribio versos sobre todos ellos, la Guardia Blanca: «Unas negras / en las costillas del Anticristo». En Novocherkassk, los hombres se ponian sus antiguos uniformes zaristas o ropa formal de dia para distinguirse de la chusma revolucionaria, y a medida que ese ejercito iba creciendo en tamano y ambiciones, lo mismo hacian las ambiciones de Miechen y de la emperatriz viuda. Despues de que los Voluntarios consiguieran una victoria importante en Rostov, justo al norte de nosotros, Andres anuncio que viajaria a Novocherkassk para unirse a las filas de lo que se habia rebautizado, de una forma un tanto grandilocuente, como Ejercito Blanco, pero Miechen se lo prohibio… de modo que Andres cambio sus planes y Vova se rio mucho al oir aquella noticia, diciendo:
– ?Tu pretendiente es una
Ese Ejercito Blanco quizas estuviese formado de voluntarios, pero estos, generales bien ensenados y bien entrenados y Atamanes y oficiales cosacos, no solo ganaron su primera batalla en Rostov, sino otra mas en la cercana Ekaterinodar, y luego se unieron a ellos en Siberia en la primavera de 1918 los checos y los aliados. Envalentonados, los Blancos se desplazaron hacia el sur desde el Caucaso, a Ucrania, donde reclamaron Odesa, Kiev y Orel, y luego iniciaron su marcha mas al norte, a Tula, con su gran arsenal, y desde alli no estaba lejos de Moscu, donde los bolcheviques, llenos de panico, se dispusieron a evacuarlo otra vez, esta hasta su fortaleza en los Urales. Me hubiese gustado ver a Lenin salir corriendo mientras los trabajadores y campesinos rompian sus tarjetas del Partido e intentaban congraciarse rapidamente con los
Si Niki estaba vivo, si Alexei o incluso el gran duque Miguel estaban vivos, entonces la emperatriz viuda habia ganado. Si no era asi, entonces seria una victoria para Miechen, porque la corona pasaria a Kyril, si su matrimonio con una divorciada y la tardia conversion de su madre a la ortodoxia no le descalificaban. En esos tiempos tan especiales, quizas una nimiedad como el utero luterano de Miechen no importase ya. Y por tanto, esas dos mujeres testarudas se negaban a abandonar Rusia hasta que se supiera lo que no se sabia. Los hijos e hijas de Minnie y Miechen, sin embargo, ya habian esperado demasiado. La hija de la emperatriz viuda, Olga, viajo por tren, coche y a pie al puerto del mar Negro de Novorossisk. El hermano de Sergio, Sandro, cogio a su hijo mayor y se dirigio a Inglaterra. Boris, como despues de todo no iba a ser zar, abandono Rusia y se fue a Paris. Kyril se fue de Finlandia al hogar de su esposa en Coburgo, nada menos. Pero Andres, incapaz de abandonar a su madre, ya fuese por deber o por apego (yo sospechaba mas bien que era esto ultimo) se quedo, y yo me quede tambien, porque sabia que en Kislovodsk era donde podia encontrarme Sergio.
Luego, en abril de 1919, ante la preocupacion del rey Jorge por la guerra civil que iba en aumento, la emperatriz viuda y el resto de la familia Nikolaievich abandonaron sus platos de jamon en lonchas sonrosadas, la crema espesa y los bollitos calientes con miel y dejaron Crimea en dos buques de guerra britanicos, el
Nosotros tambien tuvimos que huir de Kislovodsk y dirigirnos a Novorossiessk en enero por tren, con el vagon personal de Miechen enganchado al final, y Andres viajo con ella mientras Vova y yo nos sentabamos encima de nuestras maletas en un vagon de tercera. Deje una nota para Sergio en la oficina de correos, comunicandole que nos dirigiamos hacia el puerto del mar Negro. El viaje de casi quinientos kilometros, a causa de las paradas y retrasos y registros, costo dos arduas semanas, y a cada pequena parada a lo largo del camino, en ventanillas y puertas aparecian los rostros y manos de la gente, envueltos en trapos y agarrandose a cualquier tuberia o barandilla o incluso a los lados de los vagones, aun despues de que el tren empezara de nuevo a moverse. Y mi hijo, al ver esto, se apretaba a mi lado, tras haber perdido su hosca bravuconeria del ano anterior despues de las diez primeras verstas. Cuando llegamos finalmente al puerto encontramos a mucha gente que ya se habia establecido en los muelles o en el embarcadero o incluso en los almacenes, apretujados entre las grandes gruas y cabrestantes que se inclinaban en angulos de metal contra el cielo. Antiguos generales zaristas, antiguos condes, antiguos principes, antiguos grandes duques, se habian ido desplazando con los cosacos y Blancos que se retiraban hacia aquel puerto, donde ahora se amontonaban en consulados o habitaciones de hotel. En el precario muelle convergian cien mil funcionarios, hombres del ejercito, cosacos, ministros del gobierno, miembros de la antigua corte y gente corriente.
Quiso la ironia que la hermana de Niki, Olga, tambien esperase alli con nosotros a su evacuacion en cualquier buque que llegase a aquel puerto tan popular. Pero cuando Andres la llamo, resulto que ella no tenia mas noticias de Niki y Sergio que yo misma.
Por todas partes se veian tiendas con ristras de ajos colgadas del toldo delantero, un antiguo amuleto ruso contra las epidemias, y esta en concreto era el tifus, la misma enfermedad que casi mato a Niki tanto tiempo atras, alla en Crimea. Cuando la farmacia se quedo sin medicamentos, empezo a vender medallas ortodoxas a los mas desesperados, normalmente padres con hijos pequenos. El resto llevabamos ajos colgados y conteniamos el aliento cuando los trenes ambulancia traian a los enfermos y muertos a la estacion, donde nosotros, por falta de otro sitio adonde ir, seguiamos en nuestros vagones de ferrocarril, en las vias. El inspector general, a instancias de Andres, me encontro un vagon-salon, con dos camas y un aseo, para que nos establecieramos en el. A los vivos les preguntaba si tenian noticias de Sergio Mijailovich. A los muertos no podia preguntarles nada, pero los
